«Los vientres de alquiler tienen facetas que atacan a la dignidad de la persona»

Ciencias de la Salud

El doctor Pablo Ignacio Fernández Muñiz, director del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), experto y miembro del Comité de Bioética en España, ha participado estos días pasados en el I Congreso Internacional de Bioética, en el que se abordaron diversos asuntos relacionados con la vulnerabilidad y la justicia en las cuestiones que atentan contra la integridad moral de las personas.

¿En primer lugar, doctor Fernández, qué es la Bioética? «Como término es bastante moderno. Lo acuñó el oncólogo americano Van Rensselaer Potter en 1978. Como disciplina, es tan antigua como la cultura humana y abarca todas las profesiones sanitarias y medioambientales. Invita a la reflexión a través del análisis de los componentes de cualquier cuestión que ponga en riesgo la dignidad y los valores humanos».

¿Qué es la gestación subrogada? «Se la describe de muchas maneras: vientres, úteros o madres de alquiler, gestación por sustitución, maternidad subrogada. Es el proceso por el cual una mujer se compromete mediante un contrato a ser fecundada mediante una técnica de reproducción asistida, para llevar a cabo una gestación y renunciar a su hijo en favor de otros».

¿Qué papel juega la Bioética en la gestación subrogada? «La Bioética, en este caso, no da soluciones, ni se pone de ningún lado. Siempre deben analizarse las circunstancias, los porqués de los factores que influyen para que se llegue a desear subrogar la gestación, los problemas de las parejas o las personas que aceptan esta práctica o qué hay detrás de las mujeres que la realizan para luego dar a sus hijos, entre otras».

Buena parte de la sociedad juzga estas prácticas… ¿Usted qué opina? «Todo esto hay que mirarlo a la luz de unos valores que no siempre coinciden, solo encajan en los que son comunes dentro de una misma cultura o sociedad. Los principios éticos universales consensuados y desarrollados en el informe de Belmont en Estados Unidos en 1979 que son, el de beneficencia, justicia, autonomía y no maleficencia, son en los que hay que atender para determinar lo que se considera correcto o no».

¿Puede explicar estos principios éticos? «Beneficencia, no en el caso de la caridad, se refiere al beneficio que da una acción que realizamos o al valor añadido que se obtiene de la gestación subrogada en este caso. La no maleficencia es la que garantiza que cuando se realice una acción, no se produzca un daño. El de justicia tiene que ver con no atentar contra la sociedad en sí. Y el de autonomía, que determina los valores que tenemos de manera individual cuando tomamos las decisiones. Este último ayuda a valorar si la mujer gestante está capacitada o no para aceptar las condiciones de renunciar a su hijo. Aunque parezca que una persona lo es, puede haber circunstancias que demuestren lo contrario».

«En España, el recién nacido es de la mujer que da a luz»


¿En qué posición está España? «En España, el recién nacido es de la mujer que da a luz. El negocio internacional alrededor de los vientres de alquiler se encuentra con un problema a la hora de registrar a los niños en los consulados españoles.  Se debería hacer constar como madre a la mujer que lo tuvo en su vientre porque lo dice la Ley española. A veces consiguen registrarlo e introducirlo en el país… Entonces, es obligatorio que el Estado proteja al menor. Pero hay mucho oscurantismo en ese proceso, sospechas de sobornos y conductas que bordean la Ley».

¿Cuáles son las características de los países en los que ha prosperado esta actividad? «Hay un sector que demanda un servicio y unas empresas extranjeras que aprovechan un negocio que podemos considerar lícito o no. Es lo que se conoce como turismo reproductivo. Se recurre a países con estados débiles o en los que los entornos son de difícil control. En estas zonas siempre se encuentran mujeres con más posibilidad de renunciar, por diferentes circunstancias, a su dignidad, firmando contratos que no entienden y en los que no saben a qué se comprometen. Son acuerdos en los que se les exige abortar si el cliente se arrepiente de su deseo de tener ese hijo. Cuando se hace por dinero no se consideran decisiones tomadas bajo el principio de autonomía».

¿Se justificaría si fuera altruista? «Hay quien lo asemeja a la donación de órganos de una persona viva, pero cuando profundizas no se parecen en nada. En los trasplantes nadie paga ni firma un contrato. En la gestación sí hay un pago que se hace ver como una compensación por los trastornos, y aunque se quiera hacer creer que no hay dinero por medio, según un informe de Naciones Unidas no se garantiza que se efectúen pagos por debajo y se firmen contratos en los que no existan una serie de obligaciones».

