Sequía total en una granja de noreste de Zimbabue en 2024. Inundaciones catastróficas en China durante el mes de abril y en Brasil durante mayo. Fenómenos que han aumentado dramáticamente en número en las últimas décadas. El cambio climático es real, y así lo demostraron las temperaturas de 2023, el año más caluroso registrado, según informes de la NASA. En concreto, se acercó al peligroso umbral de 1.5ºC por encima de las temperaturas globales registradas a finales del siglo pasado. Pero, ¿cómo nos afecta eso?
A finales de 2023, la organización británica sin ánimo de lucro Christian Aid declaraba la situación climática de sequía en España como la novena peor catástrofe climática del año. Y en Canarias esta falta de lluvia y temperaturas ascendentes se hacen notar. El informe del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU sitúa el Archipiélago como «la región española más vulnerable al cambio climático por ser la única zona ultra periférica del país y porque su dependencia del exterior es muy alta». El principal riesgo: un ambiente cada vez más seco, acompañado de la acidificación de las aguas y la ralentización de las corrientes debido al alza en la temperatura marina.

Pero no hace falta que la ONU nos lo cuente para apreciarlo. Vivimos devastadores incendios que tuvieron lugar durante la segunda mitad de 2023, que acabaron arrasando casi catorce mil hectáreas, afectando a doce municipios y suponiendo una pérdida económica de unos 177 millones de euros. Una de las principales causas: la falta de lluvia, la misma que afecta a Claudio Miguel Luis Lorenzo, agricultor en los viñedos Bodega Marzagana.
«Las cosechas de uvas han bajado más de un 50 % con respecto a lo que se vendimiaba hace cinco años»
Claudio se despierta cada mañana y va a trabajar a las viñas, y como un día cualquiera, mira el cielo y ve escasas nubes. «Los decensos en estos últimos años han sido significativos», declara. «Las cosechas de uvas han bajado más de un 50 % con respecto a lo que se vendimiaba hace cinco años», comenta. Los viñedos de Marzagana tienen una extensión de nueve hectáreas, y el agricultor afirma que al estar en una cota por debajo de los 400 metros la sequía es mayor, y el temor de las pequeñas empresas agricultoras como la suya es real. En concreto, declara que «sobre todo afecta al cultivo de la papa. La polilla guatemalteca ataca y es un insecto que persiste en ambientes secos».

