No todo es de color de rosa

Opinión

Érase una vez dos titulares: Crean un chocolate que alivia los dolores menstruales y Crean una lencería especial para no tener que usar tampones ni compresas. Titulares que me entran por los ojos y me llaman e incitan a leer el resto del contenido de las publicaciones. Así es, dos avances que tratan de solventar dos problemas que generalmente la menstruación trae consigo: las molestias y el gran número de productos que se emplean para afrontarla.

No me enfada el hecho de que se innove y se trate de solucionar un problema que, en mayor o menor medida, afecta a todas las mujeres del mundo. Lo que me enoja es que el avance que suponen estos progresos no vaya ligado a una normalización de la situación en sí, y tampoco a la solución del aspecto económico de la misma. Pero vayamos por partes.

«Si algo así genera tal revuelo, es que es necesario hablar más del tema»


Presumimos de ser personas liberales y sin complejos, pero es un hecho que la menstruación sigue siendo un tema tabú en pleno siglo XXI. Si no, recordemos a la nadadora Fu Yuanhui, que explicó que su bajo rendimiento en una prueba de los JJ.OO. de Río de Janeiro se debió a que tenía la regla. Estas declaraciones despertaron la bestia que vive en las redes sociales y se convirtieron en trending topic. Si algo así genera tal revuelo, es que es necesario hablar más del tema.

El periodo es algo que se vive desde la vergüenza y desde lo incómodo o, al menos, es la manera en la que la sociedad responde ante ello, y por ende, nosotras. Y un causante de ello son las marcas de compresas, tampones y todos esos productos de higiene femenina. Aprovechan la desconfianza de la mujer en una situación en la que alguien se entera que está menstruando, lo que le obliga a ser más cauta y doblar la protección para evitar cualquier imprevisto. Y es que saben que nosotras estamos dispuestas a pagar más. Y no hablemos de sus anuncios, que rebosan felicidad y dinamismo por los cuatro costados, mostrando una imagen bastante alejada y distorsionada de lo que supone estar menstruando.

Las mujeres pagan entre el 8 % y el 24 % más por la versión femenina de un mismo artículo que los hombres


Económicamente, la menstruación es un timo. El llamado «timo rosa». Haciendo cuentas, ser mujer no resulta rentable: es más caro que ser hombre. Según un estudio del Ayuntamiento de Nueva York denominado De la cuna al bastón, el coste de ser una consumidora mujer, de media, los artículos de cuidado personal de las mujeres son un 13 % más caros que los de los hombres. Y no es de extrañar. Las compresas y tampones no son considerados bienes de primera necesidad, por lo que se les aplica un gravamen de un 10 % de IVA. De acuerdo con el comparador de precios idealo.es, las mujeres pagan entre el 8 % y el 24 % más por la versión femenina de un mismo artículo que los hombres. En total, una mujer se gasta unos 7000 euros a lo largo de su vida en productos relacionados con la menstruación. Y a esto hay que añadirle la brecha salarial.

A pesar de todo esto, algunas instituciones ya se han puesto manos a la obra para tratar de arreglar todo esto. Una de ellas es el Gobierno canario, que en noviembre de este mes anunció que a partir de 2018 suprimirá el impuesto que se le aplica a los productos de higiene íntima femenina; es decir, pasarán a estar gravados del 3 % al 0 % de IGIC. Esperemos que esta iniciativa se extienda y sea acogida al resto del país y que, de una vez por todas, los tabúes y complicaciones en torno a la menstruación acaben desapareciendo.

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