El director escénico, actor y miembro fundador de Insularia Teatro, César Yanes. Foto: PULL

César Yanes: «En Insularia Teatro concienciamos desde la diversión»

Cultura / Ocio

Es una fría tarde de Mardi Gras. Sobre las tablas yacen los restos de un desfile de carnaval: purpurina y confeti sucio. A cada lado del escenario, una silla vacía. Justo en el centro, un mesa camilla cubierta con un guardapolvo de encaje blanco. Sobre ella, un teléfono amarillento que se bifurca en dos audífonos sujetos al mismo cable rizado. El periodista entra a escena en pijama, se mete una aspirina en la boca y se sienta en una de las sillas. Sujeta el teléfono con la barbilla y marca el número de nueve cifras. César Yanes, que estrena este domingo R3: Máquina del futuro! en el Teatro Victoria de la capital tinerfeña, se precipita a responder desde el lado opuesto del escenario. Espera tres tonos. Uno. Dos. Tres. Entonces, se abre el telón.

¿De dónde nace su amor por el teatro? “En realidad, no lo tengo muy claro. Supongo que tuve profesores que despertaron mi curiosidad por la literatura. Como decía Lorca, el teatro es la poesía que se levanta y se hace sangre, se hace humana. Desde muy pequeño sentí el impulso de sacar la literatura de los libros y materializarla en escena. En mi familia, además, siempre ha estado presente cierta sensibilidad por la cultura y, en especial, por la música. Al final, son las experiencias vitales las que me han conducido hasta el teatro. Mal que me pese. Ja, ja, ja…”.

Ha estado en ambos lados de la producción: sobre las tablas y fuera de ellas. ¿Dónde se siente más cómodo? “Los años me están demostrando que el entorno en el que me siento más seguro es el de la dirección escénica. Sin embargo, no me arrepiento de los años que me he dedicado a la interpretación. Como director, es indispensable conocer el proceso al que se someten los actores para llegar hasta su personaje. Vivirlo de primera mano te permite reunir la experiencia y el material suficiente para entender las necesidades y complicaciones que se le pueden plantear el reparto. De todos modos, no creo que sea capaz de mantenerme alejado de los escenarios durante mucho tiempo. En el teatro se crea un vínculo con el público”.

«Me gusta emocionar en directo, no en diferido»


¿Esa es la razón por la que se ha alejado del mundo del celuloide? “Así es. En cine, siento que no conecto con la gente y eso me hace sentir muy incómodo. El teatro, en contraposición, es un ritual mucho más directo, vivo e incluso carnal. En escena siempre está presente el riesgo del error. En pantalla, en cambio, solo se muestra la mejor toma; al espectador le llega una versión sintetizada de lo que el director considera como la interpretación más acertadas de su actor. Los que nos dedicamos al teatro, no obstante, disfrutamos de la adrenalina que genera el cara a cara con la audiencia. A mí me gusta emocionar en directo, no en diferido”.

¿Cómo ha sido el trabajo con los dos actores protagonistas en su última producción, R3: Máquina del futuro!? “Como siempre, es un lujo colaborar mano a mano con Leandro González, el otro miembro fundador de Insularia Teatro. Esta vez, además, incorporamos en nuestra plantilla a Mar Gutiérrez, una actriz estupenda y compañera de la Asociación Cultural Grupo de Teatro Sol y Sombra de Icod de los Vinos. De algún modo, es una manera de agradecerle haber acogido a aquel chaval de 14 años que buscaba una forma de empezar a profesionalizarse en el teatro. Esta requería, además, de gente con mucho talento, porque aunque el tema del cambio climático sea trágico, lo hemos abordado desde la comedia. Para colmo, lo que en un principio se planteó como una máquina del tiempo con todo tipo de efectos, por limitaciones de la producción se convirtió en un pequeño papel que yo mismo desempeño durante la representación”.

Autodirigirse no debe resultar nada fácil… “En realidad, es muy complicado. Como los directores escénicos siempre intentamos tenerlo todo bajo control, cuando nos toca actuar a nosotros queremos que pase rápido; necesito ver el trabajo de los actores, comprobar la escenografía, la iluminación… Esa es la razón por la que hemos convocado algunos pases con público. Es genial actuar en petit comité, porque así podemos intercambiar opiniones abiertamente con los espectadores. Muchos de ellos son compañeros especializados en teatro y otros son, sencillamente, familias que vienen a darnos su opinión sobre el desarrollo de la trama y la construcción de los personajes”.

«Buscamos que el espectador se posicione en los conflictos que planteamos»


¿Harán cambios para el estreno? “Desde luego. Y es muy probable que tras el estreno también. Es otra de las diferencias con respecto al cine: el teatro es un organismo vivo. Cada actuación tiene que ser espectacular y eso depende de muchas cosas. A lo mejor en el momento más trágico de una representación, un espectador tose y se distrae todo el patio de butacas o se desconcentran los actores. Una propuesta escénica siempre se presta a evolución, es susceptible de ser mejorada a medida que se estudian las reacciones del público y de los propios integrantes de la producción”.

¿Es una complicación dirigir para un público infantil? “El público infantil es más sincero. Si le gusta la historia va escuchar y si no, no. En ese sentido, es necesario buscar la simbiosis entre entretenimiento y concienciación. Nuestro espectáculo busca entretener, pero también instruir e informar. Aunque no se trata de una historia bonita, la obra no puede perder de vista su condición de espectáculo familiar porque intentamos crear público, no espantarlo. Por eso, los dos marcianos que vienen a darnos una lección sobre las tres erres (reducir, reciclar y reutilizar) no pretenden martirizar a los niños, sino contribuir a la causa medioambiental en la medida en que el arte puede incentivar un cambio de actitudes y valores. Consiste, a fin de cuentas, en concienciar desde la diversión. Ese es el reto fundamental de esta pieza”.

