Rodrigo Canala y Maida Prado (naturales de Chile) dedican su vida al arte de expresar lo cotidiano a través de sus obras. Actualmente se encuentran en Tenerife gracias a la exposición Isla en la sala capitalina Agüita Arte Contemporáneo. El espacio presenta dibujos, pinturas, escultura e, incluso, videocreación. Todas las muestras son un reflejo de lo cotidiano y de la inspiración personal, en especial con el mar en la zona de Concón.
¿Qué significado le dan al arte? «El arte es una forma de vida que se supone poética. Es un espacio de libertad y de experimentación que se traduce en objetos visuales que intentan estimular, conmover y seducir».
¿En qué momento se dieron cuenta de que querían ser artistas? «A los 18 años ya sabíamos que queríamos dedicarnos a dibujar y pintar. Aunque Rodrigo estudió los primeros dos años de Arquitectura en la ciudad costera de Viña de Mar, yo (Maida) decidí no entrar a la Universidad de Artes sino en la academia de un pintor español. Ahí aprendí a pintar y dibujar».
¿Qué sienten al pintar un cuadro o retrato? «Cuando elaboramos imágenes visuales experimentamos una sensación de placer e incertidumbre. Una curiosidad enorme por saber qué irá apareciendo y lo que eso va a proponer».
¿Cómo llevan trabajar en pareja? «Nos genera una cierta complicidad. El diálogo que se produce se vincula, muchas veces, a la pregunta: ¿qué es ser artista?, ¿qué es el arte? Eso nos va enriqueciendo, soltando. A la vez, estimula la otra mirada. Esta experiencia también es un viaje con nuestro hijo, Iñaki, de tres años».
¿Cómo se vive el arte en Chile? «El arte va ligado con las clases, ya sea en la universidad o realizando talleres privados. Paralelamente, exhibimos el trabajo en galerías de arte o en espacios independientes. Vemos a nuestro país como una isla, un territorio al fin del Mundo separado por mar y cordillera, lo que invita a pensar en un histórico aislamiento cultural y espacial».
«Tenerife tiene muchas similitudes con Chile»
¿Por qué escogieron Tenerife para presentar su exposición? «Veníamos trabajando nuestras obras en un contexto costero debido a que vivíamos en el Balneario de Concón y queríamos mostrar lo que hacemos, pero fuera de Chile. Conocíamos este espacio ya que mi pareja tiene un vínculo con uno de los integrantes de Agüita, por lo que les propusimos este proyecto. En ese momento comenzamos a averiguar sobre la Isla y a darnos cuenta de la cantidad de similitudes que tenía con Chile, lo que fue haciendo que tanto el título de la muestra, como todo lo que fue conformando el proyecto, fuera saliendo con fluidez».
¿Qué supone exponer sus obras al otro lado del Mundo? «Ha sido un gran esfuerzo traer nuestros retratos, materiales… No contamos con ningún tipo de apoyo del Estado chileno, aunque postulamos dos veces. Pero la convicción de querer llevar a cabo el proyecto fue determinante para hacerlo por nuestros propios medios. Querer compartir las exposiciones fuera era un desafío. Y el alcance que esta experiencia tenga es una apuesta».