Las recientes investigaciones se relacionan con la formación de las galaxias. Foto: PULL

La investigación astronómica, una labor tenaz en las profundidades del cielo

Ciencias

El resplandor de las tinieblas es el último artículo científico de Ignacio Trujillo, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de La Laguna, para la Sociedad Española de Astronomía (SEA). En esta pieza informativa, el autor nos recuerda la enorme riqueza que tiene la evolución de la observación del cielo en la detección de lo que se denominan «estructuras de bajo brillo superficial», objetos astronómicos con menor luminosidad, como las galaxias LSB.

La Sociedad Española de Astronomía es una organización que reúne a profesionales del campo para incentivar así la promoción y el desarrollo de la Astronomía y la Astrofísica en el territorio español. El resplandor de las tinieblas de Trujillo es, precisamente, un ejemplo del objetivo principal de esta asociación: la creación de un foro que discuta asuntos de interés común para la comunidad astronómica.

El artículo científico de Trujillo se publicó a finales del pasado mes de junio. En él, el profesional del IAC hace un repaso sobre cómo hemos avanzado en materia de observación astronómica: «La visión de nuestros ojos permite ver el centro de las galaxias más cercanas. Aun así, tuvimos que esperar a la revolución tecnológica del siglo XVI para que, gracias al uso del telescopio, nuestra especie diera un salto de gigante en la exploración de los cielos».

Muestra de la profundidad adquirida con las herramientas de observación en la visión de la galaxia NGC3486 en los últimos 20 años. Foto: Giulia Golini

Mayor sensibilidad para olvidar lo inaccesible


«En las últimas dos décadas hemos mejorado cerca de un factor 100 nuestra capacidad de detectar estructuras de bajo brillo superficial. Esto representa una sensibilidad un millón de veces mayor que la proporcionada por el ojo desnudo», asegura el astrofísico. Esta amplitud de miras sobre los objetos estelares supone un gran avance para la investigación. Por ejemplo, los halos estelares que rodean las galaxias masivas ya pueden ser detectados gracias a que las imágenes alcanzan los brillos superficiales necesarios para observarlos. Si esto no hubiera sido posible, la revisión del modelo de formación de galaxias vigente hubiera sido inevitable.

La sensibilidad en el proceso de detección, adquirida con la mejora de los telescopios y otras invenciones a principios del siglo XXI, supone una potente herramienta de estudio para la Astrofísica. Las imágenes profundas del cielo que se obtienen permiten analizar con detalle aquello que hasta entonces era inaccesible. «¿Tienen las galaxias un borde definido?» o «¿cuál es la estructura y cantidad de masa estelar en los halos alrededor de las galaxias masivas?». Estas son algunas de las preguntas que lideran las líneas de investigación más recientes.

Hacer visible lo invisible


Entre los avances que ha dado de sí el acceso a las profundidades del Universo se encuentran las «galaxias ultra-difusas». La comunidad científica tenía conocimiento de su existencia desde el pasado siglo, pero no se detectaron hasta el 2015. La dificultad del hallazgo radica en su característica principal: objetos poco luminosos que resultaban invisibles para los telescopios.

El acceso a grandes regiones de nuestro firmamento da paso a nuevas líneas de estudio que comprometen a la mayoría de los ámbitos de la Astronomía: el estudio de la luz zodiacal en el sistema solar, un halo de luz débil fruto de una nube de partículas de polvo; los cirros galácticos en el medio interestelar, nubes moleculares y difusas; las galaxias «oscuras», objetos galácticos compuestos por gas, polvo interestelar y materia oscura, así como la luz intracumular de los grandes cúmulos de galaxias, un haz luminoso de la materia oscura.

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