«La vida en el extranjero es muy dura. Desgraciadamente es la que le debemos a nuestros gobiernos»
Con los nervios característicos de aquel que tiene que revivir una larga historia, Irais Morales Padrón, una mujer de nacionalidad cubana, decidió en 2018 instalarse en el Archipiélago canario para darle a su hijo una nueva oportunidad ante la miseria que acecha a su país natal. Accede a la entrevista sentada en el sofá de la casa en la que trabaja. Con un salario de 600 euros, su jornada laboral se extiende de lunes a sábado, en la que tras pocas horas de descanso vuelve a su oficio los domingos por la tarde. Al preguntarle sobre su labor, responde que conocía poco del trabajo de una interna hasta que llegó aquí. «Aunque a veces lo vea como una cárcel es mi único sustento», afirma.
Hace más de dos años que llegó de Cuba. Explica que sus motivos principales fueron la falta de alimentos y todo un sistema opresor que llevó al empobrecimiento del País. Confiesa que, pese a las circunstancias, ama a su patria, «porque aquel que no quiere a su patria no quiere a su madre». Con un estricto plan de racionamiento de comida, la población cubana carece de alimentos que corresponden a la cesta básica y, pese a los grandes avances tecnológicos, el acceso a determinadas redes sociales sigue estando vetado.
‘Patria y Vida’, la canción que se opone al régimen
El régimen dictatorial prohíbe manifestaciones contra la ideología castrista. Sin embargo, los últimos meses se han visto cepas incipientes de descontento que se plasman, por ejemplo, en la canción Patria y Vida de los cubanos Yotuel Romero, Descemer Bueno y el famoso grupo Gente de Zona, todos residentes en Miami. La canción se constituye como un manifiesto que defiende la libertad de expresión.
Al marcharse de un municipio conocido como Morón en la provincia de Ciego de Ávila, dejó atrás no solo a su esposo, quien espera encontrarse con ella algún día, sino a toda su familia, cuya única conexión es a través de videollamadas que se cortan entra la mala señal y tarifas elevadas a quienes desean usar simples servicios como WhatsApp.
Sobre qué le parece la isla de Tenerife, extiende una risa que concluye en un largo suspiro: «La verdad es que, si te digo, te miento. Fue hace poco que conocí el Centro Comercial de Meridiano. Mi trabajo no me permite salir a disfrutar tanto como quisiera». En cambio, confiesa que su hijo Israel disfruta lo que ella no puede, y eso, en parte, la consuela.
Explotadas sin contratos válidos
Desde hace varios años, y ahora más a raíz de la Covid-19, las empleadas de hogar se han visto perjudicadas enormemente por jornadas que se extienden de los límites y salarios no correspondidos. Fueron muchas las que durante el tiempo de cuarentena la pasaron encerradas en su trabajo por no poder salir, situación de la que se aprovecharon las personas empleadoras para no respetar sus tiempos libres correspondientes por ley. Un gran porcentaje de ellas trabaja incluso sin estar dadas de alta en la Seguridad Social.
Irais Morales, Iris para su círculo mas cercano, se encarga de cuidar a un anciano de 94 años. «Agradezco en parte mi trabajo. La persona que cuido se vale por sí misma y no tiene malos sentimientos, aunque a veces quieren pasar sobre tus derechos. Tengo amigas que se visten de uniforme en el trabajo y que las llaman con campanas como si volviéramos a la época colonial del capataz y sus esclavos», subraya. Tras una infancia difícil que ha dejado secuelas en su vida adulta, asegura que lo único que busca, como todo el mundo, es tener el pan sobre la mesa y un techo donde dormir. Reside en La laguna, en el barrio de Taco, donde aspira a crecer como persona, pero sin olvidar el lugar que la vio nacer.