Airán Fernández Rodríguez es de esas personas que nada ni nadie les frena. Ni un accidente de tráfico a los 19 años, que causó una lesión medular que le dejó en silla de ruedas, fue capaz de parar a este estudiante de tercero de Medicina de la Universidad de La Laguna ya licenciado en INEF por la ULPGC. A ello, hay que añadirle un amplio palmarés deportivo que lo convierte, a día de hoy, en una de las principales referencias de la halterofilia adaptada en nuestro país con su equipo el Ademi Tenerife. Ejercitándose a diario en el Health Space con su entrenador Isaac Rojas, ha logrado alzar el título nacional cinco años consecutivos en la modalidad de 49 kg y alcanzar el récord nacional con un levantamiento de 83 kg. A todo esto, hay que sumarle su última participación en la Copa del Mundo de ParapowerLifting, donde consiguió su primera marca internacional posicionándose entre los diez mejores del planeta.
Has estado ligado al deporte desde temprana edad jugando al fútbol, ¿cómo fueron esos primeros años de tu vida deportiva? «De pequeñito yo empecé a jugar al fútbol en el equipo del barrio a los 8-9 años en Benjamines y se me daba bien. Me gustaba muchísimo y sigue siendo el deporte que más me gusta. Tuve una experiencia a nivel semiprofesional, ya que estuve media temporada ligado al Cádiz de Segunda División B, pero después llegó el accidente y olvidé el fútbol. Antes de él estuve muy vinculado jugando en varios equipos aquí en Tenerife y ya luego di el salto a la península a los 16-17 años. Allí, tuve problemas de adaptación, era muy niño y estaba solo lejos de mis amigos y familia. Así que me volví a Tenerife e ingresé en el Yanira que estaba en Juvenil Preferente. Allí jugué hasta sufrir la lesión medular».
«Aunque los médicos me dijeron que no volvería a caminar yo lo veía surrealista, no lo acepté»
¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te enteraste que te quedarías en silla de ruedas y cómo afectó a tus aspiraciones deportivas y a tu vida en general? «En mi caso cuando tuve el accidente pasó un mes prácticamente para que los doctores me dijeran que no podía volver a caminar antes de mandarme a Toledo. Pero aunque me lo dijeran yo lo veía surrealista porque piensas que no es posible, no lo aceptas. Solo piensas en hacer rehabilitación, en curarte y volver a caminar como sea. Luego ya me mandan a Toledo, que es el hospital nacional de parapléjicos y digamos que el buque insignia de la lesión medular, y ya allí es normal ir en silla de ruedas, casi todos íbamos en silla. Te vas rehabilitando, recuperando, aprendiendo a moverte en silla, a manejarla, y llega el momento que estás tan habituado que lo vas asimilando poco a poco, pero no tienes digamos ese shock inicial porque rechazas la idea de primeras. Al final estás tan unido a la silla de ruedas que te acostumbras, haces vida con ella y se vuelve lo normal. Hoy en día llevo prácticamente media vida en silla de ruedas, 17 años».
¿Cómo es tu vida como deportista adaptado y en este caso como haltera? «Actualmente tengo que compaginarlo con Medicina, que es una carrera bastante dura y hay que echarle muchas horas de estudio. Aun así intento organizarme el día para ir a clase y estudiar, por ello siempre intento buscar ese huequito de entrenamiento de 2 horas, que intento que sea por la mañana para quitármelo de encima y tener el resto del día para la Universidad. De resto intento preparar bien los campeonatos con mi entrenador, Isaac Rojas. Entre los dos planificamos los programas de entrenamiento a corto o largo plazo, según la competición, y también la alimentación, porque compito en un deporte de peso corporal, por lo que siempre tengo que mantenerme en un peso y en buena forma física. Así que mi día a día es alimentarme bien, entrenar bien y tener todo el tiempo del mundo para estudiar y que ninguna cosa supla a la otra compaginándolo todo».
Tu amor por la halterofilia llegó tras un proceso de prueba por varias disciplinas, ¿qué otros deportes adaptados has practicado? «Pues practiqué baloncesto en silla de ruedas, que es el deporte rey para los discapacitados con la natación, y no se me dio mal. Empecé a practicarlo en Toledo, en el propio hospital, porque se nos daba la posibilidad de jugar, pero ya al llegar aquí me vinculé a un equipo federado porque era la forma más factible de hacer deporte. Luego me tuve que ir a estudiar a Gran Canaria INEF, por lo que entrenaba con el equipo de allí y jugaba con el de Tenerife, así que me pasaba todos los fines de semana viajando y lo dejé porque esa situación cansa. Después empecé a practicar bádminton de casualidad en primero de carrera porque teníamos una asignatura de deportes de raqueta, y vi que se me daba muy bien jugando con mis compañeros. Empecé a competir y tuve que elegir entre las dos. Decidí seguir con el bádminton porque se me daba mejor y creía que podía ser un buen filón para ganar títulos, becas …».
