Domingo Fernández Agis, profesor de Filosofía de la ULL, inauguró la primera jornada del evento consagrado a la figura del filósofo francés. Foto: Alexis Rodríguez.

Domingo Fernández: «Derrida, el mejor comentarista de textos filosóficos»

Artes y Humanidades

La primera jornada del seminario Literatura y Filosofía: estrategias y métodos de Jacques Derrida tuvo lugar ayer, lunes 18 de marzo, en el Salón de Grados de la Sección de Filosofía de la ULL. El encargado de impartir el evento e ilustrar la trayectoria filosófica, lingüística y literaria del pensador argelino fue Domingo Fernández Agis, profesor doctorado en Filosofía por la ULL. Durante el transcurso de la cita, el docente presentó algunas de las principales contribuciones al pensamiento desarrolladas por Derrida. Principalmente, reflexionó sobre los inexplorados límites del lenguaje escrito y los secretos que resguarda el ser humano y el texto.

“El planteamiento de mi conferencia, en principio, si uno ve el título parece que va a ser algo muy claro y diáfano. Pero al tratarse de Derrida eso es imposible”, así advirtió Fernández a la audiencia antes de adentrarse a explicar las ideas y métodos de Jacques Derrida. Tras anunciar la complejidad del autor, esbozó las principales características de su pensamiento acompañadas de datos y anécdotas biográficas, para esclarecer su comprensión.

El secuestrado universal, rehén de una cultura


Jacques Derrida (1930-2004) fue un filósofo francés de origen argelino que centró gran parte de sus investigaciones en el lenguaje. Durante su juventud fue expulsado de su instituto  por motivos racistas, debido a la aprobación de un decreto ley antisemita, tras la invasión de los nazis en Argelia. Esto se tradujo en que a los judíos argelinos, entre los que figuraba el filósofo,  se les arrebató la nacionalidad francesa. Ese acontecimiento marcó su obra y vida, despertando en él una aguda sensibilidad para detectar el racismo. Sobre todo, tal como narró el docente, le asombró el hecho de verse privado de una nacionalidad y lengua, que constituía su único habla. Este suceso explica el título de su obra El monolingüismo del otro. Es decir, “Derrida solo tiene una lengua y le dicen que esa lengua no es suya, le pertenece a otro”, detalló el profesor.

Además, comentó que la exclusión no solo permanece en el ámbito lingüístico y político, sino que también se cuela en la esfera cultural. Esta situación de marginación lo condujo a expresar lo siguiente: “Soy el secuestrado universal”; refiriéndose a que se sentía rehén de una cultura que no terminaba de aceptarlo. Incluso, tal y como relató Fernández, Derrida llegó a decir que solo quería ser un niño como los otros, sin embargo, le decían que era distinto porque era judío.

“No hay escrito interesante que en un principio no sea incomprensible”


“Es interesante como Derrida transgrede la frontera entre los géneros literarios”, expresó el profesor. Introdujo uno de los temas centrales de la obra del filósofo a través de una cita de Nietzsche: “Nunca nos libraremos de Dios, porque Dios está en la gramática”. Con estas palabras, Fernández abordó la visión de la escritura y literatura perteneciente al filósofo argelino. Haciendo referencia a la oposición de Derrida frente a la escritura homogénea y el empleo de los cánones inmutables, predeterminados y dogmáticos de esta; ya que impiden cualquier posibilidad de libertad creativa, argumentó el docente. Incluso, añadió que “el pensador construyó textos ininteligibles. Y no hay escrito interesante que en un principio no sea incomprensible”.

En relación a esta idea, apuntó que si en una primera lectura nos enteramos de la totalidad del mensaje, el texto no comunica gran cosa. Y bromeó al decir: “A lo mejor estamos leyendo la lista de la compra y nos creemos que es la fenomenología de Hegel”.

El lenguaje escrito permite descubrir límites que pasan desapercibidos en el discurso oral


Otra cuestión que se expuso en el seminario fue la contraposición entre el lenguaje oral y el escrito. Sobre la que Jacques Derrida manifestaba que el segundo tenía un mayor potencial creativo que el primero. “Permite explorar unos límites que pasan desapercibidos en el discurso hablado”, explicó el profesor apoyándose en un ejemplo elaborado por el filósofo argelino referido a la ortografía. En el que planteaba que si no cuestionamos ciertos aspectos de ella, no tendremos la posibilidad de innovar literariamente. Con ello no procuraba decir que se destruyese la ortografía, ni tampoco la mera aceptación de la misma, sino invitaba a su cuestionamiento, a alcanzar un equilibro entre ambas actitudes.

Además, un rasgo diferenciador de Derrida frente a otros filósofos es su confrontación con el pensamiento y el lenguaje de los textos que estudia. Ya que el pensamiento se encuadra dentro de unos cánones de expresión que quizás están limitando las posibilidades de romper las fronteras de su consciencia reflexiva. En definitiva, el fin de atisbar los márgenes conformó una actitud característica de este pensador, que se reflejó en gran parte de sus estudios. Según Domingo Fernández, “Derrida fue el mejor comentarista de textos filosóficos e, incluso, literarios”.

“Si alguien no tiene secretos que no se dedique a la literatura”


También se introdujo en la charla el concepto de juego vinculado con el pensador francés. Que consiste en profundizar a través de este, en las muchas posibilidades de expresión y formas del lenguaje escrito. Sobre lo que reiteró el profesor la suma necesidad de una expresión propia, de un lenguaje personal. Y para representar gráficamente lo que pretendía decir mostró una fotografía de la escritura de Leonardo Da Vinci. Un polifacético artista que había inventando sus propias grafías y solo era posible su comprensión con la ayuda de un espejo.

Entre los asistentes hubo una idea de Derrida que despertó especial interés, ya que se realizaron varias preguntas a Fernández sobre ello: el secreto. El docente explicó que para el filósofo argelino era imprescindible ocultar aspectos de sí mismo para alcanzar un vínculo más estrecho con el otro e incluso despertar el deseo sexual.  Pero este tema no solo lo vinculó con las relaciones humanas, sino también con la literatura. “Si alguien no tiene secretos que no se dedique a la literatura”, afirmó el profesor.

Finalmente, el docente invitó a la audiencia a aproximarse a los textos literarios y filosóficos de Derrida; para así descubrir la vida que hay en ellos y comprobar cómo nuestra experiencia puede ser transformada por su lectura. Además, se despidió con la última estrofa de un poema de José Ángel Valente titulado No inútilmente.

El evento concluirá hoy con la impartición de una segunda sesión, en el mismo espacio que ayer, de 17.00 a 19.00 horas.

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