La bomba atómica explota en las salas de cine.Foto:PULL

‘Oppenheimer’, viaje hacia el triunfo y tragedia del Prometeo americano

Cultura / Ocio

«Sabemos que el mundo no sería el mismo. Algunas personas se rieron, algunas lloraron, la mayoría se quedó en silencio». Esa fue la respuesta del llamado padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, a sus entrevistadores después de la primera explosión nuclear del mundo, en la prueba Trinity del proyecto Manhattan. Una frase muy  recurrente en estos días de verano, porque sí, ya han pasado 78 años del genocidio atómico en Nagasaki e Hiroshima, pero la nueva película de Christopher Nolan ha llegado a las salas de cine para recordar al mundo entero quién fue Robert Oppenheimer y cómo contribuyó a crear una de las armas más devastadoras de la humanidad.

Las escenas de la película en blanco y negro representa la objetividad y el color define la visión subjetiva de Oppenheimer. Foto: PULL

La cinta tiene una duración de tres horas. Oppenheimer se estrenó el 21 de julio de 2023, fecha en la que también llegó la deslumbrante y divertida Barbie, de la directora Greta Gerwig. Oppenheimer se suma a la lista de éxitos del famoso director británico estadounidense Christoper Nolan, que ya ha pasado a la historia por la trilogía del Caballero Oscuro, Memento, Origen, Interstellar entre otras películas. En su nuevo film cuenta con actores y actrices de gran nivel, como el papel protagónico de Cilian Murphy, encarnando a Oppenheimer, Florence Pugh como su amante y Robert Downey JR que interpreta al político Lewis Strauss. También se suman las interpretaciones de Matt Damon, Ramy Malek, Jack Quaid y Emily Blunt.

Comparación entre Cilian Murpy y el verdadero Robert Oppenheimer. Foto: PULL

Las actuaciones son en general impecables, es fácil creerse sus interpretaciones y dejarse llevar por sus personalidades. En este aspecto, Cilian Murphy destaca por su personaje, al que interpreta con humanidad y vulnerabilidad, revelando las debilidades y miedos más profundos de Robert Oppenheimer. Murphy logra un efecto de empatía muy creíble hacia el espectador.

«Estamos ante una de las mejores películas en lo que llevamos de año. Una visión impactante, brutal, real y aterradora de como la humanidad es capaz de usar la ciencia como un arma genocida»

Antes de ver la película es recomendable investigar o por lo menos tener una leve noción del contexto histórico. Es muy fácil perderse entre todos los nombres, fechas y acontecimientos que se tratan en la cinta. Nolan narra una historia real, en un mundo real, por lo tanto los sucesos y eventos importantes se tratan asumiendo que el espectador conoce todos estos temas y no pierde el tiempo para explicarlos en profundidad. En este sentido, si ya suenan escenarios como el ascenso de Hitler y la alemania nazi, el temor y paranoia mundial ante la aparición del comunismo y la guerra fría, la cinta tendrá más sentido.

La primera bomba atómica. Foto: PULL

El apartado histórico sirve por lo tanto como escenario para la coprotagonista de esta cinta, la física. La base científica y las implicaciones de crear una bomba atómica han sido representadas de forma eficaz y directa. Nolan es un director que se apoya mucho en lo visual, en el valor de la imagen como concepto narrativo. En esta ocasión representa el contenido de la bomba con canicas que se van llenando poco a poco en un cubo de cristal o con científicos uniendo placas encima de una base circular. Además, intercala estas expresiones visuales con los propios físicos calculando las reacciones en una pizarra o en un papel. Por lo tanto no, no necesitas saber de electrones o uranio, porque la película ya lo explica bastante bien.

La película está dividida en tres actos. Todo empieza con la presentación de Oppenheimer, cómo llega a dar clases de física y cómo se entera del proyecto Manhattan, el segundo acto se comprende desde que toma partido en la creación de la bomba atómica hasta que bombardean Nagasaki e Hiroshima y por último las consecuencias de este suceso en su vida. El transcurso de la historia brinda además muchos puntos de vista sobre la vida de Oppenheimer, lo que se traduce en una versión muy completa de la historia. Además, pasado y presente se relacionan constantemente por lo que no sólo tenemos diferentes perspectivas a lo largo de la cinta sino que además podemos intuir y vislumbrar las consecuencias de las decisiones que toma el protagonista.

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Christopher Nolan y el equipo técnico, a punto de rodar una escena con Cilian Murphy. Foto: PULL

Con esta mirada global de los acontecimientos nos acercamos a una realidad más que aterradora. La primera hora de película presenta los eventos poco a poco, parándose en los detalles y asegurándose de establecer  el tablero de juego. Esta parte es quizás la más cuestionable, más aún cuando se trata de una película de tres horas. Pese a ello, vale la pena esperar y observar como las piezas se van colocando para estallar la bomba. Así es, el momento de explosión de la bomba atómica marca una segunda mitad de película arrolladora y brutal. No sólo la espectacularidad audiovisual de una explosión de este calibre, también sorprende lo impactante de sus consecuencias para el mundo entero. La humanidad nunca volvió a ser la misma después del genocidio de  Hiroshima y Nagasaki, la mayoría de responsables en la creación del arma atómica se arrepintieron y sufrieron las consecuencias y la carga moral.

Oppenheimer es una de las mejores películas en lo que llevamos de año. Una visión impactante, brutal, real y aterradora de como la humanidad es capaz de usar la ciencia como un arma genocida capaz de destruir incontables vidas.

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