¿Por qué llegó la halterofilia a tu vida y cómo fueron tus inicios? «La halterofilia también la descubrí de casualidad cuando estaba jugando a baloncesto, porque tenía que ganar masa muscular y ponerme fuerte para tirar de la silla. A partir de ahí, empezamos varios integrantes del equipo a levantar peso, vimos que no se nos daba mal y también comenzamos a competir. Luego si la dejé aparcada por el bádminton. Pero llegué de Gran Canaria a Tenerife y mi vida cambió. Empecé a trabajar y tenía muchas dificultades para practicar el bádminton: necesitaba una silla específica, las redes, las pistas, no conseguía con quien entrenar…así que con todas estas trabas vi que la halterofilia era más sencilla de practicar por tiempo y necesidades. Este año la Federación Canaria de Bádminton me ha propuesto que me vuelva a vincular a esta disciplina y que me prepare para las Paraolimpiadas de Tokio 2020. Para ello tendría que dejar de lado la halterofilia, así que tendrían que plantearme un proyecto muy bonito para abandonar este deporte».
«Mi objetivo a largo plazo son las Paraolimpiadas de Tokio 2020, ya sea por bádminton o por halterofilia»
¿Qué tiene la halterofilia que no tengan otros deportes para ti y en qué consiste la halterofilia adaptada? «La clave es que aparte de mantenerte en forma y sano, para el poco tiempo que tengo, es una forma de entrenar sencilla y básica, ya que no necesitas implementos especiales para practicarla, solo necesitas alguien que te ayude a levantar el peso y un press de banca. Digamos que la halterofilia no me da tantos problemas como otras actividades como el bádminton y me es más fácil de llevar en mi día a día. Y la halterofilia adaptada o el ParapowerLifting, que es el concepto que más se utiliza actualmente, es muy similar al PowerLifting o la halterofilia corriente. La única diferencia es que al realizar una repetición, ellos si pueden llevar la barra hasta el pecho y hacer el rebote, en cambio nosotros tenemos que bajar la barra con control y pararla en el pecho, para luego subirla de forma controlada hasta arriba».
¿Qué papel juega un entrenador en esta disciplina? «El papel en este caso de Isaac es primordial para mí. A pesar de que estoy licenciado en INEF y podría prepararme yo mismo los entrenamientos de cara a cualquier torneo, para mí es una satisfacción y una facilidad que una persona, que es una eminencia nacional e internacional en el mundo del deporte y que entrena a muchos deportistas de élite, sea la que se estruje la cabeza para mejorar mis entrenos y los levantamientos que haga. Es un placer y un ahorro de tiempo al fin y al cabo. Yo me centro en estudiar, en la dieta y en mantener el peso, y él en organizar todos los entrenamientos y en buscar que levante cada vez más kilos».
Pasas a tercero de Medicina, ¿por qué este Grado, alguna razón en especial? «Medicina la elegí por varios puntos. Principalmente porque una vez acabé INEF en Gran Canaria quería seguir estudiando, pero me era imposible allí porque cuando acabas la carrera te quitan la beca, por lo que me volví y me salió la posibilidad de las oposiciones para trabajar en el Cabildo y se me quitó de la cabeza estudiarla. Pero en el verano de 2014 mi abuela se fracturó el fémur y estuvo ingresada mucho tiempo, así que me pasaba los días allí viéndola y me entró el gusanillo de nuevo al ver el ambiente del hospital y ver a varios amigos que trabajaban en el mundo sanitario. Así que me informé de cómo estaba la Facultad de aquí, cómo era de accesible y me decidí a entrar trabajando a la vez el primer año, algo que fue bastante complicado. También otro punto que me influyó, lógicamente, es porque al tener una lesión medular estoy muy vinculado a la Medicina».
¿Desde tu punto de vista da la ULL facilidades a los deportistas adaptados? «A la hora de instalaciones y accesos el Servicio de Deportes siempre está predispuesto y se quieren hacer cosas, aun así normalmente tienes que ir tú y solicitarlas, porque ellos no se van a mojar. Aun así, en mi caso, no he tenido esa necesidad porque entreno en el Health Space, que tiene un convenio con mi equipo el Ademi Tenerife, que es quien me mantiene como deportista de élite. A la hora de los accesos para discapacitados, hay sitios inaccesibles. Hay predisposición para facilitarte las cosas, pero te cansas de actuar de trabajador social. Yo no tengo por qué pelearme y estar todo el día solicitando que se arreglen ciertas partes para poder pasar. Yo sé que se está intentando adaptar la ULL lo más rápido posible y de la manera más coherente, pero si es cierto que falta un poco más de conciencia en ese sentido porque siempre tienes que ser tú y estar pendiente. Por ejemplo, lo inaccesible que es la Facultad de Agraria o lo que me pasó cuando entré en Medicina. Tuve que mirar los aparcamientos para yo aparcar, los baños, tuve que crear un itinerario para llegar a los lugares sin problema, los ascensores… En este caso, al ser el primero en silla de ruedas de esta Facultad, me ha tocado a mí jorobarme y tener que adaptarme y quejarme».
