El VI Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones comenzó el pasado miércoles, 19 de abril, en Mérida. El evento, también retransmitido de manera online, reunió a más de una decena de ponentes que, desde una perspectiva socio periodística, analizaron trabajos y coberturas migratorias. Tras la exposición de la película Norda, que muestra las dificultades de la migración, tuvo lugar la primera charla: La masacre de Melilla, donde se analizó todo el crimen que, según el periodista de Cadena SER Nicolás Castellano, provocó que «desde el primer momento la sociedad fuese víctima de una manipulación».
Durante la primera sesión, con el objetivo de analizar la masacre de la Valla de Melilla acontecida en junio del año pasado, se estudió el silencio informativo en el que se vieron envueltos los medios de comunicación nacionales. En la primera parte del Congreso, moderada por el subdirector de la revista mensual La Marea, Daniel Domínguez, participaron el fotoperiodista Javier Bernardo y Mohammed-Amine Abidar, activista de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en Nador. «En Melilla no se produjo una tragedia, hubo una masacre», afirmó Domínguez para dar comienzo al coloquio.
Javier Bernardo, que lleva cuatro años afincado en Melilla, explicó que «normalmente no se puede acercar a la Valla fronteriza, pero el día de la masacre no me impidieron el paso». Tras escuchar un helicópetero, «empecé a fotografiar, pero debido a que es una zona de alta seguridad, vino la Guardia Civil». Sin embargo, después de entregrar la documentación necesaria, «me dejaron hacer fotografías a pie de Valla». La producción de imágenes, en palabras de Bernardo, «permitió que los medios se hicieran eco y denunciasen la realidad».
La cobertura nacional
De la mano de Jairo Vargas, periodista de Público; Gabriela Sánchez, del Diario.es; y Nicolás Castellano, se hizo especial hincapié en la cobertura, a nivel nacional, realizada por los medios de comunicación. «En medios generalistas, las migraciones solo ocupan hueco cuando son un pico dramático», aseveró Castellano y añadió que, «tuve que hacer de freno. Tardamos más horas que nunca en conocer los datos porque no teníamos manera de comprobarlos».
Por su parte, Jairo Vargas aseguró que «el salto del 24 de junio era distinto, veíamos que era diferente» y, cuando empezaron a llegar las imágenes y la información confirmada, «intentamos completar un puzzle que era totalmente novedoso». El 26 de junio, dos días después de la masacre, Gabriela Sánchez decidió ir a Melilla: «Sabía lo difícil que era trabajar desde el lado marroquí, pero las cifras de personas desaparecidas y muertas no paraban de aumentar». Una vez llegó al lugar, «las personas supervivientes estaban confinadas, pero pude hablar con ellas a través de las rendijas del Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI)».
El CETI se encontraba tapado, «querían ocultar información», subrayó Jairo Vargas. Para él, el objetivo de su estancia en Melilla era «desmontar las mentiras políticas e intentar conseguir relatos de primera mano».Castellano, que también acudió a Melilla, declaró que «la única manera de conocer la realidad era ir a Marruecos porque desde el terreno se desmiente la información falsa» y agregó que «mediante el relato se reconstruyó una gran mentira creada por dos Estados: el Español y el Marroquí». Hoy, a poco menos de un año de la masacre, «España es incapaz de explicar qué pasó en su suelo».
«En el salto se priorizó la frontera»
Después de investigar cómo habían sido los días previos al salto, las personas supervivientes, según Vargas, aseguraron que fueron hostigadas. «Habían muchas familias que buscaban a quienes saltaron la Valla fronteriza, pero en Nador ya no quedaba nada». De manera improvisada, el periodista decidió ir a donde estaban las personas trasladadas: «Fuimos a Casa Blanca y entrevistamos a decenas de personas». Sin embargo, «sentí miedo por quienes estábamos entrevistando», comentó Sánchez.
La investigación posterior, en la que participaron multitud de periodistas de diferentes partes de Europa como la experta en migraciones de El País María Martín, ejemplificó la brutalidad empleada durante el salto. «Tuvimos acceso a una grabación de ocho horas en la que se veía a personas amontonadas que pedían ayuda al helicóptero que pasaba», afirmó Martín. Esto dejó entrever que, durante el crimen, «hubo dos cosas: personas y una frontera, pero se priorizó la frontera».