20.00 horas del viernes 7 de febrero. El público comienza a entrar a la sala Aguere. Lleva horas haciendo cola. El espacio se llena mientras una música de fondo hace eco en los altavoces. Quienes asisten charlan con ilusión a la espera de Judeline, hasta que una hora más tarde, por fin, se apagan las luces tenues que iluminan la sala. Las manos se alzan para comenzar a grabar con sus teléfonos móviles. Es ahí cuando comienza a sonar la canción bodhitale, con la que se abre el disco. Mientras, Lara aparece cantando envuelta en una cortina de humo que cubre todo el escenario y apenas deja ver su sombra. Empieza el viaje a Bodhiria.
A través de Angel-A, un alter ego que crea la cantante, cuenta con su voz angelical y una propuesta visual única, acompañada de sus dos músicos y su bailarín Héctor Fuertes, la historia de desamor que narra el proyecto con canciones como luna roja, 4 esquinitas, mangata o la única colaboración de su álbum Heavenly.

La gaditana cuenta el cariño que le tiene a la Isla desde su adolescencia y la unión familiar con Canarias. El público vocea y levanta pancartas que la artista lee. También hace un recorrido por su carrera musical con un mix de Tánger y Zahara a la luz de unos focos rojos. Además, interpreta su sencillo Canijo, canción que hizo a la cantante tener un mayor reconocimiento en la industria musical. Locura cuando suenan las primeras notas de La Tortura…
A las 22.00 horas el concierto va llegando a su fin. Junto a una guitarra y el pie de micro, Judeline emociona con Zarcillos de plata. La artista se despide cantando y bailando al son de la canción 2+1.