La pintora Rufina Santana define Lanzarote como su fuente de inspiración. Foto: Alexandra S.

«Estamos en un momento de mucha creatividad, pero falta oficio»

Artes y Humanidades

Rufina Santana (Las Palmas de Gran Canaria, 1960) es pintora y presidenta de la Fundación Curbelo Santana. Desde los diecisiete años reside en la isla de Lanzarote, donde ha desarrollado gran parte de sus obras y evolucionado como experta. «Mi pasión por el arte viene casi de nacimiento. Desde los nueve años decía que era pintora», asegura. Una vocación a la que ha dedicado su vida: «No he hecho otra cosa que no sea arte». La mayoría de sus creaciones se enmarcan en torno a la naturaleza, que clasifica como su musa.

Su fundación, junto a la Universidad de La Laguna, está al frente del I Campus de Escultura, Arte y Naturaleza de Lanzarote, que se celebra esta semana en el municipio de San Bartolomé. Se trata, apunta la creadora, de «ayudar a artistas en su aprendizaje a través del acompañamiento».

Tras años dedicándose al mundo artístico y, en especial, a la pintura, Rufina Santana define su trayectoria como una carrera de fondo. Todo ello la ha llevado a confirmar que «el talento tiene que estar acompañado de un conjunto de cosas. La genialidad tiene que ser trabajada».

«Hay artistas jóvenes que muchas veces necesitan guía»


La Fundación Curbelo Santana surgió de manera natural. «Después de cuarenta años de profesión pretendemos dejar un legado no solo físico, sino una forma de vida», reflexiona la pintora. Además, uno de los principales objetivos se fundamenta en la formación de personas jóvenes que aspiran a convertirse en artistas.

«Vemos que la juventud muchas veces necesita referentes y hay que saber que es lo que tenemos detrás para poder formar el futuro», sentencia. Sin embargo, de la misma manera razona que «cada artista tiene su propio mundo e historias, pero las personas veteranas tenemos la experiencia».

«Nadie nos puede quitar la libertad de crear nuestro propio mundo»


Rufina Santana remarca que el arte «es un ideal que envuelve todas las facetas de la vida». Por ello, sentencia que «quienes nos dedicamos a esto tenemos el privilegio de poder crear nuestro propio mundo». Asegura, además, que quienes empiezan «deben buscar la libertad de forma profunda, con conocimiento y tolerancia hacia todo».

Tras años de recorrido profesional, la pintora recalca que «el arte es un ciclo, una cuestión de intermitencias». De la misma manera, asevera de forma contundente que «una persona que no haya volcado los sentimientos en su obra, transmitirá infinitamente menos».

«He sufrido por ser mujer»


La artista explica que el hecho de ser mujer le ha afectado. Asegura que la competitividad se ha convertido en un factor desagradable de la profesión: «Tienes que batallar y el sector artístico tiene que ayudar a la integración en la comunidad, de una manera u otra».

Ahora bien, la naturaleza se desarrolla como un elemento indispensable en el arte de Rufina. «Me desarrollé en Lanzarote y lo elegí por su paisaje», apunta, para concluir que «recreo el mito, el jardín que fue, pero ya no es. El ideal de naturaleza».

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