«En Mauritania, vimos a un chico que reunió dos mil euros y quiso montar en un cayuco, pero le estafaron hasta en cuatro ocasiones»
Puede que fuera su apellido, o tal vez la inquietud de un joven empeñado en comprender el mundo. Lo cierto es que, más allá de sus motivaciones, Miguel El-Mir ha dedicado buena parte de su carrera profesional a dar voz a quienes cruzan el mar en busca de una vida digna. Desde la edición y presentación del programa Telecanarias hasta la dirección de los informativos de Radio Televisión Española Canarias, su amplia trayectoria periodística le ha consolidado como toda una referencia en el oficio.
Sus trabajos en la redacción televisiva han logrado arrojar luz sobre una realidad que, a menudo, se reduce a cifras: la migración. Su interés por la materia germinó, en parte, debido a su ascendencia extranjera. Su abuelo paterno, oriundo de la localidad siria de Masyaf, se desplazó a Gran Canaria «con mucha comodidad, porque podía permitírselo, y pudo integrarse con facilidad», indica. Años más tarde, el futuro presentador, nacido entre dos patrias, crecería en esa tierra sintiéndose parte de ella.
No obstante, no todo se debe a sus raíces: «Quise saber qué llevaba a alguien a tomar una decisión tan dura y radical como es la de arriesgar su vida subiéndose a una embarcación». Es sabido que, para dedicarse a dicho tipo de contenidos, se debe poseer una curiosidad innata, pero también «empatía, bagaje cultural, tener siempre los oídos bien abiertos y leer mucho sobre lo que pasa a nuestro alrededor», cualidades que, según declara, «escasean en los grandes medios».
«Estamos ante partidos que buscan propagar sus ideas a través de bulos»
De acuerdo con registros del Ministerio del Interior, más de 46 000 personas arribaron a costas canarias el pasado 2024 a bordo de unas setecientas embarcaciones, marcando un hito en la historia del territorio. A ello, el redactor señala la coyuntura económica como principal causa del éxodo poblacional en los países de origen: «En África, la media de edad ronda los diecinueve años. Sin embargo, no hay oportunidades laborales. Por eso, es fácil andar por Senegal y encontrarse a mucha gente dispuesta a cruzar el mar. No tienen esperanza».
Es frecuente cuestionarse cuáles son los motivos por los que marcharon de su lugar de origen. En este asunto, el grancanario es contundente. Niega que la migración se trate de «un hecho que cuente con recetas mágicas para acometerlo». En cambio, «es un fenómeno imparable, que debe ser abordado desde múltiples aristas, más allá de su politización», asegura.

Respecto al continuo foco mediático sobre la llegada de embarcaciones a las costas nacionales, afirma sin titubeos que se debe a «lo atractivo y evidente que resulta mostrarlos para generar más alarma en la sociedad». En contraposición, menciona que la mayoría de migrantes que ingresan a España de forma irregular «lo hacen a través de puertos y aeropuertos», punto que no suele ser referido en los telediarios. «Es por esto que echo en falta más análisis y sosiego y menos periodismo espectáculo», confiesa.
Además, la difusión de noticias falsas en el espacio virtual con respecto a la migración supone una dificultad añadida ante la extendida desinformación en la prensa: «Mucho de lo que se dice no está contrastado o son bulos fabricados para generar corrientes de opinión en un sentido u otro. No estamos ante agentes que actúan por libre, sino frente a grupos de presión y partidos políticos que buscan crear el caldo de cultivo adecuado para que se propaguen sus ideas».
«Detrás de esas personas, hay historias que ayudan a entender por qué emprendieron sus viajes»
El-Mir no se olvida de quienes trabajan a diario con datos relativos al traslado demográfico: «Un día tras otro contamos, de manera fría, las pateras que llegan a tal sitio y cuántos son hombres, mujeres o niños. Cuántos traslados hospitalarios hubieron o cuántos fallecimientos», apunta. Para el periodista, es obligatorio para los medios de comunicación que conciencien a la sociedad de que «detrás de esas personas, hay historias que ayudan a entender por qué emprendieron sus viajes».
Ali fue una de esas historias que el reportero mostró al mundo. Tenía un bebé en brazos cuando el redactor se topó con el joven por las calles de Nuakchot, capital de Mauritania. Ali le explicó que había llegado a reunir hasta dos mil euros para montar en un cayuco, pero le estafaron en cuatro ocasiones distintas, quedándose sin zarpar.
Más tarde, Ali le invitó a su casa, donde vio a unos veinte africanos que vivían hacinados en las dos únicas habitaciones que conformaban la vivienda. Allí, conoció a Sam, otro chico de Costa de Marfil: «Nos dijo que ayer había fallecido su hermano en ese mismo cuarto porque no pudieron pagar la medicación para la malaria que padecía».
El gran punto de inflexión en su trayectoria fue el día en que El-Mir tuvo la oportunidad de entrevistar, en la ciudad senegalesa de M’Bour, a una integrante de una organización de tráfico humano. «Estábamos grabando un reportaje sobre la falta de pesca que impulsa a la población local a salir del país. Hablando con quienes estaban pescando, dimos con una señora que decía traficar con migrantes ‘para ayudarles’, porque no tenían forma de atravesar el océano», expone.
La traficante accedió a la grabación con la condición de mantener el anonimato. Vídeo: M. El-Mir
En vista de una crisis humanitaria de tales proporciones, el exeditor cree que el periodismo podrá otorgar apoyo «enseñando estas realidades con un trato exquisito a sus protagonistas, haciendo un retrato de lo que son, personas». Pese a ello, sostiene que la profesión «está muy lejos de la toma de decisiones que puedan revertir o modificar esta clase de sucesos».
Con todo, el resto de la sociedad tiene la posibilidad de ayudar a quienes migran «informándose, documentándose y leyendo sobre los países de origen. De esa manera, podremos entender mejor el contexto que les ha llevado a su situación», sentencia. Un gesto sencillo pero a la vez «muy necesario».