Operativo de auxilio en el que migrantes son atendidos por los servicios marítimos de emergencia. Foto: Salvamento Marítimo.

Más allá de la frontera

Sociedad

La ruta de migración atlántica que conecta el oeste de África con las Islas Canarias adquirió mayor relevancia en los años noventa como alternativa a las rutas terrestres y mediterráneas. Sin embargo, en los últimos cinco años, su uso ha crecido exponencialmente debido al endurecimiento de las políticas fronterizas en Europa. En un principio, los principales puntos de partida hacia el Archipiélago eran Marruecos (Safí, Agadir, Sidi Ifni, Tan-Tan…) y el Sáhara Occidental, pero ahora también están partiendo desde Mauritania, Senegal y Gambia, entre otros.

Esta vía migratoria experimentó una disminución de cifras en 2022. Pese a ello, los números de éxodo en este mismo trayecto se reactivaron en julio de 2023 y, desde entonces, continúan en aumento. Más de cuarenta mil migrantes han llegado a Canarias en 2024. Estos registros representan más del doble que hace dos años. Es importante señalar que este crecimiento no implica necesariamente un aumento absoluto en la cantidad de desplazados, sino una reorientación de las rutas debido a la saturación y los peligros de otras vías, como la del Mediterráneo Central.

A esto se suma, que la migración hacia Canarias en los últimos años ha dejado de ser, en mucha menor medida, exclusivamente africana. Un número creciente de personas procedentes de países como Pakistán, Siria y Bangladesh han comenzado a utilizar la peligrosa ruta atlántica. El hecho de que muchas de las vías que conectan el continente africano con Europa estén obstruidas o, mayormente controladas, refleja un cambio en las dinámicas migratorias. Las personas cruzan de punta a punta hasta el África Occidental para embarcarse en las costas.

El principal medio de acceso son las pateras o los cayucos. Ambas, principalmente de madera, se utilizan en las zonas costeras del continente africano para actividades relacionadas con la pesca. Dentro de estas embarcaciones muchas veces se prioriza el transporte de personas. Esto afecta a la estabilidad, ya que se priman las plazas a bordo y las raciones de agua y comida son insuficientes para llegar a las Islas, de ahí la peligrosidad de la ruta. Suelen ser viajes de entre mil y mil quinientos kilómetros en unos seis a siete días de duración en el mejor de los casos.

El trayecto hacia las Islas Canarias


Malick Diouf, un joven senegalés que llegó a Tenerife en 2020 con quince años, pasó ocho días a bordo de un cayuco. Navegó con otras ciento dieciséis personas desde el puerto de Mbour, en Senegal, y aún lo recuerda como «una experiencia traumática». «Tenía miedo. No sabía si íbamos a llegar con vida a España. Dormíamos sentados y hacíamos nuestras necesidades delante del resto de personas. Las noches eran duras, la marea era fuerte y el agua entraba y nos mojaba», recuerda.

Rescate Salvamento Marítimo a una embarcación precaria frente a las costas canarias. Foto: Salvamento Marítimo

Una vez llegan a las Islas, tras ser rescatados en el mar, la población migrante es trasladada a los muelles en donde reciben asistencia inicial antes de ser derivados a campamentos de acogida. No obstante, las condiciones en estos centros suelen ser precarias. Malick cuenta que «pasaba hambre, frío y el agua de la lluvia se filtraba dentro de las habitaciones. Las temperaturas eran bajas y no había agua caliente. Tampoco teníamos intimidad ni espacio, ya que compartíamos una pequeña carpa con otras cien personas».

Así pues, la principal carencia en el servicio de acogida no solo está en los campamentos. Natalia Vargas, periodista especializada en migración y derechos humanos, cuenta que «uno de los mayores problemas está en los centros de menores no acompañados. En la gran parte de los casos no reúnen las condiciones necesarias para asegurar las garantías fundamentales de las personas». Son centros especializados donde se brinda atención integral a los menores que han llegado solos a un país, sin la compañía de sus padres o tutores legales, aunque muchas veces no poseen los medios para hacer su labor.

El acceso a la legalidad migratoria


Estas carencias en los servicios también se vinculan con el respeto a los derechos de la comunidad migrante. Loueila Sid Ahmed, abogada especializada en derechos humanos y extranjería, destaca que «las personas que llegan a Canarias de forma irregular no han cometido un delito, sino una infracción administrativa relacionada con la normativa de extranjería». Esto significa que la entrada irregular no es una falta penal, sino un incumplimiento de las normas migratorias. «Durante su detención, tienen protecciones básicas, como el acceso a un abogado, un intérprete si es necesario, y el derecho a ser informados de su detención, entre otros», subraya la letrada.