¿Cómo ha sido todo el proceso de producción de R3? «Como viene siendo habitual desde nuestra obra Federico y Salvador, partimos del texto de Gerardo Barrios. Previamente, todos los miembros de la compañía acordamos un tema y su público exponencial. Sobre el libreto se emprende el proceso de selección del elenco, el equipo técnico de producción, escenografía, vestuario, imagen corporativa… Esta vez tuvimos la suerte de que el Ayuntamiento de Icod de los Vinos nos cedió el teatro local durante tres meses para poder ensayar sin la incomodidad de trasladar todo el equipo día tras día. La brújula que nos orienta es el deseo de transformar, al menos un poco, al público, sacarlo de la indiferencia. Tanto es así que muchas veces lo que buscamos es que se posicione en los conflictos que planteamos”.

«En nuestros viajes por Latinoamérica aprendimos que el teatro es un lenguaje universal»


¿R3: Máquina del futuro! es un encargo o una iniciativa de la compañía? “Bueno, todo empezó porque el Ayuntamiento de Garachico nos invitó a participar en un evento para la Hora del Planeta. Allí no había sino un bosquejo de la historia, fue la chispa que desató el incendio que es ahora R3. Hay una diferencia cualitativa enorme; lo que en principio eran un par de marcianitos que jugaban con los niños y reciclaban cosas en una máquina se ha convertido en un conflicto entre dos extraterrestres y la humanidad entera. El personaje de Mar Gutiérrez, que se queda prendado de la especie humana, tendrá que decidir si quedarse a guiarnos a reconducir la cuestión medioambiental o abandonarnos a nuestra suerte. Aquel espectáculo de veinte minutos no fue sino el motor que hizo despertar a una máquina que ahora funciona durante algo más de una hora”.

La compañía ha viajado a la Península, pero también a países latinoamericanos, como Bolivia y Argentina. ¿Qué se lleva de esas travesías? “Es genial conocer a otras compañías, a otros compañeros y otras formas de contar alrededor del mundo. Pero al final nos dimos cuenta que el teatro es como el jazz: un lenguaje universal. Una anécdota divertida es cuando fuimos a representar De hombre a hombre en una pequeña ciudad de Bolivia, una suerte de Lolita con la temática LGTB como telón de fondo. El caso es que un medio local tituló que ya llegaban los ‘pederastas’ a la ciudad. A nosotros nos hizo muchísima gracia, pero nos pareció un recibimiento de lo más loable porque probaba la notoriedad que iba adquiriendo nuestra obra. No concebimos el teatro sin una reflexión particular sobre la vida o la existencia. De cualquier otra forma, no es teatro, es puro pasatiempo”.

¿Se avecinan nuevas aventuras pronto? “En unas semanas nos iremos a Paraguay con Federico y Salvador. También estaremos en Venezuela, en el Festival de Teatro de Caracas. Estamos muy emocionados porque nos permite ampliar las fronteras de nuestra arte, así como el bagaje que poco a poco vamos acumulando como compañía. Además, consideramos que es fundamental hermanarnos con la cultura latinoamericana. Como canarios, no solo somos fieles admiradores de su teatro, sino que compartimos más raíces con ellos que con el resto de Europa”.

«No recibimos ningún tipo de financiación pública»


¿Qué tiene Insularia Teatro que no tengan otras compañías? “Es una buena pregunta. Yo creo que, en nuestro caso, existe un especial interés por la forma, no solo en lo textual, sino también en lo musical. El producto que ofrecemos (y lamento hablar en términos comerciales, pero a fin de cuentas somos creadores de cultura) presta mucha atención a la calidad, pero también a la variedad de propuestas. Al vino, vino, por ejemplo, más que una pieza de teatro al uso es un evento, una suma de recitados y cuentos de la cultura vinícola que viene acompañada de una cata guiada por una enóloga profesional. En ese sentido, nos salimos de lo común y jugamos con públicos muy dispares al de, sin ir más lejos, R3. A nosotros lo que nos mueve es el amor por el oficio, cuidamos a nuestra audiencia y la invitamos a regresar una y otra vez al teatro. En ese sentido, lo que nos distingue es lo artesanal”.

¿Reciben ayudas de las instituciones públicas? “No. Es una pena que con el teatro de calidad que se lleva a cabo en las Islas, las subvenciones sean tan pobres. Aunque poco a poco parece que se van abriendo nuevas posibilidades, nosotros como compañía no recibimos ningún tipo de financiación por parte de las instituciones locales. A través del Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias lo único que hemos conseguido son bolsas de viaje que nos permiten aliviar los costes de desplazamiento del material escenográfico y de los profesionales involucrados en cada producción. Aún así, no es suficiente”.

¿Por qué debería el público acudir este domingo al Teatro Victoria? “En todos los sentidos, R3: Máquina del futuro! no tiene desperdicio. Como montaje teatral, como información para los más jóvenes de la casa y como obra artística. Gerardo Barrios ha construido un relato emocionante en el que también hay cabida para la tensión. Sin ir más lejos, en un momento dado, la propia isla de plástico se levanta y cuenta, a través de la personificación, sus planes para unir el Ártico y la Antártida, y acabar así con el Planeta. Son imágenes fuertes y sobrecogedoras que, gracias al lenguaje poético del teatro, se combinan con canciones divertidísimas y actuaciones maravillosas. Merece mucho la pena que venga toda la familia al completo”.

Lo último sobre Cultura / Ocio

Ir a Top