Juan Ramón Núñez, doctor en Historia y docente en la Universidad de La Laguna, explica que el bosque de la laurisilva crecía por toda el área de influencia del mar de nubes. El profesor expone que «esta formación forestal llega a una altitud longitudinal limitada por la humedad». Así, otras especies dominan a mayor altitud: «El pino canario resiste mejor el estrés hídrico, por lo que es natural de la vertiente sur y de las zonas altas de la cara norte de las islas». El experto alega que, a partir del siglo XVII, comienza la deforestación para la creación de terrenos de cultivo.
«La siembra de castaños fue muy habitual, como producto de primera necesidad en la fabricación de barricas y para la cestería», destaca el historiador. Este indica que el suelo de la laurisilva es muy rico durante los primeros años después de su tala, por lo que su desaparición se acrecentó. De esta manera, ejemplifica con la situación de algunos municipios: «En La Orotava, desde el primer tercio del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII, se calcula que fueron destruidas más de 4 mil hectáreas de la vegetación original».
El historiador esclarece que la introducción de las papas en Canarias favoreció la degradación de la laurisilva, ya que «es un cultivo que se adapta muy bien a los terrenos que resultan al destruir la masa forestal». De modo que contextualiza la situación entre los años de 1770 y 1820: «Nos encontramos en el periodo de hambre de tierras». Todos los grupos sociales mantienen un gran afán por conseguir áreas de cultivo en esta época, según el entrevistado. Entonces, llegado el siglo XVIII, quedaban muy pocos rescoldos de este bosque terciario en Canarias.
«La fotografía área de 1954 muestra unas Islas con inexistencia de las áreas forestales actuales»
«Las autoridades regionales comienzan, entre los años 1905 y 1906, a preocuparse por la situación de los montes del archipiélago», esclarece el docente. El motivo es la disminución de los caudales de agua, sin embargo, «los incentivos para la apropiación de tierras era muy alto». Cuando llega la desamortización en el siglo XIX y el Estado propone la venta de los montes, los mandatarios canarios no vendieron aquellos que conservaban restos de la cubierta forestal, según relata el entendido.
Las grandes áreas de laurisilva habían quedado arrasadas en periodos anteriores al siglo XIX, según manifiesta Ramón: «La fotografía área de 1954 muestra unas Islas con inexistencia de las áreas forestales actuales». Así, encontramos descripciones de ejemplares vegetales de un gran tamaño, en comparación a los actuales, en los registros del siglo XVI . El entendido alude, así, a las dimensiones que se otorgaban a las tablas de madera obtenidas de estos árboles: 6 metros de largo.
Por ello, el estudioso expresa que, las zonas que hoy en día se conservan, son el resultado del crecimiento a lo largo del siglo XX. Aunque, destacan las reintroducciones de especies equivocadas, como el eucalipto, con fines lucrativos: «la demanda de madera por parte de la construcción potenció estas prácticas en el territorio insular».