La música, una parte imprescindible a lo largo de nuestras vidas. Una forma de expresión capaz de despertar la conexión profunda con nuestras emociones y recuerdos. Acudimos a ella por distintas razones: desde escucharla para entretenernos, hasta usarla para sentirnos mejor en nuestros momentos más difíciles. En este sentido, representa un rol crucial para nuestra salud mental.
Almudena González, docente e investigadora de la Universidad de La Laguna, explica que «según la psicología moderna, la música interviene entre la parte emocional y la parte cognitiva. Una nos genera emociones y sensaciones, mientras que la otra nos permite reconocer, recordar y asociar momentos. La neurociencia nos da evidencia científica de que ambas cosas contribuyen en nuestra percepción».
La docente afirma que «la música es un arma bien cargada que nos modula y regula emocionalmente. Produce beneficios emocionales, al igual que de atención y de capacidad de concentración». Todo eso nos lleva a nuestra reserva cognitiva, algo que acumulamos hasta el último día y transcurre a lo largo de toda nuestra vida. La música forma parte de ella, siempre nos acompaña en todo el desarrollo. Es por ello que se utiliza en múltiples prácticas como la musicoterapia.
La musicoterapia es el uso de la música y sus componentes, como el sonido, el ritmo, la melodía y la armonía, para mejorar el bienestar de una persona o un grupo, en función de sus necesidades. Asimismo, fomenta la comunicación, el aprendizaje y las relaciones interpersonales.
Existe una idea un poco confusa sobre lo que realmente significa la musicoterapia, ya que lo relacionan con la pura enseñanza musical. Sin embargo, lo fundamental en esta práctica es que la música es el medio, no el fin. Jully Rodríguez, musicoterapeuta y pedagoga, señala que «se utiliza como un puente que permite construir un vínculo terapéutico para comunicarte con la otra persona y conseguir distintas finalidades que promuevan la calidad de vida. Por lo tanto, cualquiera puede beneficiarse de esto».
En el amplio marco de la salud mental, esta terapia ofrece una gran variedad de beneficios. Promueve la autoexpresión creativa y trata de gestionar las emociones difíciles para sentir tranquilidad y crear un espacio donde poder conversar con la otra persona. Aunque cabe mencionar que cada musicoterapeuta trabaja de una manera diferente.
«Dentro del trabajo dirigido, es importante dar lugar a espacios libres»
Jully Rodríguez lleva dos años trabajando con grupos donde realizan un proceso de acompañamiento para personas que suelen pasar su día a día solas. Sin la posibilidad de conversar con alguien más. Las sesiones que ella lleva a cabo son diferentes en cada grupo. Todo va sobre la marcha, ya que el enfoque puede cambiar. Varía dependiendo de un elemento indispensable en esta práctica, la escucha. Es por eso que dentro del trabajo dirigido, es importante dar lugar a espacios libres.
En primer lugar, se saludan con una canción de bienvenida, lo que les permite reconocer que hoy están presentes. Es muy importante para anclar la sesión y manejar que la cabeza y el cuerpo estén en el mismo lugar. Asimismo, esta primera fase le permite saber a la terapeuta cómo se encuentran ese día. Rodríguez explica que «llevo varios planteamientos en su cabeza, que pueden modificarse dependiendo de lo que necesiten en ese momento».
En este punto es donde se decide la dinámica. Si las personas que asisten están muy dispersas, la terapeuta propone una actividad de movimiento corporal, como el baile, para ayudar a que el grupo se estructure. Esto facilita que surjan las ideas y centren su atención.
Para tratar la libre expresión corporal utilizan música de fondo. Con la melodía que se escucha se trabaja la mente, saber a qué les recuerda o con qué cosas asocian el sonido. Todo esto puede ser con movimientos individuales, con el acompañamiento de algún objeto o en parejas.
Asimismo en ciertas ocasiones trabajan con las historias musicales. La musicoterapeuta comenta que «se trata de indagar canciones que han sido significativas para las personas en algún momento de sus vidas. Cada semana cada quien trae una pieza y se expresa hacia el resto a través de ella, para compartir sus historia de vida mientras cantan o les acompañan con algún instrumento».
«Encuentran un espacio seguro para expresarse»
También, utilizan la improvisación para que cada miembro del grupo pueda aprender a escucharse entre sí y construir un paisaje sonoro. Finalmente todas las sesiones concluyen con una canción de despedida.
Rodríguez añade que «existen días incluso en que solo quieren hablar, por lo que enfocan en eso la sesión. Hay momentos donde a veces es lo único que necesitan. Encuentran un espacio seguro para expresarse, por esa razón una de sus consignas generales es: lo que se dice aquí, aquí se queda».
La pedagoga comparte la anécdota de una persona mayor. Durante nueve años su única compañía fue su perrita. El día que su mascota falleció quedó devastada por su ausencia. Se incorporó al grupo de terapia poco después de su pérdida. Para ella las sesiones fueron un gran apoyo, ya que le ayudó a verbalizar sus emociones. Poco a poco comenzó a aceptar su duelo, que parecía insuperable, mejorando su estado de ánimo.
En las personas con trastorno de salud mental grave, la música les aporta sentir que forman parte de algo. Viven la música en su cuerpo. La vibración, el movimiento y la escucha les ayuda a materializarse en el presente. Permite que focalicen, expresen y disfruten todo. Disminuye esa tensión interna y desasosiego.
«La música les aporta la estructura que necesitan para moverse con mayor coordinación»
De igual forma, esta terapia es de gran ayuda para las personas con Parkinson. La musicoterapeuta expresa su experiencia en otros centros donde utilizaban la marcha para tratar la dificultad de caminar que tenían las personas. Trabajaban mediante ritmos similares a una marcha militar, para que con el paso de las sesiones pudieran moverse con mayor fluidez. Gracias al apoyo musical entraban en un patrón rítmico y eran capaces de disfrutar del movimiento. «La música les aporta la estructura que necesitan para moverse con mayor coordinación», señala.
En España todavía no existe el reconocimiento profesional de la musicoterapia. Es por eso que quienes se dedican a ello trabajan con diversas asociaciones del país para avanzar y lograr que se reconozca esta profesión que es de suma utilidad para tratar la salud mental y el bienestar emocional de las personas.