«Espero que mi comedia sea como un bálsamo entre tanta desgracia»

Sociedad

Aarón Gómez Rosales es un joven comediante y, en ocasiones, poeta, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1981. Sus obras, su música, los espectáculos, las diversas series, los programas, los shows y su «improvisada vida», son fruto de un trabajo que empezó a la temprana edad de 15 años. En colaboración con otros cómicos, en dúo o en solitario, Aarón siempre muestra su “comedia honesta” y durante sus actuaciones nos da una pausa del mundo que nos rodea para que dediquemos unos minutos a sonreír.

¿Cómo empezaste tu trayectoria como cómico? “Fue gracias a mi hermano, que es cuatro años mayor que yo. Pasábamos mucho tiempo juntos, era mi amigo y me inculcó la pasión que tenía por el teatro. Formó un grupo de teatro y cuando cumplí 16 años, me metí. Entonces escribí una obra de teatro, dirigí un grupo y actué, todo ello sin tener ni idea. Veía que lo que conseguía enganchar a la gente era con la comedia y que me vinculaba fácilmente con el público. Poco a poco fui profesionalizándome y hasta hoy”.

 “Lo que le gusta a la gente de mí es que no tengo un personaje”


¿Cómo describirías tu tipo de humor? “Siempre digo que es honesto porque me he dado cuenta de que lo que le gusta a la gente de mí es que no tengo un personaje sino que soy Aarón hablándole a la gente de mis experiencias y mis vivencias, que son ciertas, aunque obviamente estiradas para conseguir la comedia. A la gente le gusta la parte de mí en la que me ve vulnerable, en la que enseño mis defectos, los subrayo mucho, casi hasta el límite en las que mis virtudes quedan ocultas”.

¿En qué te diferencias de tus colegas cómicos?  “Yo no veo a dos cómicos iguales salvo cuando se pusieron de moda los monólogos hace unos años. Llegó un momento que los veías y echabas de menos cierta naturalidad. Además, hay ciertas empresas que estandarizan el humor y lo consideran una maquinaria porque, como siempre, cuando hay dinero por medio o marcas, intentan que todo sea igual. Pero bueno, esa curva cayó y prevalecieron los cómicos que tenían un cierto estilo. No me considero igual que los demás, como tampoco creo que los demás se consideran iguales a los otros. Por ejemplo, tengo puntos en común con Manolo Vieira, no en talento, pero sí en lo que decimos. Cogemos la realidad y se la ponemos a la gente en la cara”.

«Mis reflexiones en redes sociales funcionan como un paracetamol”


¿Cómo te llevas con las redes sociales? “Envenenan mucho. A veces ves un comportamiento que te molesta y en vez de meterte en el fregado donde hay quinientas mil personas chillando, yo lo que intento es interiorizarlo, empatizar, digerirlo y transformarlo en algo bello. Subo a las redes una reflexión y veo que la gente la comparte. Son temas escabrosos que yo los llevo a otro punto de vista y los enfoco de otra manera. La verdad es que funciona como un paracetamol. Funciona como un riñón, filtro a través de ese estilo y se queda la basura por un lado y sale algo productivo”.

¿Hacer reír es tan gratificante como parece? “Lo es. También tiene una parte muy dura, que es la de estar en casa pensando qué hacer o que esa idea puede no funcionar. La comedia tiene una cosa fantástica y es que hay un feedback. Sueltas un chiste y al segundo sabes si ha llegado a su objetivo o no. A mí me encanta, es súper gratificante, casi una droga”.

Después de tanto tiempo en el escenario, ¿sientes miedo, agobio o estrés antes de salir a actuar? “Sí, totalmente. Los miedos cambian, mutan porque es como las gripes que, una vez te haces resistente a ella, viene al año siguiente con otros síntomas que no te esperabas. Cada año, para mí, los miedos son diferentes. Cuando empecé de adolescente, vomitada antes de todas las actuaciones, lo pasaba fatal y quería anularlas. Ahora no me pasa, pero sí que hay nervios”.

