El acceso, la calidad y el anonimato facilitan su consumo. Foto: D. Rodríguez.

Alba Cabrera: «Canarias es una de las comunidades con más delitos sexuales»

ULL

La mesa redonda sobre El consumo de pornografía y la cultura de la violación que se celebró ayer viernes, 8 de marzo, a las 13.00 horas en el Aula Magna de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna (ULL) estuvo moderada por Yasmina Álvarez, docente de la institución. Aún siendo el Día Internacional de la Mujer, Alba Cabrera, una de las ponentes, reveló un dato agridulce: «El último informe de delitos contra la libertad sexual refleja que Canarias es una de las comunidades con más delitos sexuales».

La charla se dividió en diferentes partes y contó con la participación de dos especialistas que están cursando segundo año de doctorado sobre estudios interdisciplinares en la propia entidad. Cristian Díaz, graduado en sociología hizo un resumen de su tesis La nueva pornografía en la actualidad: características, prevalencia y repercusiones en la sexualidad de los jóvenes y adolescentes. Comenzó explicando que, debido a la globalización en la que vivimos, existe una «nueva pornografía» que presenta una serie de características que facilitan su consumo: el acceso, la calidad y el anonimato.

En España, la página de contenido sexual con más visitas es Porhub. Alcanzó la media de 312 millones de visitas en el año 2022. «Es un producto cultural protagonizado por mujeres y destinado a varones. Ha tenido muchas críticas debido a que se visibiliza la erotización al dolor físico y el sufrimiento al género femenino”, así lo calificó Díaz, quién además añadió que el 45 % de las escenas incluyen, al menos, un acto de agresión física hacía el sexo opuesto y sólo el 18.3 % de ellas son mostradas alcanzando el orgasmo en comparación con los hombres que son el 80 %.

«La edad mínima en la que inician el consumo de pornografía es de ocho años»


El graduado en sociología reveló que las personas que más consumen pornografía son la juventud y que lo hacen a edades muy tempranas: «Según un informe de Save the Children, la edad mínima en la que inician el consumo de pornografía es de ocho años». Esto se debe al desarrollo de las TIC que permiten un fácil acceso, principalmente en los dispositivos móviles. También, explicó que el 70.3 % de los hombres consumen pornografía, mientras que las mujeres sólo representan el 24.3 %. Sin embargo, ambos resuelven sus dudas en páginas de este calibre.

Concluyó su intervención explicando que «las personas que han visto pornografía desde pequeños han mantenido relaciones sexuales a edades tempranas. Además, tienden a realizar cosas que no quieren durante los encuentros sexuales». Incluso explicó que realizan prácticas de riesgo dado que no utilizan preservativos. Esto último se debe a que el 98 % de los videos que se muestran son sin protección.

Yasmina Álvarez, Alba Cabrera y Cristian Díaz tras la mesa. Foto: D. Rodríguez

La segunda parte de la charla estuvo protagonizada por Alba Cabrera, graduada en sociología, quien habló de la cultura de la violación y los mecanismos que se utilizan para normalizar esa violencia sexual que está tan presente en nuestra sociedad. Según ella, es necesario entender que «la cuarta ola del feminismo ha sido posible porque el silencio ha terminado». Esta es la base que ha tenido el patriarcado para seguir actuando. Trató el caso de La Manada, las Temporeras Marroquíes de Huelva o el movimiento Me Too. Realidades que empezaron a romper ese silencio que explicó.

Según Cabrera, “la violencia sexual es un problema estructural y afecta al conjunto de mujeres”. La relación entre sexualidad y violencia es estrecha. La pornografía es una sexualidad basada en la violencia. En el dominio de los hombres sobre las mujeres.  Todo viene derivado de esa normativa patriarcal. Además, a través de su tesis Iniciación sexual y violencia sexual: dos momentos claves en la sexualidad de las mujeres explicó porque vivimos en la cultura de la violación, es decir, normalizamos las agresiones y abusos.

Asimismo, analizó este concepto en dos líneas: las ficciones y los medios de comunión. «Esas relaciones sexuales o esa forma de tratarse entre hombres y mujeres se extiende al resto de contextos, esto se conoce como la pornificación de la sociedad», contó. También explicó que la cultura del porno se está extendiendo a películas, series y publicidad, haciendo que todos los productos culturales estén erotizando la violencia sexual.

«El problema no es mostrar la sexualidad, sino la forma de hacerlo»


Para concluir su intervención, hizo ejemplificaciones que mostraron como los productos culturales erotizan la violencia. Por un lado, habló del arte en la mitología. Personajes como Zeus raptaban y abusaban sexualmente de las mujeres. En el mundo del cine, películas como Blue Movie o El último tango en París mostraban relaciones sexuales basadas en la violencia. Cabrera fue clara: «El problema no es mostrar la sexualidad, sino la forma de hacerlo».

Por otro lado, habló de los medios de comunicación y la manera que tienen de normalizar la cultura de la violación. «Llevan a cabo un sólo relato de violencia sexual, empatizan con el agresor y se culpabiliza a la víctima», así lo explicó Cabrera. Quien además afirmó que estos están apoyados por el sistema jurídico patriarcal. Para ella, la prensa sólo muestra los casos que suceden en un espacio privado. De noche. Cuando es violencia extrema. Así intentan conseguir el mínimo detalle de lo que le ocurre a la víctima.

A modo de cierre mostró al público noticias que publicaron diferentes periódicos que reflejaban como el foco sólo se pone en la denunciante y no en el agresor. De ahí a que se pueda afirmar una vez más porque se normaliza la cultura de la violación y como se busca a la víctima perfecta. Jornadas como esta son un claro ejemplo de que nos queda mucho por recorrer. A lo largo de la conferencia he podido ser testigo de como la opresión y sexualización de la figura femenina ha estado latente siempre. Delante de nuestros ojos e incapaces de percibir. Sólo espero que las generaciones venideras crezcan en un entorno donde las bases sean el respeto y la libertad.

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