Venezuela rota

Sociedad

Ni Nicolás Maduro, ni Hugo Chávez. Ni el petróleo, ni la hambruna. Los ciudadanos son los que realmente han vivido la crisis de Venezuela durante estos últimos veinte años. Un país rico en recursos naturales que vive una situación austera y en permanente conflicto social y político. El poder chavista ha obligado a emigrar a miles de personas, rompiendo familias y amistades.

Entre 1954 y 1978 los venezolanos vivían con tranquilidad, el dinero abundaba, al igual que el trabajo. El respeto era mayor, por lo que la delincuencia y la pobreza eran casi inexistentes. En este periodo se derrocó al militar Marcos Pérez Jiménez, siendo uno de los pocos incidentes que se dieron en el país.

Francisco Morales Cabrera y Zoila Coello León, un matrimonio que vivió durante 24 años en el Estado, recuerdan tiempos de bonanza, también manchados: “Nos acordamos de ver cómo mataban a manifestantes por las revueltas de Jiménez delante de nuestra tienda a tiros. Nosotros no pudimos hacer otra cosa que tirarnos al suelo y escondernos para que no nos alcanzasen las balas”. Luego, la pareja hizo las maletas…

“Tuvimos que ponernos en el pasillo rodeados de colchones, rezando para que no nos alcanzase ninguna bala”


Hugo Rafael Chávez Frías comenzó a gobernar en 1999, instaurando así la República Bolivariana de Venezuela. Carolina Rodríguez García, una venezolana luchadora que emigró por salud, recuerda la llegada de Chávez al poder como un periodo de mucha violencia, pese a que el pueblo le veía como un buen líder: “Cuando fue el levantamiento militar hubo un gran tiroteo en el canal de televisión del Estado, cerca de donde yo vivía. Mataron a todos los que estaban, incluso asesinaron a un grupo de niños que iban a sus clases. En casa tuvimos que ponernos en el pasillo rodeados de colchones para estar a cubierto, rezando para que no nos alcanzase ninguna bala”.

La afectada describe la situación insistiendo en que el presidente de la República sembró odio entre razas con los llamados círculos bolivarianos. A su parecer, era un gran estratega y estaba bien asesorado por Fidel Castro y el presidente de Irán. Esto le facilitó cambiar el nombre de Venezuela, la bandera, la constitución y acabar con el Congreso. «Intentó barrer con todo lo anterior para implantar normas que no iban con la ideología de muchos venezolanos».

A medida que el Gobierno fue avanzando, la sociedad comenzó a notar los efectos de la política que se estaba llevando a cabo: “Todo lo que en principio no se veía acabó siendo terrible tras su segundo mandato, porque fue cuando se empezaron a ver las verdaderas intenciones que tenía. El poder se le fue de las manos”, subraya Valentina Alcalde Ruiz, otra venezolana en tierra canaria.

Astrid Guerra sigue creyendo en el futuro de su país. Foto de Carlos Castro.

Entre el 2000 y 2013 empezaron a desaparecer personas, había más delincuencia por la falta de recursos, y la pobreza aumentó.Valentina recuerda sus últimos días en el país que la vio nacer: “Fui víctima de tres intentos de secuestro de los que conseguí escapar. Por eso decidí emigrar, porque en el último mi coche quedó destrozado por los tiros. Me salvé de milagro”.

La sociedad venezolana quedó dividida en dos: los chavistas y los contrarios al Régimen. Los que no eran chavistas lo veían como un tirano y un dictador, pero Chávez ganó las elecciones limpiamente, fue elegido por el pueblo. Cuando el presidente falleció en el año 2013, dejó como sucesor a Nicolás Maduro, quien fue vicepresidente del Gobierno desde 2012. Según cuenta Astrid Guerra Plasencia, una joven dispuesta a regresar: «La situación se ha vuelto insostenible, las medicinas escasean y las manifestaciones se dan diariamente en la capital”.

“La gente solo come una vez al día y personas que tienen varios hijos tienen que quitarse su comida de la boca”


Y, claro, Astrid no se reprime: “La gente solo come una vez al día y, personas que tienen cuatro hijos, muchas veces se quitan su comida de la boca”. Y continúa firme, sin rodeos: “A Maduro lo vemos con odio, resentimiento, creo que es la persona más cínica que existe. La región se está muriendo, los mismos guardias matan a estudiantes día a día y él sale en la tele bailando y riéndose de nosotros”.

La situación ha obligado ya a más de 20 000 personas a abandonar Venezuela, ciudadanos que como Astrid Guerra buscan un futuro mejor. “Creo que es más fácil emigrar cuando quieres hacerlo, pero es muy fuerte cuando las circunstancias te obligan a irte”, sentencia.

Los protagonistas


Estas historias buscan dar voz a un pueblo que, en la actualidad, afirman muchos afectados y dirigentes internacionales, sigue viviendo bajo el yugo de una dictadura. Zoila, Francisco, Carolina, Valentina y Astrid son algunos de los venezolanos que han visto como su vida se ha roto sin poder hacer nada para remediarlo.

Todos huyeron y solo Astrid Guerra desea volver: “Quiero estudiar aquí en Tenerife y graduarme. Quiero llevarle un título a mi país para ser parte de su progreso y reconstrucción, porque necesita nuevas mentes abiertas, personas con ganas de superarse. Tengo claro que quiero volver en un futuro no muy lejano”.

Pico de todos lados y no como de ningún sitio. Amante de la vida, de las personas, del cine, la música, el carnaval y la verdad. En ocasiones sueño despierto y, sin duda alguna, junto a viajar mi gran pasión es comunicar. Fan del postureo y de las modas, de lo ochentero y la gente real. Así soy y así me muestro.

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