“Sobrevivo gracias a la improvisación en todos los aspectos de mi vida”


¿Cuánto tardas en escribir un guion? “La única vez que hice las cosas como en teoría las tenía que hacer fue en mi último show. Escribí el guión durante una semana, más o menos. Tenía un montón de ideas, como pequeñas pautas. Las desarrollé un poco y se las interpreté a un par de personas en casa. El oficio me dice que si te lo cuento en frío y no está la magia del teatro por medio, en la que hay un montón de gente que se ríe y se contagia, pero te consigo sacar dos o tres sonrisas, sé que eso se multiplicará por veinte en el escenario. Otro día improvisas, te sale una broma nueva, y la metes. Son organismos vivos que van creciendo contigo”.

Entonces, ¿improvisas mucho? “Muchísimo. Dejo casi el 50 % a la improvisación. Confío en que en el escenario, con esos nervios, salen cosas. De hecho, me pasó en el estreno de Todo de Nuevo. Era una historia que yo, en principio, no le daba un duro, pero al final fue de las mejores porque en el escenario se me ocurrió una cosa que la hizo crecer. Sobrevivo gracias a la improvisación en todos los aspectos de mi vida. En la vida en general, voy fluyendo día a día porque mi cabeza no es para nada ordenada. Es una tormenta”.

“La webserie ha sido una de las mejores experiencias de mi vida”


¿Estudiaste en la ULL? “No. Estudié fuera, volví y estudié en una universidad privada porque me pilló en una época rara en la que quería huir un poco de lo típico, de casa de mis padres, quería viajar… Me dio mucha pena no estar en la universidad pública”.

Tu webserie está siendo un éxito. Colaboras con muchas caras conocidas como David Sáinz, Lucía Hoyos o Juan Amodeo, entre otros. ¿Cómo ha sido la experiencia?  “Fantástica. Ha sido de las mejores experiencias de mi vida. Con David, Teresa Segura y todo el equipo había hecho la película Fogueo, que sale en diciembre, y confiaron en mí para Mambo. Fue duro porque lo grabamos en agosto, en Sevilla, con mucho calor, y lo pasamos un poquito regular. Fue un hándicap para rodar, siempre pendientes del calor. Sin embargo, fue una experiencia brutal. 28 días a todo trapo, trabajando con una mente muy rápida como es la de David. Se escribieron y grabaron treinta canciones en una semana.  Se grabaron seis capítulos de la primera temporada y esperamos que haya una segunda el año que viene”.

¿Y no grabaron en Canarias? “No, aquí nada. Se lo propuse a David. Lo que pasa es que ellos tienen el equipo en Sevilla y me dice que traerlo es complicado. Sin embargo, estoy intentando convencerle porque esto es maravilloso para grabar. Estamos tranquilitos, fresquitos, con la playa… Ja, ja, ja…”.

«Es complicado pensar en cómo puede mejorar el próximo año”


Si tuvieras que dar una descripción de nuestra sociedad, ¿cuál sería? “Creo que estamos conviviendo varios tipos de evoluciones de humanos al mismo tiempo. Hay una parte de la sociedad que ya ha mini evolucionado. Y me baso en la empatía, en el intentar entender cómo es el resto de la gente, de ponerse en los zapatos de otras personas, de tratar de no enjuiciar rápido y no prejuzgar. Y después hay otra parte que se ha quedado más en  las cavernas. Y esta gente convive con nosotros. Me refiero a gente que viola, mata, tortura animales… Espero que acabe por prevalecer la cara de la moneda que nos haga seguir adelante”.

¿Qué sensaciones te llevas de este 2017? “Muy buenas. La verdad es que ha sido un año fantástico. He acabado el año cansado, llego agotado pero muy feliz. He participado en un corto que está preclasificado para los Goya y en una película. He viajado a Japón, he estrenado tres shows, los teatros se han llenado casi siempre…».

¿Y qué esperas de 2018? «Con quedarme igual me conformo. No puedo pedir más”.

Unas pocas líneas no son suficientes para definirme, soy periodista, pero no tan buena. La comunicación forma parte de mí y con ella, ahora desde la Universidad de La Laguna, sirvo a la sociedad. Siempre actitud, disposición, ganas y trabajo.

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