Las asociaciones en Canarias llevan a cabo actividades de rescate. Foto: Rubén Barone

Las pardelas aterrizan en Canarias

Medioambiente

 

La pardela cenicienta atlántica es una especie autóctona que permanecerá en el territorio hasta noviembre y estará presente en la mayor parte de las Islas Canarias. En la actualidad, se encuentra amenazada por el pardeleo, la ingesta de plásticos y por las luces artificiales, causantes de desorientaciones en su ruta. La Concejala de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Tacoronte, Carmela Díaz, y el ornitólogo y naturalista Rubén Barone organizaron una charla y posterior salida nocturna, con motivo del proyecto educativo sobre este tipo de ave.

Barone alertó de que la educación ambiental y la vigilancia son cruciales para su supervivencia, ya que él piensa «que la consideración y la empatía hacia la especie han mejorado mucho en las últimas décadas, pero aún quedan bastantes cosas por hacer, como la concienciación con el problema de la contaminación del mar y los microplásticos». Se estima que más del 80 % de las pardelas albergan plásticos en sus estómagos. A esta amenaza hay que añadirle la presencia de especies depredadoras, como los gatos asilvestrados o las ratas. Además de la contaminación lumínica, como la producida por los focos de los polideportivos.

Las pardelas no tiran piedras, es un mito


La pardela es conocida en algunos rincones como pardelo o guaña, sin embargo, en algunos pueblos de La Palma se la identifica con el portuguesismo cagarra. Son aves «muy toscas», advierte el ornitólogo. Al tratar de aterrizar en el suelo caen como si de una roca se tratara, esto es debido a que son aves fuertes y duras. Asimismo, al cogerlas es preciso utilizar guantes para protegerse de sus picotazos.

A esta ave marina se le ha atribuido el mito de que tiran piedras, pero la pardela no realiza tales prácticas, no obstante, sí llegan a producir pequeños desprendimientos por su actividad dentro de las cuevas donde anidan. Además, este animal tiene una esperanza de vida de veintidós años y durante ese tiempo las parejas pueden divorciarse y encontrar a otra compañera. Las condiciones ideales para observarlas son con el cielo nuboso o las noches sin luna, ya que con luna llena no reclaman, puesto que están más visibles y vulnerables.

El nacimiento de las crías


Paseando por la costa se las puede identificar por su ruidoso sonido. Los machos producen el conocido reclamo agudo, mientras que son las hembras las que ejecutan los tonos roncos y graves. En los últimos meses han sido perceptibles las balsas de pardelas acercándose a tierra, y a finales de este mes y principios del siguiente, la pareja pondrá un único huevo en el nido. Una vez roto el cascarón, entre la segunda mitad de julio y primeras fechas de agosto, su padre y madre vuelan cerca del banco pesquero canario-sahariano y dejan a la cría sola por aproximadamente diez días, al amparo de los peligros.

A mediados de octubre y noviembre, los adultos abandonan al pollo que ya ha alcanzado un tamaño superior a ellos. Este, a los quince días, despega siguiendo las rutas migratorias que le indica su instinto, llegando a pasar por la zona del sur de África o Sudamérica en función de las corrientes.

En Canarias existen entidades dedicadas a la recuperación de estas aves marinas, como la Asociación de Amigos de las Pardelas, en Gran Canaria. También se llevan a cabo actividades con profesionales y residentes para soltar los pájaros después de su rescate, así la ciudadanía logra empatizar con el ave y ayuda a su protección.

Lo último sobre Medioambiente

Ir a Top