¿Qué consecuencias tendría legalizar la gestación subrogada en España? «Hay un problema importante si se liberaliza porque cambiaría el concepto sobre la verdadera madre. Legitimando esta práctica se abre la puerta al negocio internacional que ahora tiene una traba a la hora de hacer la filiación del niño. Precisamente, la Constitución Española considera a la madre gestante, la legítima. En España no debemos conformarnos con la reglamentación que tenemos. Cuando se habla de regular debe garantizarse el control de que los niños que han nacido en otros países mediante esta técnica, no se consideren hijos de otra persona que no los haya alumbrado. La madre que lleva adelante la gestación debe seguir siendo la madre”.

Problemas psicológicos y legales


Cuando los embriones implantados no son de la madre gestante, ¿puede esta negarse a entregar el niño? «Solo en algunos países está permitido, en otros esta posibilidad no existe. Según la legislación española la que gesta es la madre independientemente de la carga genética que tenga. Durante el embarazo los procesos no son solo químicos, también hay factores emocionales que afectan al bebé. Existe una relación materno-filial, los cambios biológicos influyen recíprocamente y las transformaciones surgen también en la esfera psíquica favoreciendo esa relación. En la gestación subrogada, las mujeres hacen ejercicios para evitar el apego a ese hijo, con el fin de poder darlo después de nueve meses sin que las afecte mucho».

A nivel psicológico, ¿qué diferencia hay entre cómo afecta esta situación a los niños adoptados y a los niños gestados por subrogación? «Estos niños, en principio, son muy queridos porque quiénes los buscan han puesto en marcha una serie de mecanismos que son costosos y exigen esfuerzo. Existe el riesgo de que ese ideal se centre en la satisfacción de los padres más que en el deseo del desarrollo del niño como persona. Son parejas que se saltan la legislación nacional haciendo algo extraordinario, pueden elegir las características genéticas, el sexo y otras cosas que la fecundación in vitro no permite y en la adopción es imposible. Pueden elegir el número de embriones que se implantan en varias mujeres para luego elegir una, obligando al resto a abortar. Eligen a la gestante y dirigen el embarazo desde lejos».

La adopción es bien diferente… «Efectivamente. En la adopción, las circunstancias son muy diferentes. Esos niños sabrán quién los trajo al mundo en el caso de que algún día se interesen por saberlo. No entran dentro de ese filtro de selección biológica. La madre y el niño están protegidos porque no se recurre a ninguna técnica y la renuncia a la maternidad no está condicionada por ningún factor de los que se presentan en la gestación subrogada».

¿Qué disparidades legales existen entre la adopción y la gestación subrogada? «En la Convención de los Derechos del Niño, firmada en 1989, se sentaron las bases para evitar la venta de bebés. En esos documentos internacionales se habla del derecho del neonato a ser inscrito en donde se sepa quién es su padre o su madre (artículo 7). En la gestación subrogada, el niño se apunta en el consulado y no se hace constar quién lo dio a luz. Debería exigirse porque es un derecho fundamental conocer sus orígenes. Hay que garantizar los derechos de los hijos y  de las madres que pueden someterse a una gestación protegiendo sus principios. Los vientres de alquiler tienen varias facetas que atacan a la dignidad de la persona».

Intereses reales y potenciales


¿Quiénes  recurren a estas técnicas de reproducción asistida? Hay grupos con necesidades que cubrir. Por ejemplo el colectivo LGTB y los hombres o mujeres solas con dificultades para adoptar. Las personas con estas inquietudes recurren a estas empresas que les ofrecen soluciones rápidas que pueden resolverse con dinero».

¿Es la gestación subrogada un tipo de prostitución? «Hay quien lo asemeja, porque están alquilando su cuerpo, mercantilizando con él».

¿ Y si el niño nace mal? «Se hacen selecciones para evitar esos problemas, pero pueden surgir. A las mujeres se les hacen cesáreas para evitar riesgos en el parto aunque sea más dañino para la mamá. Ese es otro de los problemas que se plantean. ¿Si nace con alguna deficiencia y no lo quiere nadie, quién se encarga?».

¿Quiénes están interesados en que estas prácticas se realicen?» Hay presiones para instaurarlo. Dentro de los partidos políticos hay muchos debates. Ciudadanos está intentando que se liberalice, los demás no tienen consenso. Hay colectivos que necesitan dar solución a sus problemas y no se está haciendo nada al respecto al no tomar decisiones. Hay que evitar el tráfico internacional de recién nacidos y ofrecer soluciones a los que quieren adoptar y no lo consiguen. Las mujeres y los niños son igual de vulnerables. Conocer casos concretos  te hace ver que para las madres es traumático tener que explicar a otros hijos donde está el bebé que venía en camino…».

Estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna. Humana y defectuosa como cualquiera, soñadora y luchadora, fiel a mis convicciones y leal a mí misma. Creo en lo que quiero y persigo mis metas hasta el cansancio; no me entrego fácilmente porque me encantan los retos.

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