La alumna estudia cuarto curso de Educación Infantil. Foto: PULL

La alumna Sara Díaz, con sordera profunda, demanda clases on line

Sociedad

Sara Díaz Luis cursa cuarto del grado de Educación Infantil en la ULL. Padece una sordera profunda bilateral neurosensorial, una patología auditiva que se produce en ambos oídos y que afecta a la comunicación de quien la padece. No obstante, para ella no ha sido un impedimento poder llegar a su último año de carrera, pero sí ha sido una larga trayectoria sin el apoyo, dice, de una comunidad universitaria que vele por su educación. «La etapa universitaria ha sido la más dura de todas, me han puesto muchas barreras comunicativas a lo largo del trayecto universitario», afirma.

Apunta que estos cuatro años se han caracterizado por el retraso de una intérprete de Lengua de Signos Española (ILSE) correspondiente para el correcto aprendizaje y la inclusión de la estudiante. Así, señala que el primer año de carrera llegó con dos meses de retraso, mientras que el segundo año tuvo que cursarlo sin la presencia de una intérprete, lo que, además, le ha hecho repetir muchas asignaturas.

«Este año ha sido el más duro», subraya en vista de la vuelta a la presencialidad con el uso obligatorio de mascarillas, que, en su caso, se convierten en un impedimento para seguir la clase con normalidad. Pese a que Sara Díaz ha reclamado continuar las clases desde casa, para de esta forma, llevar un aprendizaje que tome en cuenta sus necesidades específicas, la Universidad de La Laguna «me hace ir en vano», lo que origina en ella un sentimiento de aislamiento al no poder interactuar ni con el alumnado o el equipo docente de su Facultad.

«Me obligan a ir presencial para mirar una pantalla»


Tras ponerse en contacto con el PAED (Programa de Atención a Estudiantes con Discapacidad) ha obtenido como respuesta la motivación a seguir luchando por su derecho a una clase digna, pero que, ante la jerarquía administrativa, no pueden hacer nada pues la normativa de la ULL marca obligatoria la presencialidad. A pesar a su insistencia, indica que hasta el día de hoy solo ha obtenido respuesta del PAED, mientras que otras áreas de la ULL (vicerrectorados o Rectorado) guardan silencio.

Aunque mantiene intactos sus deseos de llevar una vida universitaria normal, la realidad es otra: «Estoy siguiendo las clases en un aula vacía mirando a la intérprete de Google Meet desde mi portátil, algo que podría hacerlo perfectamente desde mi casa… Además de esto, vivo a 50 kilómetros de la Facultad y me obligan a ir presencial para mirar una pantalla».

«Falta de empatía»


Sara Díaz muestra su descontento con la política que la ULL sigue con las discapacidades, pues «si realmente velaran por el alumnado, lucharían por sus necesidades y mejorarían todo lo posible».

Según el Estudio sobre la situación educativa de la juventud sorda en España, una publicación elaborada por la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) y su Comisión de Juventud Sorda (CJS-CNSE) para febrero de 2021, la valoración acerca de la inclusión de diferentes aspectos y apoyos desciende en la universidad con respecto a etapas anteriores, se sitúa en valoraciones intermedias y el nivel más desfavorable se refiere a los recursos materiales.

La estudiante señala que todo se reduce a «falta de empatía». Y Sara Díaz no es la única. Dice que una compañera está en la misma situación…

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