Estos hábitos afectan desde muy pequeños a miles de personas. Foto: PULL

La cultura de la dieta

Opinión

La sociedad de hoy en día vive por y para las dietas, porque la concepción del cuerpo delgado, incluso cuando no es sano, está por encima de todo. Este modus vivendi nos persigue en clase, en los comentarios durante la comida, en las revistas, en la consulta médica… en todos los ámbitos donde pueda pasar desapercibido por la normalidad que le damos. Incluso nuestro lenguaje se conforma alrededor de ella, palabras como detox se han normalizado, creando un muro entre los alimentos malos y los buenos, cuando la realidad no es así.

Es por la habitualidad que tiene, que afecta de manera negativa a nuestros comportamientos y nuestra manera de vivir, con actos dañinos como la comparación y juicio de otros cuerpos. Este problema no viene por el boom de las redes sociales, ya se implanta desde que el Mundo es Mundo. Hollywood ha puesto a personajes con obesidad como algo cómico, un objeto de burla, un personaje que no es más que las capas de grasa de su cuerpo, un peligro para las personas. Porque engordar nos da miedo.

Pero, ¿por qué nos sorprendemos si a diario vemos casos de celebridades que bajan de peso por estética? No hace menos de un año veíamos a Kim Kardashian adelgazando una barbaridad para meterse en un traje para la MET Gala, y en los noventa Kate Moss manifestaba que «nada sienta mejor que estar delgada». Nos lavan el cerebro con costumbres, como la operación bikini y miedos como no poder entrar en el vestido el día de nuestra boda.

«Tener el cuerpo sano es importante, pero lo es aún más la mente»

La cultura ha llegado a extremos como la normalización de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como algo estético, de moda. También el uso de drogas y medicamentos peligrosos para conseguir disolver la grasa, lo mismo hace con nuestra energía. No queda mucha gente que pueda comerse un trozo de tarta sin sentirse culpable o que ejercite para ganarse la comida.

Lo peor de todo es que ninguna dieta funciona, menos cuando te obsesionas. Tener el cuerpo sano es importante, pero lo es aún más la mente. Es por eso que las dietas efectivas no existen, porque ninguna te deja sin consecuencias físicas o psicológicas. El efecto yo-yó o rebote, ansiedad, restricciones alimentarias y cambios en el metabolismo son los más comunes.

Además, en esta cuestión también entra otro tema: la imagen de la mujer, porque esta esclavitud de las dietas la sufrimos nosotras en mayor parte. Esto puede ser por muchas cosas, pero la principal es que aún se nos concibe como un cuerpo, y lo que decimos o pensamos no importa si nuestro físico no va a ser querido. Es una realidad que, por desgracia, se vive y por la que el feminismo aún sigue luchando.

Sin embargo, aún hay esperanza. Cuando conoces este problema y sabes distinguirlo para detectar tus conductas negativas, aprender de ello y enseñar a los demás se hace más fácil. Para nuestra suerte, y más para aquellas personas influenciables, cada vez tenemos más referentes con cuerpos no normativos que intentan desintoxicar los medios y las redes para que se quede un espacio seguro y que esta cultura cese de una vez por todas.

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