En un mundo en constante cambio, donde la innovación y la adaptación son claves para el éxito, la educación se enfrenta al reto de formar a personas capaces de pensar críticamente, resolver problemas de manera creativa y colaborar efectivamente con el resto. Este enfoque innovador se fundamenta en la premisa de que cada participante del modo es único, con capacidades innatas para aprender y desarrollarse de forma autónoma si se le brinda un entorno estimulante y adaptado a sus necesidades.
Concebido por la visionaria médica y educadora italiana María Montessori a principios del siglo XX, ha revolucionado la forma en que se comprende la educación infantil en todo el mundo. En este entorno los individuos son vistos como seres activos y curiosos, capaces de dirigir su propio proceso de estudio a través de la exploración, la experimentación y la interacción con materiales especialmente diseñados para potenciar su desarrollo integral.
La doctora revolucionó la pedagogía al proponer una perspectiva educativa basada en el respeto y la capacidad natural para aprender del alumnado. A través de su trabajo con la gente joven en barrios marginales de Roma, descubrió que cuando se les ofrece un ambiente preparado y adecuado a sus necesidades, son capaces de aprender de manera espontánea y autónoma. Basado en la observación científica del progreso infantil, centrado en menores donde el aprendizaje se nutra de la libertad, la exploración y el descubrimiento personal.
Una perspectiva para el futuro
Uno de los aspectos más distintivos del método es su visión del autoaprendizaje y la autonomía. La gente más joven es alentada a seguir sus intereses y ritmos prácticos, tomando decisiones sobre las actividades en las que desean participar y el tiempo que quieren dedicar a cada una. Los materiales están diseñados para ser sensoriales y manipulativos, permitiendo experimentar conceptos abstractos de forma concreta y tangible.
Un factor clave en este sistema es la importancia que se le da al juego como herramienta de enseñanza. Según su creadora, es la principal actividad de la infancia y a través de él se puede explorar, descubrir y desarrollar habilidades fundamentales para su vida futura.
Otro aspecto fundamental es el papel docente, que actúa como guía y facilitador en el proceso. Son quienes observan, acompañan y brindan apoyo individualizado a cada participante, respetando su ritmo de desarrollo y fomentando su autodisciplina, la resolución de problemas y la creatividad.
Un espacio preparado para el aprendizaje
Los espacios suelen ser amplios, ordenados y estéticamente atractivos, con materiales organizados en estanterías de fácil acceso para que puedan elegir y utilizar libremente según sus intereses y necesidades. Eva Salgado, fundadora y directora del Espacio de Apoyo Familiar Ubuntu Montessori, confiesa que «no le llamamos clase sino ambiente de trabajo».
Las diferentes edades se unen para trabajar de conjuntamente, lo que promueve la colaboración, el respeto mutuo y la empatía. Esta mezcla también permite que aprendan de la gente adulta y viceversa, creando un ambiente didáctico rico y estimulante.
«Existen dos ambientes: una Comunidad Infantil, donde está el alumnado a partir de los quince meses hasta los tres años y después la Casa de Niños, hasta los seis», apunta Salgado. Este último espacio cuenta con más material de trabajo dividido en sensorial, vida práctica e incluso material de matemáticas, lenguaje y ciencia.
A través de la repetición y la práctica se adquieren habilidades cognitivas, motoras y sociales de manera natural y progresiva. Además, el ambiente Montessori promueve la colaboración, la empatía y el respeto mutuo. También fomenta las habilidades sociales y emocionales fundamentales para la vida en comunidad. En este sentido, no solo se centra en el crecimiento académico, sino también en crear una base sólida para un crecimiento integral y equilibrado a lo largo de su vida.
Por otra parte, este enfoque educativo ha demostrado ser altamente beneficioso para el desarrollo emocional y social de quienes lo eligen. Al fomentar la independencia, la responsabilidad y la autoestima, se fortalece la confianza personal y se cultivan habilidades para afrontar desafíos de manera positiva y resiliente.
Las personas que se educan en estos entornos suelen mostrar una mayor capacidad para resolver problemas, pensar de forma crítica y adaptarse a situaciones cambiantes, lo que les obsequia con herramientas valiosas para desenvolverse en un mundo en constante evolución. Asimismo, se prioriza la importancia de la colaboración, la comunicación efectiva y el trabajo en equipo, facilitando la construcción de relaciones saludables y constructivas.
Una transformación global
El Método Montessori ha traspasado las fronteras de su Italia natal para convertirse en uno de los enfoques pedagógicos más influyentes a nivel mundial. En la actualidad, se aplica en escuelas de todos los niveles educativos, desde la educación infantil hasta secundaria. No obstante, «en Canarias no hay muchos centros que lo impartan, y en su mayoría lo hacen únicamente en infantil», explica la directora de Ubuntu Montessori.
Es por todo esto que esta idea se destaca por su enfoque único en el desarrollo integral de las personas más jóvenes promoviendo la autonomía, la autodisciplina, la creatividad y el amor por el aprendizaje. Con su filosofía basada en el respeto por la individualidad y el ritmo del alumnado, ha demostrado ser altamente efectivo en la formación de individuos independientes y con habilidades sociales y emocionales sólidas.
Teniendo en cuanta sus beneficios, algunos docentes y estudiantes de educación puntualizan que «se debe combinar con el método tradicional, ya que no se debería dejar atrás la implementación de contenidos teóricos», apunta la estudiante de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Raquel Pérez.
En un mundo donde la formación es clave para el futuro de las nuevas generaciones, este punto de vista innovador ofrece una propuesta pedagógica transformadora y humanizada que busca aumentar al máximo el potencial de cada joven, que genera una preparación para enfrentar los desafíos del siglo XXI con confianza y resiliencia.