El Sauzal volvió a respirar música por sus cuatro costados. La Primavera Musical 2022 se inauguró ayer domingo, 13 de marzo, en un teatro municipal prácticamente abarrotado. El presentador, Moisés Évora, tomó los mandos del espectáculo a las 18.15 horas en un discurso inicial con agradecimientos hacia las instituciones que hacen posible el evento y con un pequeño repaso histórico de la Federación Tinerfeña de Bandas de Música. A continuación anunció al director de la Banda Insular, Juan Antonio Rancel.
Tras estos primeros compromisos, se dirigió al público para proponer un viaje por el interior del ser humano en tres etapas. La primera, dedicada a «la curiosidad que nos genera la aventura y el morbo de lo desconocido»; la segunda, al azaroso mundo de las emociones, y la tercera, centrada en las creencias, la espiritualidad y la religiosidad. Todo esto a través de tres reconocidas obras de la literatura universal: Robinson Crusoe, Otelo y La Divina comedia, respectivamente.
La obra de Daniel Defoe, con una partitura escrita por Bert Appermont, abrió la tarde al ritmo de los instrumentos de viento y de percusión con narraciones intermitentes del presentador.
La música como lenguaje del alma
Un camaleónico Évora, ataviado con una nueva camisa roja y que se metió al público en el bolsillo, introdujo Otelo, compuesta por Alfred Reed. Su presentación provocó las risas del respetable, que disfrutó con la Banda Insular y la tragedia de Shakespeare. Fue la antesala a la interpretación de la Divina Comedia del ompositor estadounidense Robert W. Smith.
El poema de Dante Alighieri su dividió en cuatro actos: Infierno, Purgatorio, Ascensión y Paraíso. Cada uno de ellos contó con un juego de luces. En Infierno, bajo una luz roja tenue, la agrupación acompañó el hilo musical de una acompasada pisada y un leve grito de súplica para escenificar con mayor énfasis la dureza de este acto. En Purgatorio, la luz naranja inundó el teatro municipal e, incluso, se atrevió a entonar unos acordes que encantó al auditorio. El concierto terminó con la pasión y viveza de Ascensión y Paraíso. El aleluya final dio paso a un aplauso de más de dos minutos.
Finalmente, la Banda Insular regaló la canción Song of the Wizz que el público acompañó con palmas.