La Kinesiología es una terapia complementaria que se basa en el test muscular, una herramienta que consta de la interacción entre el cuerpo, la mente y las emociones. Desde los años sesenta se usa como un método de recuperación muscular, sin embargo, gracias a la medicina china, se descubrió esta relación existente en el interior de cada ser. El cuerpo recuerda cada experiencia y la forma en la que se percibe, por ello lo vivido se queda en nuestro interior causándonos limites o expansiones en la vida diaria, así como en los propósitos.
A pesar de que cada persona tiene una experiencia única, la Kinesiología es capaz de ayudar a cualquier ser humano sin importar el sexo ni la edad, gracias a la herramienta principal. El test muscular se basa en la conexión del paciente consigo mismo, de tal forma que la propia persona da las respuestas a sus problemas, así como elige la forma en la que mejorarlos. De este modo, cada ser puede lograr sus objetivos libre de las limitaciones personales. Una herramienta que permite acceder a las causas psicofísicas que se generan en nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestro comportamiento, nuestra salud y nuestra vida. Además, ayuda a encontrar la forma de desactivar el estrés físico, mental o emocional, para recuperar de manera «suave» y «amable» el equilibrio.
Esta terapia complementaria se puede llevar a cabo de forma individual, en pareja o en familia para afrontar miedos, adicciones u obsesiones. Además, se puede tratar la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño, entre otros. A nivel educativo, trabaja tanto las dificultades de aprendizaje como las altas capacidades.
La autoimagen se compone de lo que somos, lo que se espera de nosotros y lo que creemos que debemos ser. Dicha imagen la construimos a partir de las influencias de nuestros padres, profesores, jefes o cualquier persona que consideramos influyente, a esto se suma lo que percibimos y sentimos respecto a las vivencias.
«Me quedé embarazada después de 18 meses, con dos sesiones»
Ester Ruiz es una mujer de cuarenta años que cambió radicalmente de trabajo por uno que sí le hace feliz, en el que puede poner sus habilidades al servicio de los demás.
«La kinesiología me ha ayudado a tomar conciencia de patrones mentales y emocionales que estaba asumiendo como míos, cuando en realidad los estaba tomando prestados de mi familia y de la sociedad. Esto me hizo libre de elegir mis propias creencias», relata la paciente y actual kinesióloga. «Mi autoestima creció, al darme cuenta de que yo era la responsable de mi vida», apunta Ruiz.
Por su parte, Roberto Yanes, un joven de 21 años que a día de hoy se dedica a formarse en el maquillaje profesional, se vio limitado, con tan solo nueve años, por su déficit de atención. Ante esta situación sus padres decidieron optar por la kinesiología. «Con tres sesiones conseguí mejorar mi capacidad de atención. Mis padres ya no sabían que probar, ninguna técnica de concentración funcionaba, e imagino que ver como un hijo no avanza duele, por eso hoy doy gracias a la kinesiología la cual me permitió continuar el camino libre de ataduras», subraya.
Ambos consideran que esta terapia no solo les ha ayudado a solucionar sus problemas sino, además, a conocerse mejor y confiar en sí mismos.