Infografía de Caminando Fronteras sobre las víctimas en las tres principales rutas migratorias hacia Canarias en 2024. Foto: A. Vella

Por otra parte, las personas migrantes también pueden ser detenidas temporalmente con el objetivo de ser enviadas a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) o un Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) y ser deportados a su país, pero si no se solicita su internamiento, pueden quedar en libertad. Aunque son libres de moverse, a menudo enfrentan dificultades por la falta de documentación que les impide viajar o acceder a servicios, por lo que necesitan salvoconductos o ayuda de las autoridades migratorias.

El acceso a los trámites de extranjería es deliberadamente opaco y excluyente. Las citas necesarias para regularizar su situación administrativa suelen estar bloqueadas en la página del Ministerio de Justicia, derivando en un mercado paralelo en el que abogados y redes criminales las venden por precios que oscilan entre los 30 y los 600 euros. Este sistema deja a miles de personas sin la posibilidad de obtener una cita, lo que muchas veces implica la caducidad de sus documentos y una mayor vulnerabilidad frente a detenciones en los CIE o CATE.

El propósito de este sistema, según denuncia la filóloga Safia El Aadam en su ensayo España ¿Racista?, «es mantener a los desplazados en situación administrativa irregular y etiquetarlos como ‘ilegales’. Esto facilita las expulsiones disimuladas, ya que las devoluciones en caliente son polémicas y generan críticas». A esta problemática se añade el bloqueo de cuentas bancarias, la pérdida de permisos de residencia y la imposibilidad de acceder a trabajos o viviendas. Todo ello, deriva los plazos administrativos que no se ajustan a esta disfunción intencionada del sistema.

Del mismo modo, mientras la población migrante se asientan en su nuevo lugar de residencia, permanecen a la espera de la resolución de su solicitud de asilo. La petición de protección internacional, que abarca el estatuto de refugiado, la protección subsidiaria y razones humanitarias, les otorga algunas condiciones. «La espera puede ser muy larga, pero el hecho de que lo solicites da ciertas garantías como, por ejemplo, que no te deporten. Si tú solicitas protección internacional, quiere decir que estás sufriendo algún tipo de persecución o conflicto en tu país de origen», señala la periodista Vargas.

El proceso de solicitud de asilo se gestiona electrónicamente, y una vez liberados, los migrantes pueden acceder a recursos de acogida, donde oenegés o ellos mismos gestionan su expediente. «Aunque la mayoría de las solicitudes de asilo en España provienen de América, los grupos desplazados de África representan solo el 5 % de la población extranjera en Canarias, y su acceso al asilo es más limitado. Mientras esperan su solicitud, pueden trabajar legalmente después de seis meses sin respuesta», aclara la abogada.

El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, es el organismo que gestiona los consulados y la embajada en los países de origen. Desde allí, según cuenta Loueila Sid Ahmed, «es donde se deberían realizar los trámites para migrar de forma segura y legal». Sin embargo, se imponen requisitos extremadamente rigurosos. «Cuando, en España, se alude a que vengan por las vías regulares, en el caso de la población africana es una mentira, porque no existen posibilidades materiales de que lo hagan y eso hace que estén obligados a venir de manera irregular», define.

Dicha afirmación hace referencia a una disposición de la Ley 12/2009, reguladora del derecho de asilo y la protección subsidiaria en España. Según esta norma, en teoría, las personas que buscan protección internacional (asilo o refugio) pueden presentar su solicitud en un consulado o embajada española en el extranjero. En la práctica, como explica Loueila Sid Ahmed, esta posibilidad es inviable en el contexto africano debido a la falta de recursos, procedimientos claros, accesibilidad, apoyo local y el riesgo personal que enfrentan los solicitantes, entre otros.

El trasfondo del éxodo


Hay diversos factores que están ocasionando que las personas se adentren en el Atlántico en busca de oportunidades. El hecho de no disponer de rutas seguras y legales para emigrar o buscar protección aumenta los índices de migrantes que abandonan su país mediante trayectos alternativos. José Naranjo, periodista residente en África Occidental, explica cómo la migración es percibida como algo natural para la juventud. «La gran desigualdad, la falta de oportunidades, el cambio climático y la influencia de las redes sociales son factores clave, sumado al impacto cultural y generacional que normaliza la migración en muchos países africanos», apunta.

El cambio climático también afecta a la población más vulnerable. Este fenómeno, según José Naranjo, «atañe particularmente a pescadores, agricultores o pastores, entre muchas otras profesiones, quienes ven cada vez más difícil sobrevivir en ciertas regiones debido a sequías, lluvias irregulares o fenómenos extremos». Todo esto, influye en la migración al agravar las condiciones de vida en muchas zonas del mundo, especialmente en áreas desprotegidas como el Sahel y las zonas costeras de África.

