Antoni Rossell, profesor titular de Filología Románica en la Universidad Autónoma de Barcelona, fue uno de los invitados a participar en el XXVII Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas Del saber Medieval a las Ciencias Modernas que dio comienzo hoy jueves 11 de mayo en la Sección de Geografía e Historia y que finalizará este sábado día 13.
Este evento, que se estrenaba con la ponencia del Catedrático de Historia de las Religiones de la Universidad de Padua ,Paolo Scarpi, continuó con el testimonio de Antoni Rossell. La música de las esferas y las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio fue la temática principal bajo la que giró toda la conferencia. “Hablar, sobre todo, de la música de las esferas en Tenerife es un reto y quizás, un atrevimiento”, comenzó.
“Mi objetivo hoy es relacionar la música, los planetas, la astrología en el mundo medieval y, concretamente, las Cantigas de Santa María”, admitió. El profesor se interesó principalmente por el Corpus hermeticum en el neoplatonismo. Alfonso X era la persona encargada de organizar las situaciones. Consciente de ello, cuando el monarca legislador tomaba partido o se enfrenta con un repertorio lo hacía de manera muy ordenada y arquitectónica, caso de las Cantigas de Santa María.
“Lo que buscamos no es si existe un indicio por el que encontremos la melodía de las esferas en el repertorio mariano, sino reflexionar sobre este repertorio musical desde la tradición astrológica”, añadió Rossell. A lo largo de la conferencia planteó varios aspectos como la concepción femenina demiúrgica que se fundamentaba en la música como vínculo entre los hombres y Dios a partir de varios intermediarios.
El ponente reconoció que hay que tener presente una cita de Claude Debussy para escuchar y ver la melodía que dice: “la música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz”. De la misma manera, agradeció a María Incoronata, licenciada en Liturgia en la Universidad de Cremona, por su tesis basada en la composición de las Cantigas de Santa María que ayudó al profesor a exponer el bon son, es decir, la buena armonía que se localiza en la Cantiga 24 y en la 82.
“Si hablamos de las estructuras métricas de las composiciones, es increíble el grado de formalización que existe en ellas”, aclaró. Antoni Rossell finalizó con el pensamiento de que para “Alfonso X lo más cercano a esa música celestial era el intervalo de quinta que nos traslada a una música subliminal”.