El malabarista Yaikel Plasencia continua su gira con CirCuba. Foto: Alicia Díaz

Yaikel Plasencia: «El circo es el lugar donde mejor me siento»

Cultura / Ocio

CirCuba abandona La Laguna para seguir por la Isla repartiendo ritmo y color, regalando sonrisas con sus peculiares actuaciones que marcan la diferencia con el resto de circos. Acróbatas que realizan mortales y continúan bailando al son de la salsa, el merengue o el chachachá, un payaso moderno y un malabarista que utiliza incluso la boca para lanzar las bolas. Él es Yaikel Plasencia, un joven de 26 años que nació en un pueblo llamado Iguará, en la provincia de Sancti Spíritus, Cuba.

Empezaste muy joven con las artes circenses. ¿Qué fue lo que te hizo elegir esta profesión? «En el pequeño pueblo de campo en el que vivía había un circo de niños aficionados y, un día, cuando tenía siete años, mi mamá me llevó. Cuando vi la actuación me impactó tanto que encontré mi pasión. Me di cuenta de que era mi vocación. Desde entonces quise llevar esta vida».

Tu especialidad en la carpa es el malabarismo. ¿Has probado otras modalidades? «Sí. Cuando tenía quince años entré en la Escuela Nacional de Circo Cuba. En el primer año tienes que aprender todas las artes: acrobacia, danza, teatro, equilibrio, ballet clásico… Más adelante, cada uno se especializa en lo que más le gusta. En mi caso, los malabares, algo que ya no voy a cambiar porque es lo que más me gusta hacer».

La vida en un circo


Todo artista entrena diariamente suponiendo esto un sacrificio. ¿Cuántas horas de trabajo dedicas a ello? «Al principio, cuando estaba en la escuela, entrenaba unas 8 horas al día, pero ahora solo practico entre dos o tres horas. Aun así, para mí es un esfuerzo que merece la pena, porque me gusta hacerlo y como es así nunca me aburro de ello.»

¿Cómo describirías la vida bajo una carpa? «Algo mágico, es una sola vez en la vida. Quizás otra persona te diría algo distinto porque cada cual tiene su punto de vista, pero para mí es el lugar donde mejor me siento. Si volviera a nacer, volvería a elegir esta vida, porque es lo que me apasiona».

El circo hace que continuamente estés viajando. ¿Te permite este factor relacionarte con tu familia? «Sí, no tanto como tener una vida normal como se dice, porque estoy muy lejos de ella. Ahora mismo están todos en Cuba y yo me encuentro aquí, en España. Antes de España estaba en Italia, y antes en Francia. Es un poco complejo, pero mi familia me entiende. Ellos saben que esta es mi pasión, así que lo que hacen es apoyarme al cien por cien. Yo creo que si no es por su apoyo yo hoy no estaría donde estoy y mayormente por mi mamá, ya que es la que siempre ha estado conmigo batallando».

Tu país está pasando por un mal momento. ¿Qué sientes al salir de él y conocer la situación de otros? «Es un poco doloroso, porque de cierta manera nosotros vivimos aquí con unas posibilidades que, por ejemplo, mi familia no puede. Yo le puedo facilitar el modo de vida de ellos al estar trabajando fuera de Cuba, pero es difícil. Todos los meses les mando dinero, los acomodo un poquito porque es lo más justo. Gracias a ellos estoy aquí y por eso ahora tengo que ayudarlos porque para mí son lo primero. A veces voy a un restaurante y cuando me gasto el dinero me paso la noche pensando que me gustaría que ellos pudieran disfrutar conmigo».

«La vida trata de esforzarse, trazar metas para alcanzarlas»


En la última gira por Italia hiciste partícipe de tu espectáculo al papa Francisco. ¿Cómo fue la experiencia? «Uno siempre tiene que tener esperanza y pensar en positivo en la vida. De eso se trata, de esforzarse y trazarse metas para alcanzarlas.  También creo que en mi carrera artística voy a tener otros momentos bonitos porque pienso así,  pero como ese que tuve con el papa van existir muy pocos. No me esperaba que él aceptara mi petición de formar parte de mi espectáculo y tratarme así, sin ningún problema. Fui atrevido, porque no pensé que los guardias de seguridad que estaban con él me dejaran llegar hasta él. Todo estuvo muy bien. Cuando terminé creí que todo había sido un sueño, si no es por las fotos no lo hubiese asimilado».

Tal y como describes actuar con el papa Francisco fue tu mejor experiencia, pero ¿existe otro momento en tu carrera como profesional que no vayas a olvidar? «Otra experiencia que no voy a olvidar es en mi país, el día que me gradué de la Escuela Nacional de Circo Cuba, aunque también fue un momento tenso. Cuando te gradúas en esta escuela se hace un festival. Yo participé y logré el primer lugar en la competición y la mejor actuación masculina. Estaba toda mi familia llorando. Aún recuerdo ese día y me emociono».

El arte circense tiene su riesgo. ¿Cómo malabarista has tenido alguna experiencia negativa? «Antes, el final de mi espectáculo de malabares era con sombreros. Yo los tiraba y volvían a mí, y el último lo tiraba lejos y lo cogía en el aire y me lo ponía en la cabeza. Una vez tiré uno hacia adelante, salí corriendo a cogerlo y me lo puse, pero en ese momento la parte superior de la cara me llego al suelo de la pista y me quedé inconsciente. Tuve mucho dolor durante un tiempo y me tuve que retirar durante un mes».

Circos libres de animales


En Canarias no se permiten circos con animales. ¿Qué piensas de aquellos que sí los usan? «A ver, cada cual tiene su pensamiento. Yo he estado en otros circos en los que trabajan con animales y no estoy ni en contra, ni a favor. Si el día de mañana tengo que trabajar en un show donde hay animales, cada uno con su actuación. Yo con los malabares no los uso. Lo mío es tirar cosas para arriba, brindar una actuación bonita al público, que es quien se merece nuestro trabajo».

El circo es un método de entretenimiento que nos acompaña desde de la antigüedad. ¿Cómo hacen para evolucionar al mismo ritmo que lo hace la sociedad? «Creo que el circo evoluciona al igual que todas las artes. Antes hablábamos de los animales. Antiguamente se usaban en el 90 % de los casos, y ahora, por ejemplo, nosotros brindamos una función que tiene muy buenas opiniones y lo logramos sin tenerlos».