Nacho Almenar es dramaturgo y responsable de la puesta en escena. El artista ha estado vinculado a las disciplinas escénicas como actor, creador y coordinador de proyectos. En la actualidad es socio fundador de la compañía Burka Teatro, donde dirige las funciones dramáticas que representan desde hace más de dos décadas. Una de las más recientes fue la obra Destierra que se presentó ante el público de Tenerife el pasado miércoles, 19 de febrero.
¿Cómo empezó en el mundo de la interpretación? «Comencé de niño. Mi madre me tiznó con un corcho y canté Angelitos Negros de Antonio Machín en un festival de fin de curso del colegio. En todo momento tuve claro que me encantaban las artes escénicas».
¿Qué le llevó a crear una compañía de arte dramático? «Conocí a Aranza Coello, cofundadora de la corporación artística y mi socia. Ella había escrito una composición acerca de la fauna en peligro de extinción y me llamaron para que dirigiera. A partir de ahí siempre estuvimos vinculados con actuaciones artísticas y acabamos montando una sociedad limitada».
«Estaría encantado de dirigir toda la vida»
¿Disfruta más la dirección o la interpretación? «Prefiero dirigir. Me complace mucho mirar y además tengo la capacidad de tomar decisiones. Me interesa más la labor que se produce en la sala de ensayo. Desde el instante en el que estamos sobre el escenario hay un sinfín de cosas que pueden ir mal: caerse la luz, a alguien del equipo le puede surgir algún problema, etc. A pesar de que eso me pone muy de los nervios, cuando estoy trabajando en sala se me pasa el tiempo volando».

¿Cuántos años ha dedicado a la coordinación de obras teatrales? «Cerca de cuarenta. Empecé primero como amateur y más tarde como profesional. Burka tiene 21 años de trayectoria, pero también dirigí a algunas compañías con anterioridad».
«Cada vez vienen personas más mayores a disfrutar de los espectáculos»
¿Cree que hay iniciativa por parte de la juventud para adentrarse en el ámbito de la actuación? «Me encuentro preocupado. Cada vez vienen personas más mayores. Creo que la generación de los jóvenes se preocupa más por las tecnologías que por salir a la calle y divertirse. Antes nunca estuve alarmado porque parecía que el teatro estaba un poco enfermo, pero ahora creo que podría tener casi una neumonía. Está en decadencia. Es primordial que las nuevas generaciones vuelvan a los escenarios y los hagan suyos».
¿El elenco de intérpretes de la organización suele ser el mismo o varía en relación a la función? «Hay actores y actrices que sí repiten, ya que tenemos varias representaciones abiertas. Nuestra idea es intentar fidelizar al máximo los equipos de trabajo porque por desgracia no podemos tenerlos contratados de manera fija. Las plantillas cobran bien, pero lo hacen pocas veces».
De todas las producciones que coordina, ¿cuál le apasiona más? «Creo que cada espectáculo cuenta con su historia. Mientras trabajas en él te entregas todo lo posible y en esa etapa es lo más importante. De mi carrera destacaría La Lapa, texto de Ángel Guerra que coordiné en 2006. Senderos de Gloria es otra de los trabajos que más me ha gustado llevar a cabo ya que es una narrativa de Stanley Kubrick, director de cine que me gusta bastante. Por no hablar de Romeo y Julieta. Una versión teatral que hacíamos en los pueblos utilizando las plazas antiguas, los balcones, etc.».