Carlos Álvarez es docente e investigador en la Universidad de La Laguna (ULL) en el área de Psicología Básica. Además es el responsable del grupo de investigación Lexicón. Junto a Olivia Afonso y Alberto Avilés, personal investigador y docente en Reino Unido, es el autor de la publicación Neural correlates of lexical, sublexical and motor processes in word handwriting. La investigación consistió en una tarea de copia donde se manipuló la frecuencia de las palabras para observar las dos rutas cerebrales implicadas en la escritura a mano.
¿Desde que punto partía la investigación? «Cuando queremos escribir una palabra se activa la información de tipo lingüístico que se puede separar en niveles de procesamiento. Tengo que activar la palabra en algún sitio de mi memoria, pero luego tengo que activar las letras que forman la palabra. Además esas letras están formadas por trazos concretos. Ahí pasaríamos a una unión de procesos que son muy distintos, los lingüísticos y los motores. La parte motora se divide en programación motora y ejecución de los movimientos así que se puede seguir subdividiendo».
¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio? «Estos procesos siempre los ha tenido claros la psicología cognitiva, hoy gracias a las técnicas de imagen podemos situarnos en estructuras físicas cerebrales concretas. Lo interesante es ver dónde se produce esa unión entre estos dos tipos de procedimientos. En este caso fue un estudio de resonancia y se observó si las áreas cerebrales son las mismas. Siempre se ha asumido que no todas las palabras son procesadas igual. Las palabras que escribimos de forma frecuente, como nuestro nombre, se procesan de forma distinta a las palabras de baja frecuencia. Incluso hay dislexia o disgrafia, problemas de lectura o problemas de escritura, que apoyan esta distinción».
«No somos conscientes de que una tarea como escribir implica procesos que son muy distintos entre si»
¿Cuál considera que es la aportación más importante del artículo? «Hay personas que no tienen problema con las palabras frecuentes pero si con las poco frecuentes. Esto ocurre porque, desde la neurociencia, las palabras frecuentes son casi como dibujos. Sin embargo, las infrecuentes tienes que ir letra por letra o incluso recuperar los sonidos o fonemas. Por eso se habla de una ruta léxica, que es la visual o directa, para las palabras frecuentes y una ruta fonológica que pasaría por convertir cada sonido en su letra correspondiente. Encontramos cierto apoyo en una zona cerebral llamada giro de Heschl que está implicada en las palabras regulares y que curiosamente está implicada también en los procesos auditivos».
¿Están llevando a cabo alguna otra investigación relacionada con la escritura? «Ya lleva un tiempo la gente planteándose si es lo mismo escribir a mano que en teclado. Hay toda una serie de investigaciones en distintos rangos de edad y en distintos idiomas que respaldan que escribir a mano tiene ventajas. Para aprender alfabetos de idiomas que no conocen aparece una ventaja en el aprendizaje de esos idiomas o letras cuando se aprenden mediante la escritura manual».
En base a los hallazgos del estudio, ¿qué otras posibles investigaciones surgen? «El artículo es muy reciente y todavía no nos ha dado tiempo, pero si que se observa claramente que en las disgrafias hay personas que tienen problemas con un tipo de palabras y no con otras entonces ayuda a encontrar tratamientos o intervenciones más concretas».