«Uno podría leer la Biblia en función de una secuencia de cuentos»

Artes y Humanidades

La conferencia La vasta brevedad: el cuento venezolano fue impartida por el escritor y crítico venezolano Antonio López Ortega.  Tuvo lugar ayer, lunes 7 de mayo, a las 11.30 horas en la Sala Audiovisual de la Sección de Filología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Laguna. En este acto se trató la narrativa venezolana del siglo XX a través de los cuentos de diversos autores del país. El ponente explicó que parte de lo compartido en la charla pertenece a un estudio realizado por él junto a Miguel Gómez, profesor de la Universidad de Connecticut, y Carlos Pacheco, docente de la Universidad Simón Bolívar.

López Ortega comentó que estos relatos dejan un legado acumulativo que se convierte en las raíces del esta producción literaria moderno. Del mismo modo, el conferenciante preguntó: “¿Cuándo podríamos definir que el cuento moderno existe?”. Explicó que existe mucha coincidencia con el período de principios del siglo XIX, donde se comienza a escribir un estilo diferente al que se hacía anteriormente. Uno de los autores más influyentes de esta época fue Edgar Allan Poe.

Los personajes que se empiezan a trabajar a partir de esta época contienen grandes dosis de subjetividad, algo muy complicado de observar, según comentó López Ortega. Además, habló de la modernidad que representa una de las obras más famosas que existen: Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes.

Arturo Uslar Pietri, Gustavo Díaz Solís, Salvador Garmendia y Laura Antillano


La concepción del cuento moderno llega con retraso a Hispanoamérica. Sin embargo, en el caso de Venezuela, no existía una noción clara de lo que era este recurso. Se mantienen los autores del siglo XIX y algunos modernistas, pero no había suficiente consciencia en lo que el ponente analizó para la creación de su estudio. Del mismo modo, en el periodo de 1900-1940, se produjo una explosión del género muy importante y comenzó una producción estable de historias.

Junto a esto, el escritor trató diferentes autores referenciales del siglo como Pedro Emilio Coll, quien publicó relatos de gran influjo en el momento. Luego habló de Teresa de la Parra, una autora fallecida joven, la cual no publicó muchos cuentos, pero todos los publicados son igual de importantes. Sus obras son consideradas «engañosamente» infantiles dado el uso de ironías. Asimismo, señaló que, en la novelística, en especial su obra Ifigenia, tiene algo muy extraordinario: “Es absolutamente revelador y renovador la creación de un personaje como Ifigenia, la carga de subjetividad, la profundización”, algo revolucionario en la narrativa.

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