¿Y las instituciones políticas canarias dan las suficientes ayudas en este sentido? «Es lo mismo que con la ULL. Tienes que estar encima de ellos para que te ayuden a pagar el material para ir a los campeonatos. ¿Quieres sacarte la fotito cuando gano? Pues apoquina el dinero. Tienes que ser tú el que pide porque si no, no te van a ofrecer, pero si es verdad que siempre buscan la manera de ayudarte, al menos en mi caso y con el Ademi, que está subvencionado por estas instituciones públicas».
¿Qué referente deportivo tienes tanto en esta disciplina como en el deporte en general? «A mí me encantaba de pequeño en el fútbol Romario por su estilo de jugar, pero a día de hoy no tengo ídolo. Mi ídolo soy yo y quiero siempre vencerme a mí mismo. Pero así que me sirva como referencia en el mundo de la halterofilia diría que el seleccionador nacional de ParaPowerlifting, Domingo García. Él es juez internacional y aparte de que nos entrena a nivel nacional e internacional, es el que nos ha abierto las puertas para poder competir. Nos da consejo y ayuda a nivel psicológico, ya que lleva muchos años siendo discapacitado y en el mundo de la halterofilia adaptada».
«No me gustan términos como el de minusválido porque posiblemente soy el triple de válido que mucha gente»
¿Cuál es el techo y qué objetivos te marcas para el futuro? «Quiero ir pasito a pasito como Simeone, partido a partido. Ja, ja, ja… Hombre si puedo ir al próximo certamen levantando 90 kilogramos sería fantástico, pero un kilo o 500 gramos más se notan. A corto plazo me gustaría seguir ganando el campeonato de España y seguir batiendo el récord nacional hasta lo máximo que pueda: 90, 95 o 100 kilogramos. Y a largo plazo, pues las Paraolimpiadas de Tokio 2020 están ahí. Si es por bádminton o por halterofilia me da igual. Si pudiera ir en estas dos modalidades a la vez sería la bomba, pero es muy difícil mantener un alto nivel en ambas. Creo que en halterofilia tengo más posibilidades porque tengo más experiencia y rodaje».
¿Qué opinas de los términos minusválido o discapacitado? «A mí no me gustan. Tiene que haber un término y la RAE tiene actualmente el de personas con discapacidad, que digamos que es el más light, porque apelativos como discapacitado, inválido, paralítico o minusválido son horribles. Sobre todo porque yo creo que mi currículum y mi formación académica lo dice, que posiblemente soy el triple de válido que mucha gente. Aun así yo no utilizaría ningún término, yo creo que estoy capacitado para muchas cosas y para otras no. Digamos que diferenciarnos ya de por sí es lo malo, que si tenemos que diferenciarnos por algo, que sea por nuestras capacidades y no por nuestras discapacidades».
Si tuviéramos que definir a Airán Fernández en tres palabras, ¿cuáles elegirías? «Exigente, competitivo y justo».
Tienes 37 años si no me equivoco. Visualiza tu vida dentro de diez años: ¿en dónde te ves: con la bata de médico pasando consulta en el hospital, de profesor, en un gimnasio compitiendo…? «Me veo más bien como docente médico en la Universidad y si no es así, como médico rehabilitador de lesiones medulares. En el ámbito deportivo no sé si seguiré en la halterofilia de alto nivel dentro de diez años, pero lo que tengo claro es que seguiré practicando deporte. Algo que me gustaría, que siempre me ha atraído, es participar en alguna prueba de triatlón porque siempre me ha llamado la atención. Para ver hasta dónde están mis límites y qué soy capaz de hacer. Yo necesito el deporte en mi día a día, si no lo hago un día estoy de mal humor. Digamos que es un estilo de vida».
«Mi vida cambió a mejor con respecto a cuando caminaba, a pesar de que fuera un aspecto negativo, y todo ello gracias al deporte»
Desde tu experiencia, ¿qué les dirías a todos esos chicos jóvenes amantes del deporte que sufren una lesión medular u otra discapacidad? «Pues que la vida sigue y que si yo lo he conseguido ellos también pueden. Prácticamente mi vida cambió muchísimo para mejor con respecto a cuando caminaba, a pesar de que fuera un aspecto negativo, y todo ello gracias al deporte que me ha convertido en lo que soy. Así que, en definitiva, les diría que no piensen en ningún momento en desfallecer, que la vida es muy bonita y que se pueden hacer muchas cosas a pesar de ir sentado. Yo por ejemplo he viajado y he hecho muchas cosas que probablemente no lo hubiera hecho de pie».