Víctor Martín, profesor de Geografía e Historia en la Universidad de La Laguna, cuenta con más de veinte años de experiencia y es experto en Análisis Geográfico Regional. Además, pertenece al Grupo de Investigación sobre el Subdesarrollo y el Atraso Social. Teniendo en cuenta que el contexto global está repleto de conflictos, conocer más acerca de la situación geopolítica es de vital importancia. Por otro lado, el saber histórico juega un papel clave en el entendimiento de la problemática actual.
En primer lugar, hay que señalar que estamos atravesando una etapa geopolítica nueva, distinta a la hegemonía única de Estados Unidos posterior a la Guerra Fría. Martín explica que «desde la caída del Muro de Berlín hasta la pandemia del COVID-19, Estados Unidos dominó el Mundo a nivel político, militar y económicamente». Sin embargo, desde la Pandemia, China ha emergido como una superpotencia, desplazando al país norteamericano en varios indicadores clave, como el PIB por paridad de poder adquisitivo y el desarrollo tecnológico.
Según su análisis, Estados Unidos se encuentra ahora en una posición defensiva, buscando mantener su influencia global mediante el poder militar, ante su incapacidad de superar a China en el terreno económico. Esta nueva etapa se habría inaugurado con la guerra de Ucrania, conflicto que, bajo su punto de vista, refleja la reconfiguración del poder mundial, con China como actor central.
«Estamos en una etapa nueva»
En relación con las guerras comerciales, el historiador compara el panorama actual con el debate del siglo XIX en Reino Unido sobre el proteccionismo frente al libre comercio. Entonces Reino Unido optó por la apertura, hoy Estados Unidos impone aranceles, lo que podría ser interpretado como una estrategia para prepararse ante un posible conflicto, buscando la autosuficiencia productiva y energética. Al mismo tiempo que seguir ganando dinero del resto de los trabajadores de los pueblos del mundo, por lo que la economía al final sigue pesando detrás de ese proceso.
Al abordar el conflicto en Ucrania, subraya que «en Occidente sólo se difunde una narrativa parcial, ignorando la perspectiva rusa, lo cual no quiere decir que apoyemos esa versión, pero es otra». Por un lado, Europa habla de la Guerra de Putin. Por otro, Rusia la expone como una operación especial, no una invasión. También detalla cómo el nacionalismo ruso se ha reconfigurado bajo Putin, integrando elementos del pasado.
Además, está el sentimiento imperial herido por la pérdida de territorios, en concreto siete millones de kilómetros cuadrados, tras la disolución de la URSS. Por ello, comenta que «los argumentos rusos se apoyan en la desnazificación de Ucrania, ya que consideran que el gobierno de Zelensky es nazi, puesto que retomó grupos fascistas de la Segunda Guerra Mundial». De este modo, evocan elementos de la Gran Guerra Patria para justificar los ataques.
Respecto al conflicto entre Israel y Palestina, Martín identifica como punto de inflexión la creación del Estado de Israel tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco del movimiento sionista. Este grupo lleva gobernando años en el país, frente a partidos laboralistas que buscaban llegar a acuerdos y negociaciones. Considera que «la actual política israelí es de carácter ultranacionalista y que ha derivado en una política de exterminio progresivo contra Palestina». Esta, a su vez, está sustentada por el apoyo geopolítico de Estados Unidos e influenciada por intereses estratégicos en Oriente Medio.
«Estamos haciendo poco hincapié en prestar más atención a problemas geopolíticos»
Martín expone la pasividad de las instituciones internacionales como la ONU, cuyas resoluciones se ven limitadas por el derecho a veto de las grandes potencias, lo que impide acciones efectivas tanto en Ucrania como en Gaza. Sobre la Unión Europea, apunta que se encuentra atrapada entre estas grandes potencias y que su soberanía está cada vez más cuestionada, mencionando que incluso podría barajarse la hipótesis de que «Europa corra el riesgo de ser convertida en una semicolonia”.
Desde una perspectiva académica, destaca la importancia de la historia y otras ciencias sociales para entender el presente. El historiador afirma incluso que «prestamos poca atención a este tipo de problemas, ya que nos centramos en asuntos más domésticos». Además, cree que muchos conflictos actuales persisten porque no han sido resueltos de forma estructural, como ocurre con el caso de Palestina, el nacionalismo ruso o incluso las tensiones internas en España. Para él, la historia no necesariamente se repite, pero sí reaparecen los problemas no resueltos.