¡Mujeres teníamos que ser!

Opinión

El calendario vuelve a marcar 8 de marzo. Las calles lucen de color violeta. La impaciente banda sonora de la ciudad da paso a los reclamos de las guerreras. El cielo escucha a las compañeras que recuerdan a todas aquellas rosas que fueron arrancadas cruelmente de la tierra. Todas tenemos hoy una cita con la revolución. Santa Cruz de Tenerife se une a cientos de ciudades a lo largo del mundo para secundar una huelga feminista que reclama, por enésima vez, esa igualdad de género que tanto se olvida.

La visibilidad de la mujer todavía es una tarea pendiente para la sociedad actual. El machismo rancio ha provocado que alrededor del 50 %  del talento disponible sea desperdiciado, lastrando así el progreso del país. El Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la Unidad de Mujeres y Ciencia publicó en 2011 el Libro Blanco Situación de las Mujeres en la Ciencia Española en el que se recopilan datos contundentes que evidencian que ciertas ramas del saber todavía se resisten a la participación femenina. Asimismo, los puestos directivos o de liderazgo en cualquier área de trabajo apenas tienen representación de este colectivo.

Ya lo decía la poetisa, matemática y astrónoma Wang Zhenyi (China, 1768-1797): “Hay que creer que las mujeres son lo mismo que los hombres, ¿no estás convencido de que las hijas también pueden ser heroínas?” En una época en que las jóvenes toman conciencia y lideran la lucha por la erradicación definitiva de la desigualdad e invisibilidad a la que fue sometida el género durante tanto tiempo, ya va siendo hora de abandonar los estereotipos e ideales retrógrados para comenzar a apostar cada vez más por el talento femenino.

La superación ha sido el valor estrella de la fémina


No ha sido fácil el camino emprendido por tantas féminas que se han adentrado en entornos dominados por los hombres, al igual que tampoco lo ha sido la relación de estas con el mundo de la ciencia y la innovación. El hecho de que en el pasado – y también hoy en día- una mujer fuera la primera en alcanzar ciertos logros supuso en su momento un hito histórico, no solo por el avance alcanzado, sino porque consiguieron hacerse un hueco entre tanto varón que menospreciaba su labor. La superación ha sido su valor estrella.

Véase el caso de Bette Nesmith Graham, la inventora del Típex. Tras el rechazo de IBM a la comercialización del producto que tanto usamos los estudiantes, ella misma decidió venderlo desde su casa. O a Ada Lovelace, la matemática y escritora considerada la primera programadora de la historia, aunque paradójicamente en las facultades de Ingeniería Informática las chicas brillan por su ausencia.

Muchas han tenido que armarse de valentía para superar la exclusión. Alice Ball fue una de las primeras licenciadas afroamericanas en la Universidad de Washington a pesar de que estaba doblemente discriminada por ser mujer y negra. Tuvieron que pasar noventa años para que la institución educativa reconociera sus méritos en el tratamiento de la lepra. Cecilia Payne-Gaposchkin defendió ante una comunidad científica escéptica su descubrimiento acerca de la composición del Sol. Años más tarde tuvieron guardarse la incredulidad y darle la razón.

Otras vieron cómo su nombre quedaba oculto entre las sombras mientras sus compañeros se aprovechaban de sus investigaciones. Mary Anning fue una de ellas, pues su trabajo fue clave para la comprensión de la época prehistórica. No se le permitió publicar obras por ser mujer, por lo que varios geólogos usaron sus hallazgos en sus trabajos sin incluirla en la autoría. Lo mismo le pasó a Rosalind Franklin, ya que fue ella quien capturó la foto que demostró que el ADN era una doble hélice. No obstante, James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins se llevaron el Nobel de Medicina en 1962 a su costa.

La única dirección que hay que tomar ahora es hacia delante


Quizás las palabras de Elizabeth Blackburn alienten a las futuras estudiantes de carreras experimentales que estén leyendo esto: “Mi consejo para las jóvenes científicas sería como siempre, adelante. Que no tengan miedo de pedir ayuda ¡y después se sientan libres de ignorarlos!”. Aunque es bastante desalentador el sexismo en este ámbito, esta es una era magnífica en la que la ciencia avanza a pasos agigantados, por lo que se antoja necesario no dejarlas a todas ellas atrás en la producción de conocimiento.

Así que estimada lectora, el poder está en tus manos… levántate y sal a la calle este 8 de marzo. Grita hasta quedarte sin voz. Aúlla por ti y por todas las que no pueden. Alza tu puño, pisa fuerte y demuestra que no eres el sexo débil. Conquista el camino hacia un futuro mejor. ¡Atrévete a liderar esta revolución! Tú, estimado lector que cubre la retaguardia, lucha también. Pero lucha por desterrar de una vez el machismo que infecta, pudre y descompone a la sociedad.

La única dirección que hay que tomar ahora mismo es hacia delante. Tal vez los tiempos mejores tarden en llegar, pero cuantas más seamos en el frente de batalla, antes vendrá el cambio.

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