«Le pregunté a mis padres si podía coger el coche para viajar hasta Ucrania». Foto: PULL

«Elegí ayudar a las personas refugiadas en vez de mirar las noticias»

Solidaridad

    «Te sientes muy bien en el momento, trabajando con la gente»

Lea Caanitz es una joven estudiante de doble grado de Filología Española y Ciencias de la Comunicación en la Universidad Libre de Berlín. Su transcurso como alumna Erasmus en la Universidad de La Laguna durante el primer cuatrimestre del presente año académico la llevó a presentarse, por primera vez, como voluntaria en la Cruz Roja de Santa Cruz de Tenerife. «Estaba dando clases de español a personas adultas y ayudando a niños y niñas a jugar», afirma. Esta experiencia supuso su primera toma de contacto con una ONG.

A poco menos de un mes, tras su regreso a Alemania a finales de enero de 2022, se inicia la guerra de Rusia contra Ucrania. Caanitz recuerda que «cuando empezó la guerra estaba en casa de mi abuela. Ella me despertó y me dijo que estamos en conflicto en Europa otra vez». Para ella, ese «otra vez» fue muy grave porque pasó una época complicada durante la Segunda Guerra Mundial.

La joven reaccionó al ver las imágenes de un país devastado y decidió actuar: «Le pregunté a mi padre si podía prestarme el coche para ir a Ucrania o hasta la frontera de Polonia para llevar directamente a las personas que no tenían transporte o forma de salir de su país para trasladarlos a algún lugar de Alemania». 

«El camino era como de dos días, me daba miedo recorrerlo sola en una zona de guerra»


La exalumna de Erasmus prefirió colaborar con diversas ONG antes de lanzarse a la aventura altruista por su cuenta. En Berlín estudia y ayuda en sus ratos libres a familias, mujeres y hombres, y niños y niñas que llegaban en distintas horas del día a la estación central de Berlín. «Te dan un briefing para saber qué hacer con la gente, cómo hablar con ella y a dónde llevarla, porque la Estación Central de Berlín es muy grande y te pierdes muy rápido». 

El estrés le afecta: «Suelo estar bastante sobrecargada porque en un tren, a veces, llegaban seiscientas personas y lo sabías diez minutos antes». Otro hándicap es la barrera lingüística, ya que «la mayoría de las personas voluntarias no hablan ucraniano o ruso. Y muchos de los grupos asilados no hablan ni inglés ni alemán, por lo que es bastante difícil comunicarse con las personas afectadas». 

La estación principal de tren de Berlín recibe a personas refugiadas de Ucrania a cualquier hora. Foto: PULL

Las personas procedentes de Ucrania continúan llegando a la estación central de Berlín. A pesar de que la guerra comenzó hace casi cuatro meses, las personas en busca de asilo en Alemania tienen muchas ganas de volver a su país sin que el conflicto bélico haya terminado: «Me preocupa que estén regresando y que todavía no haya terminado la guerra». La ayuda es necesaria y subraya: «Todo el mundo merece ayuda. Ahora es Ucrania, pero podría ser cualquier otro país atacando a Alemania».

La estudiante berlinesa considera que las ayudas que se están prestando a la ciudadanía ucraniana deberían aplicarse también a otros países necesitados: «Podría ser yo, podría ser la vecina o podría ser una persona en África por muchos otros motivos, como los desastres naturales o la hambruna». La situación de extrema movilización ciudadana, originaria de un conflicto armado en Alemania, no debería suponer una diferencia respecto a la relevancia en el trato de migrantes de África: «La gente que llega de Ucrania son seres humanos como los de África, pero necesitan una ayuda diferente debido a que llegan de un país en guerra».

«Realizar un voluntariado es una experiencia recomendable»


Caanitz señala ciertos matices entre las personas que se desplazan desde Ucrania y aquellas que lo hacen desde un país del continente africano, la improvisación en un contexto impredecible: «La gente de Marruecos planifica su viaje y necesita varios días para llegar a su destino, mientras que la ciudadanía de Ucrania llega a Berlín en menos de un día. Las personas de Ucrania no escapan debido a la precariedad económica, sino porque sus vidas están en peligro».

La experiencia del voluntariado de la entrevistada, en términos generales, es positiva y recomienda a la juventud sumarse a algún programa en algún momento de su vida. Lanza el siguiente mensaje: «Hazlo. Si trabajas con personas que son diferentes a ti o con personas que no tienen mucho dinero y que tal vez vienen de otro país, nunca las juzgues. Ellas deciden, tú solo puedes dar opciones». Lo cierto es que tanto su experiencia de voluntariado en Canarias como en Alemania tienen un punto en común a la hora de comenzar una aventura altruista: «Hazlo con la mente y el corazón abierto, sin prejuicios y con mucha energía».

 

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