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Los guerreros olvidados

Opinión

Las últimas palabras de Kate Fitzgerald antes de que la leucemia le robara su último aliento fueron: “Sé que pronto moriré. Supongo que siempre lo he sabido, pero nunca imaginé cuando. Ahora ya lo tengo asumido. De verdad, no me importa que mi enfermedad me mate, pero sí que este matando a mi familia”. Tener un hijo muy enfermo te cambia por completo, pero también te hace disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida familiar. Sin embargo, debajo de lo exterior hay fisuras, miedos o resentimientos que amenazan los cimientos de esta unión, como si en cualquier momento todo pudiera venirse abajo. Pero sin saber cómo las cosas que nos destrozan, nos unen de una manera que jamás hubiéramos imaginado.

Cuando un niño es diagnosticado con cáncer, toda su familia cae con él. Un solo miembro sufre las consecuencias físicas de la enfermedad en sus propias carnes, el resto presencia con impotencia la contienda sin poder hacer nada. En toda historia siempre hay un gran olvidado, alguien que siempre estuvo ahí, pero que nunca no fuimos capaces de valorar. En este caso no iba a ser diferente o ¿acaso recuerdas alguna historia sobre la familia del niño enfermo? De alguna manera para ellos este proceso es más difícil que para el resto. Sus funciones se limitan en sentarse y ver como su hijo o hermano grita y llora de dolor. Simplemente observan como con cada pelo que pierde se vuelve más débil y frágil. Muchas veces ni siquiera pueden visitar a su pariente enfermo al hospital en el que se ve apresado como si de una mazmorra se tratase.

“Su hijo tiene cáncer”. Tan solo cuatro palabras son suficientes para que la vida de todos cambie por completo, de repente todo gira en torno a una enfermedad, en mantener a toda costa a un niño a salvo. Sin embargo, detrás de todo este caos lo más importante para los familiares es saber que nunca se han rendido, que han hecho lo posible para que sus hijos o hermanos fueran felices.

Muchas veces no somos capaces de entender lo que conlleva que alguien que queremos esté muy enfermo. Sencillamente sientes que tarde o temprano esa persona va a desaparecer lentamente, que un día te vas a levantar y ya no va a estar ahí. Pero el cáncer también es un golpe de realidad, te hace entender que por mucho que te esfuerces los “para siempre” no existen y que por ello hay que aprovechar lo que tenemos por muy poco importante que esto nos parezca. Porque un día cuando esto no esté nos daremos cuenta de lo primordial que era para nosotros.

Tras la muerte de su hermana, Anne Fitzgerald escribió: “Ojalá pudiera decir que se curó milagrosamente, pero no fue así. Simplemente dejó de respirar. Y ojalá pudiera decir que de ese mal salió algún bien, que gracias a la muerte de Kate todos pudimos seguir viviendo. Pero eso no ocurrió. Se fue sin más y ahora es un pedacito de cielo azul. Y todos tenemos que seguir adelante, pero gracias a ella lo haremos juntos”.

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