Pablo González, árbitro en la categoría junior de la División Autonómica Canaria. Foto: N. González

«Mi familia es el mayor apoyo que tengo, siempre han estado conmigo»

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Pablo González es árbitro de baloncesto y estudiante del grado de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de La Laguna. Lleva ligado al deporte de la canasta desde muy temprana edad. Primero lo hizo como jugador en el Unión Baloncesto Laguna y más adelante, tras plantearse entrenar, decidió colgarse el silbato. En este momento, arbitra en la categoría junior de la División Autonómica Canaria y cada vez, confiesa, se siente más ilusionado y con ganas de progresar de cara al futuro.

¿En qué momento elegiste el baloncesto como parte de tu vida? ¿Por qué baloncesto? «Al igual que prácticamente todos los que nos dedicamos al arbitraje, comenzamos a acercarnos al mundo del baloncesto a través de la afición hacia este deporte o bien jugando en algún equipo o en la calle. En mi caso, empecé jugando en el Unión Baloncesto Laguna y cuatro temporadas después es cuando decido pasarme al mundo del arbitraje tras darme cuenta de que podía seguir conectado al mundo del baloncesto de una manera totalmente distinta a la que estaba acostumbrado. Quise probarlo para ver cómo me veía y con el paso del tiempo me estoy dando cuenta que me está encantando».

«Aunque al principio parecía algo raro y diferente, me acabó gustando»


¿De dónde te vino esta vocación? «En primer lugar quise pasarme al mundo de entrenador, pero por una circunstancia u otra al final no pudo ser. Más tarde, un amigo y yo vimos que había un curso de arbitraje y decidimos apuntarnos para ver cómo se sentía la experiencia. En mi caso, aunque al principio parecía algo raro y diferente, me acabó gustando. Una vez que empiezas a arbitrar, vas cogiendo el hábito cada fin de semana. Siempre voy a las canchas a dar lo mejor de mi para que el partido salga bien, y cuando siento que lo consigo me voy a casa con una satisfacción muy grande».

¿Tienes algún referente? «A niveles generales se podría decir que quizás algún árbitro de categoría superior o deportista de alto nivel. Aun así, me quedo principalmente con mi familia ya que son aquellos que me han apoyado siempre, tanto en los buenos momentos como cuando he pasado por alguna mala etapa. Mi abuelo, mi tío y mi madre siempre han estado ahí y antes que fijarme en alguna referencia lejana prefiero apoyarme siempre en lo más cercano a mí».

¿Se te hace fácil compaginar los estudios con el arbitraje? «Cuando empecé a arbitrar estaba en bachillerato y la verdad que era algo complicado administrar el tiempo, pero si te organizas de manera correcta se puede compaginar perfectamente. Al fin y al cabo, tú decides dentro de lo que cabe el tiempo que le quieres dedicar. Por ejemplo, siempre que he podido, he tratado de buscar un momento o un hueco para ver otros partidos o simplemente realizar cualquier actividad que me permita mejorar. Una vez entré en la Universidad tuve que dejar de jugar porque me era imposible compaginarlo tanto con el arbitraje como con la carrera. Esta decisión ha permitido que a día de hoy pueda compatibilizarlos perfectamente».

«Tienes que saber controlarte, gestionarte a ti mismo y tener en cuenta que vas a ser el foco de las críticas cuando algo no salga bien»


¿Qué preparación es prioritaria para esta profesión? «Aunque solo lleve tres años en este mundo, desde mi punto de vista creo que lo más importante es la preparación mental. Está claro que el trabajo físico es muy importante porque sin él no vas a poder aguantar el ritmo de los partidos y puede hacer que te lesiones con facilidad. Para mí, la parte mental es primordial ya que tienes que saber controlarte, gestionarte a ti mismo y tener en cuenta que vas a ser el foco de las críticas cuando algo no salga bien, tanto por parte de la grada como de jugadores y entrenadores. Por ello, hay que tratar de gestionar esa presión de la mejor manera posible para que no te afecte personalmente».

¿Se entrenan los árbitros de cara a los partidos del fin de semana? «El colectivo arbitral entrena los martes, que es tanto nuestro día de descanso como el de la competición insular aquí en Tenerife. Realizamos entrenamientos en cancha dirigidos por oficiales de juego de categoría nacional, incluso hemos llegado a contar con la presencia de profesionales de la liga ACB. Además, la Federación Insular nos imparte cursos de formación a través de vídeos, cosa que agradecemos enormemente a la directiva. El objetivo principal es de focalizar el trabajo del árbitro, tanto personal como con los compañeros».

«Los consejos de los compañeros más veteranos me han servido para mejorar»


¿Qué virtudes más importantes crees que son las que debe atesorar un buen árbitro? «Como dije antes, lo más fundamental es la gestión emocional, ya sea el saber controlar un partido, aprender a manejar la presión o tratar de mantener la calma en todo momento. Otro aspecto importante es ser como ‘esponjas’, es decir, escuchar cualquier detalle o experiencia que te comenten los compañeros y compañeras que están tanto en categorías superiores como en la misma que tú para quizás aplicarlo en el futuro. Del mismo modo, siempre hay que tratar de no afirmar una sola verdad, sino obtener los diferentes puntos de vista y captar la máxima información posible para realizar un veredicto correcto de cualquier lance de juego».

¿Te ves arbitrando profesionalmente en un futuro? «Sí. Es un sueño que tengo a día de hoy. Ahora mismo sé que es muy complicado, pero pienso que con trabajo y esfuerzo nada es imposible. Estoy comenzando y si nada se tuerce me pueden quedar muchos años de carrera arbitral y quién sabe si en un futuro hay opción de llegar a alguna categoría de nivel nacional o quizás solamente mejorar la categoría en la que estoy arbitrando actualmente. Para mí, esto último ya sería un logro y orgullo personal».

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