¡Cómo no te vamos a querer!

Cultura / Ocio

Dos de las personas que hicieron posible la I Exposición Internacional de Escultura en la calle en Santa Cruz de Tenerife, los arquitectos Vicente Saavedra y Carlos Schwartz, rememoran los detalles que estuvieron detrás de aquel proyecto que nunca quiso ser tan ambicioso en un primer momento pero que, sin duda, lo fue. Ambos protagonistas son entusiastas del arte, de la fotografía, de ideas que han marcado a la ciudad hasta el día de hoy. En su casa, el Colegio Oficial de Arquitectos en las ramblas de la capital, se encuentra una vez más su trabajo, su amistad y sobre todo sus ojos con un brillo propio de tanto hojear la experiencia del tiempo, que incluso logra escucharse: “Ayúdame a recordar una cosa más de aquellos años”.

Después de inaugurarse la escultura Lady Tenerife de Martín Chirino, tuvo lugar una exposición de arte contemporáneo del prestigioso arquitecto catalán José Luis Sert, que atrajo a un sinfín de importantes artistas. “Aquello nos hizo pensar”, exclama Vicente Saavedra. “Carlos y yo nos encontramos casualmente en el sur de Tenerife y nos planteamos organizar una exposición  en  la Rambla  aprovechando la   obra de Chirino. Además, mi viaje a Japón fue enriquecedor en este sentido, porque allí fue donde vi por primera vez una exposición de figuras pequeñas en un parque”, explica.

Los arquitectos Vicente Saavedra y Carlos Schwartz, en el Colegio de Arquitectos en Santa Cruz de Tenerife.

A partir de ese momento, trasladaron su  idea a   la Comisión de Cultura de la entidad colegial, formada por entusiastas como Eduardo Westerdahl que, de forma inmediata,  contactó con su íntimo amigo el escultor Pablo Serrano Aguilar, uno de los artistas  más importantes  y reconocidos  del   siglo   pasado  en  nuestro  país. “La figura de ambos fue fundamental para el devenir de la exposición, porque nos proporcionaron contactos de artistas de primer nivel”, reconoce Carlos Schwartz. “Nunca imaginamos el alcance que podía tener nuestra idea. Serrano nos dijo que teníamos que hacer un simposio e invitar a diferentes artistas a Canarias para que elaborasen su obra in situ”, añade.

Los protagonistas, acomodados en el hall del Colegio de Arquitectos, cuentan la historia como la primera vez. «Se hicieron las cosas bien», afirma Saavedra. «Teníamos claro que había que contar con, al menos, cuatro personajes importantes en el mundo del arte para que pudiéramos usar sus nombres y así atraer a otros. Se creó el Comité de Honor formado por los críticos de arte Eduardo Westerdahl y Roland Penrose, el arquitecto José Luis Sert y el prestigioso pintor Joan Miró. Todos los artistas a los que se les presentó la invitación aceptaron, salvo el escultor vasco Eduardo Chillida”.

“A día de hoy intentamos colaborar con el Ayuntamiento en el ámbito cultural, pero la verdad es que nos han olvidado un poco”


Las anécdotas e historias continúan emergiendo, sobre todo a través de su pasión: “En el parque García Sanabria tuvimos al Profeta, de Gargallo. Esa escultura nunca más va a estar al aire libre”, afirma Vicente Saavedra. “¿Recuerdas a Mark Macken, Carlos?”. “Y tanto”, replica Schwartz. “Era un señor muy depresivo y se acabó suicidando, pero su obra Solidaridad es magnífica y muy importante. Además, vinieron otras piezas de su museo”, recuerda.

El tiempo persigue este encuentro. Los recuerdos lo construyen y moldean. Pero inevitablemente, estos se disuelven en la realidad, en el día a día que arremete por naturaleza. “La exposición fue novedosa, y por ello importante. No hubo nada parecido en España”, declara Saavedra. “Hemos intentado seguir colaborando con el Ayuntamiento en el ámbito cultural, pero la verdad es que nos han olvidado un poco. Estos últimos 30 años, han sido una auténtica travesía en el desierto”, concluye.

«Tenía amigos estupendos en Tenerife»


Martín Chirino fue uno de los precursores artísticos de la I Exposición que hoy se recuerda con cierta nostalgia, que sobrevive y lucha con la incertidumbre natural de la calle. En concreto Lady Tenerife, una llamativa y poderosa obra que se desliza en las curvas y perspectivas de un cuerpo de mujer, que descansa por fuera del Colegio de Arquitectos y es capaz de traspasar  fronteras de interés.

El escultor grancanario Martín Chirino.

¿Cómo nace la inspiración para dar vida a Lady Tenerife? “Estuve en Grecia muchos años y solía ir de vez en cuando a Londres, y me obsesionaba ver esculturas en el British Museum mientras comprendía toda la viveza de los mármoles blancos, como el tímpano del Partenón. Siempre quise reproducir sus figuras femeninas sentadas y que mostraban su respectiva inclinación e iban de mayor a menor con actitudes oferentes y sedentes. De ahí proviene mi inspiración”.

¿Por qué escogió el color rojo para esta obra? “Quería añadirle algo de Canarias, y en el momento que estaba trabajando en Tenerife, observé los arboles tuliperos con flores rojas preciosas y llamativas. Le di ese color como homenaje a ese momento”.

¿Es una de las piezas fundamentales de su carrera? “Sí, por la repercusión que tuvo la obra, y porque fue el primer trabajo que me encargaron para Santa Cruz. Estudié muchísimo la escultura, tenía amigos estupendos en Tenerife como Juan Cruz o Domingo Pérez Minik, y les entusiasmaba la pieza. Además, alrededor de la escultura se creó un ambiente muy positivo que siempre perdurará en mi vida profesional”.

¿Qué siente cuando visita la Lady? “Siempre me produce cierta nostalgia, ya que cada momento histórico de mi vida queda marcado por el trabajo que realicé en ese momento. He sido un escultor constante que ha estado trabajando durante muchos años,  y cada instante hace que mi historia tenga un sentido y se elabore un pensamiento a través del conocimiento y de la labor que estoy realizando”.

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