La función Candlelight: Queen vs ABBA, se presentó este pasado miércoles, 9 de abril, en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria. El espectáculo tuvo una duración de una hora, con el cuarteto de cuerda Animus como intérpretes. El numeroso público presente disfrutó de los más de cuatro años de trayectoria en la industria musical de la banda canaria, formada por Beatriz Nuez, como primera violinista, Izan Fakcón, segundo violinista, David Cáceres a la viola y Paula Torres, con el chelo. El concierto se dividió en cuatro bloques y reunió once canciones emblemáticas.
La expectativa se sentía en el ambiente incluso antes de las 19.00 horas, con el público ansioso a la entrada del recinto. La decoración con velas en los pasillos creaba una atmósfera mágica que realzaba la belleza del evento. Era palpable la expectación, y un silencio reverente se apoderó del espacio justo antes de que comenzara el espectáculo, dejando claro que todos sabían que estaban a punto de ser parte de algo único. Una creación magistral que despertó emociones de principio a fin.
19.30 horas, ocurre lo que todos estaban esperando, se apagan las luces. Los cuatro músicos se suben al escenario, recibiendo un caluroso aplauso. A partir de ese momento, los instrumentos fueron los encargados de dar melodía a la primera canción, Dancing Queen. Tras esta interpretación, regalaron una curiosidad, ABBA se llama así por las iniciales de los nombres de las personas que componían el grupo, explicó Torres. Para cerrar el primer bloque tocaron las canciones Sos y Money, Money, Money.
El segundo bloque dio comienzo con una melodía reconocible, los primeros acordes de Bohemian Rapsody, de Queen, inundaron la sala. A continuación, I Want to Break Free se llevó el protagonismo, un autentico himno del rock del momento, asociada con la lucha por la libertad y el deseo de romper con las normas sociales.
«Es asombroso el impacto emocional que logran transmitir»
En el tercer bloque, el público disfrutó de la composición Waterloo, ganadora de la decimonovena edición de Eurovision, en 1974. A continuación, se escuchó Super Trouper, y el himno del pop, Mamma Mia. Esta obra habla sobre los sentimientos de un amor perdido y la sorpresa al ver como ese amor vuelve su vida. La actuación conmovió intensamente a la audiencia, que respondió con cálidos aplausos. Los instrumentos sonaron con delicadeza, transmitiendo en cada nota una carga emocional que hizo vibrar a la audiencia.
Para finalizar, en el ultimo bloque, se escuchó Don’t stop me now. Acto seguido, con We Will Rock You se invitó a las personas presentes a participar activamente, pidiéndoles que hicieran percusión con taconeos y palmadas, creando una atmósfera de energía y colaboración que contagió a todos el público. Por último, retumbó en todo el gabinete la sinfonía de We Are the Champions, una de las canciones más reconocidas y queridas en la historia de la música, que sigue siendo un símbolo de perseverancia y éxito en todo el mundo.
Cuando parecía que el evento había llegado a su fin, un artista intervino: «Ahora ya para terminar, como regalo, les vamos a ofrecer la última canción, muy mítica del grupo ABBA». Fue entonces cuando Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight) inundó la sala. Nadie se la esperaba, no se encontraba en el repertorio del evento. La chispa perfecta que redondeó una noche para el recuerdo.