Según datos del Ministerio del Interior, entre los meses de agosto y noviembre de 2023, solamente a Canarias llegaron 26 092 personas por vía marítima. Del mismo modo, en los mismos meses de 2024, la cifra se sitúa en 19 995 inmigrantes, siendo este el periodo con más llegadas de toda la temporada. Esto es debido a que el estado del mar y los vientos son mucho más favorables que en otras épocas del año.

Asimismo, entre las principales causas de emigración encontramos el notable y creciente desequilibrio en el Sahel. Desde 2020, el continente africano ha experimentado una ola de inestabilidad social y política que ha resultado en dieciséis intentos de golpe de Estado, algunos exitosos y otros fallidos. A este fenómeno se le denomina como el cinturón golpista que es un concepto geopolítico que surgió para describir la región de África Occidental, África Central y el Sahel que alberga países con una alta prevalencia de golpes de Estado.

Mapa ilustrativo del cinturón golpista en África. Fuente: Fair Politik

En el fenómeno también existen personas que se lucran con el tema migratorio. Son mafias o redes de tráfico de inmigrantes que surgen, precisamente, porque la movilidad humana se ha convertido en algo ilegal. Por tanto, en muchos de los casos, cuentan con las complicidades necesarias de las fuerzas del orden. «Estas organizaciones son diferentes en función de cada país. En Senegal, los viajes suelen ser más espontáneos, en tanto que en Mauritania o Gambia hay redes más estructuradas. Si hubiera visados o contratos en origen, la gente no tendría que recurrir a estas mafias», asegura Naranjo.

La visión de la migración


Ahora bien, otro de los principales problemas es la percepción que tiene la población española o, en este caso, la canaria, sobre la llegada de inmigración. «Los medios nos estamos centrando mucho en el debate político. Es decir, seguimos mucho la agenda que se marca y eso hace que perdamos tiempo en contar lo importante. Creo que es necesario dedicar tiempo para conocer las historias de las personas que llegan», cuenta Natalia Vargas.

La información que emana de la política y los medios de comunicación, encargados de transmitir el mensaje a la población, influye de manera significativa en la percepción que la sociedad tiene del fenómeno migratorio. Según un estudio de la Fundación ISEAK, las percepciones de la población sobre la inmigración están profundamente distorsionadas. Por ejemplo, al mismo tiempo que los extranjeros representan un 16 % de la población en España, la percepción general es que alcanzan un 28 %. De igual manera, la tasa de paro entre la población migrante se percibe en un 40 %, aunque la realidad es que ronda el 16 %.

Estudio en el origen del sentimiento antiinmigración en España. Fuente: ISEAK

En este contexto, para Vargas «es importante trabajar en darle perspectiva al suceso y no presentarlo como una amenaza, sino como una realidad que las Islas han experimentado durante muchos años debido a su posición geográfica». De hecho, el mismo estudio de ISEAK demuestra que estas ideas erróneas contribuyen al sentimiento de amenaza y alimentan narrativas negativas en torno a la inmigración, especialmente entre sectores de la población con menores ingresos o nivel educativo.

Un ejemplo de estas vulneraciones, cuenta Loueila Sid Ahmed, «es que menores de edad sean alojados en centros para adultos, lo cual contradice los principios de protección al menor y el derecho a la inocencia». En ese sentido, como comentábamos antes, la falta de opciones legales y el tratamiento sistemático de la población africana como una amenaza, cuando en realidad representan solo el 5 % de la población extranjera en Canarias, contribuyen a la criminalización y estigmatización de estos grupos.

Además, como indica José Naranjo, se observa una feminización progresiva de las migraciones. «Cada vez hay más mujeres jóvenes que viajan solas, especialmente senegalesas en los últimos meses, en busca de oportunidades de trabajo o estudio en España». Esta feminización es importante porque refleja un cambio en las dinámicas migratorias, visibilizando a las mujeres como agentes activas en la búsqueda de oportunidades y no solo como acompañantes o dependientes.

La frontera entre Canarias y África es un ejemplo extremo y cercano de la desigualdad en el Mundo. Para quienes viven al otro lado, arriesgar la vida en una travesía peligrosa parece un precio razonable si con ello pueden alcanzar una vida digna. Desde nuestra perspectiva europea es algo que, quizás, cuesta entender, pero desde la perspectiva africana se asume como una especie de fatalismo.

Este fenómeno no puede entenderse solo como una crisis migratoria, es el resultado de múltiples factores. La falta de respuestas estructurales, tanto en los países de origen como en los de destino, perpetúa una situación donde miles de personas arriesgan su vida cada año. En última instancia, entender este fenómeno requiere ir más allá de los titulares y acercarse a las realidades de quienes protagonizan estas rutas.

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