«Los objetos deben estar con las personas para quienes ese simbolismo es importante». Foto: PULL

Entre vitrinas y saqueos

Opinión

Lo admito, me incomoda la seriedad con la que muchos museos europeos presentan objetos que fueron saqueados. Se exhiben con mucho orgullo, en vitrinas impecables, acompañados de placas informativas que hablan de su origen, su antigüedad y su valor como reliquia. El problema es que casi nunca se menciona cómo llegaron hasta allí. No se habla de guerras, de expolios ni de colonialismo. Se disfrazan como piezas históricas de estudio y conservación, cuando en realidad son tesoros que no les pertenecen. Presumen de preservar la historia, aunque esa historia no sea suya.

A finales del siglo XIX a un puñado de exploradores o expoliadores, según la perspectiva, les preocupó que África, por hacer referencia al continente más damnificado, pudiera ser reclamado por otras potencias. Fue en ese momento cuando algunos países europeos decidieron iniciar una carrera con el objetivo de asegurarse la mayor posesión de tierras posible. Esto todos lo conocemos como el reparto de África, de nuevo, por poner un ejemplo. Para ello, se reunieron en la conferencia de Berlín en 1884 y, de ahí, nace el principio de ocupación efectiva. Básicamente buscaban hacerse con un pedazo del pastel. La gran aventura de llevarse lo ajeno.

«Vinieron, vieron… y se lo llevaron»

Al amparo de este principio, las potencias europeas podían reclamar su autoridad sobre una región alegando toda una inmensidad de razones para justificar sus hechos. Qué su presencia fuera bienvenida o no, no carecía de importancia para colonizar un territorio. En otras palabras se convirtieron en turistas con licencia para saquear. Vinieron, vieron… y se lo llevaron. Es así como se fundamentaron muchos de los museos más importantes del mundo. Y en esos museos siguen. ¿De verdad en Occidente somos incapaces de valorar y construir nuestros propios símbolos sin depender del arte y la memoria de otros pueblos?

Hay que ser sinceros, los objetos deben estar con las personas para quienes ese simbolismo es importante, y son ellas las que han de decidir el modo en que esos objetos deben interactuar con el resto del mundo. Que sentimiento de pertenencia me puede hacer sentir a mí unas placas pequeñas con tallados ancestrales. Ninguno. Es decir, son admirables debido a sus maravillosas cualidades como obra de arte, pero eso no quita que me sienta más identificado sentimentalmente con piezas de mi propia cultura. En cambio, para Nigeria, recuperar los miles de bronces de Benín saqueados y exhibidos en muchos museos de Europa supondría reparar parte de su legado.

Se conocen más de 2500 Bronces de Benín repartidos en diez grandes museos de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos. Foto: A. Vella

Cuando viajo a un país quiero conocer su cultura en su propio contexto, empaparme de su historia contada por quienes la han vivido y heredado. Si los países africanos tuvieran de vuelta sus propias reliquias y obras de arte, serían ellos mismas quienes decidirían cómo exponerlas, desde su propia perspectiva y sensibilidad. Serían una ventana auténtica a su pasado, no una versión filtrada por quienes las tomaron sin permiso. En cambio, cuando entras en un museo europeo y ves artefactos de cada rincón del Mundo, lo que realmente se exhibe no es la diversidad cultural, sino la historia contada desde un lado. No hay un relato honesto de pérdida o resistencia, sino una narrativa construida por quienes se apropiaron del legado ajeno.

Es por ello que es inevitable admitir que los museos generan economía allá donde residen. Cuando visitamos Londres, el Museo Británico es una parada obligatoria, al igual que el Guggenheim en Bilbao, el Louvre en París o los Museos Estatales de Berlín, entre muchos otros. Los objetos que fueron arrancados de sus lugares de origen en la era colonial siguen exhibiéndose hoy en día por la misma razón: su valor excepcional. Su presencia enriquece a cualquier país que los posee, aunque rara vez se reconoce que su origen es el expolio. Quizás, sería mucho más sencillo que admitieran esto.

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