Actualmente estamos en situación de crisis hídrica, declarada por el Cabildo de Tenerife y el Consejo Insular de Aguas de Tenerife (CIATF) desde el pasado mes de marzo. Esta declaración surge de escasas reservas de agua para el sector agrario, sumado a la falta de lluvia, pero los métodos que se usan para solucionarla son fuente de gran polémica. Los especialistas se dividen, principalmente, entre quienes opinan que nuestro abastecimiento de aguas de galerías es suficiente y la situación está contaminada de intereses políticos, y quienes creen en la necesidad del uso de nuevas tecnologías como desaladoras.
La historia del «agua viva«, como se le denomina a la extraída de galerías, tiene un amplio e intrincado recorrido. Su inicio se remonta a finales del siglo diecinueve. La Galería El Francés, que fue creada entre un grupo de vecinos y vecinas y un francés que sabía manejar los utensilios necesarios, fue la primera galería a nivel superficial, en torno al año 1840. A esta la precedieron muchas más. Desde el año 1885 al 1910 se registra la creación de más de cien sociedades dedicadas al aprovechamiento, extracción y canalización de aguas subterráneas. Pero estas solo perforaban superficialmente. No fue hasta 1911 que accidentalmente en Roque Negro, Anaga, se obtuvo el primer alumbramiento de agua directamente del acuífero basal, de unas quince veces mayor caudal que lo que extraía de media hasta ese momento.
Lamentablemente, gran parte del techo de la galería se derrumbó, llevándose consigo las vidas de los trabajadores que se encontraban allí en el momento. Sin embargo, el descubrimiento provocó la llamada «fiebre del agua», en palabras de Juan José Braojos Ruiz, ingeniero técnico de obras pública e hidrólogo veterano. En 1924, hace exactamente cien años, la galería de Los Huecos, en Arafo, obtuvo el primer alumbramiento duradero del acuífero basal. De ahí en adelante se fueron descubriendo caudales cada vez más grandes, hasta 1965, pico histórico en caudal.
En la década de los años 70, en medio de un floreciente sector y economía del agua, nació el proyecto Canarias SPA-15, la primera investigación científica e inventariado de las aguas de Canarias. En él se encontraron expecialistas que han pasado a formar parte de la historia de este sector. Entre ellos, además de Juan José Braojos, se encontraba Carlos Soler Liceras. La voz de Soler es una que se aleja de las opiniones mantenidas actualmente por los principales órganos encargados de la administración hídrica de las islas: el Cabildo y el CIATF. Es doctor en ingeniería de caminos, canales y puertos e hidrólogo, responsable de descubrimientos tan importantes como el de Fuente Santa en Fuencaliente y de obras como la del Túnel de Trasvase. Hoy en día demuestra una postura muy contraria a lo que él mismo denomina la «política del agua» en Canarias.
Y es que en la década de los 90, ante una amenaza del agotamiento de galerías, como se dio con la de Barranco de Araca, en Candelaria, que hasta entonces había sido la segunda más importante de la isla, se empezó a hacer una transición hacia el modelo de agua desalada, que hoy en día está tan presente y es motivo de tanta polémica. Soler es férreo defensor de que que agua subterránea de la que gozamos es fuente más que suficiente para abastecer a la isla, pero que «hay un dicho entre políticos que dice que el ayuntamiento que levante las calles para arreglar las pérdidas pierde las elecciones». Pero, ¿a qué se refiere con esto?

El sistema hídrico
Ahora es cuando conviene explicar exactamente cómo funciona este intricado sistema hídrico insular. A grandes rasgos, consta de tres elementos: las perforaciones, que pueden ser galerías o pozos; la canalización y la depuración. A esto se le añade las relativamente recientes plantas desaladoras. Los pozos son por bombeo, se pincha la bolsa arcillosa donde se encuentra el agua y se extrae hacia arriba. En cambio, las galerías son traslados muy largos con una ligera inclinación. En cifras de 2015, Tenerife dispone de unas 1125 galerías de las cuales cerca de 500 están activas; y unos 400 pozos, de los cuales 140 aproximadamente están activos. Este dato es interesante para expertos como Carlos Soler, que defiende que con la ingeniería hidráulica de la que disponemos actualmente, deberíamos ser capaces de mantener estas obras de forma más eficaz. «El Estado ha abandonado completamente las galerías desde los 90», declara.

La canalización es otra raíz de polémica. En Canarias, el modelo hídrico es de un carácter mixto en lo que a competencias se refiere. Las excavaciones en busca de agua fueron realizadas por lo general por empresas o individuos. Esto implica que tanto la mayor parte de las galerías y pozos como gran parte de los sistemas de canalización corren a cargo del sector privado. Esto tiene sus beneficios y detrimentos. Por un lado, agricultores como Claudio Miguel lo tienen claro: «El agua es una mafia y los aguatenientes existen. Ellos ponen el precio, y el precio ha subido». Por otro, las empresas buscan ante todo lucrarse, por lo que las pérdidas de agua que sufren en sus canalizaciones son mínimas. No es así en el sector público, como detalla Soler: «El sistema de transporte tiene pérdidas por encima del 50 %. En San Sebastián y Llanos de Aridane se ha llegado al 80 %». Esto, argumenta el ingeniero, es lo que causa la crisis hídrica, y no la falta de lluvias.
En lo que respecta a las depuradoras, parece ser el aspecto más abandonado del sector. El Plan Hidrológico de los años 90 tenía como horizonte el año 2000, para el cual se había estimado la creación de once depuradoras comarcales. Sin embargo, llegado el 2019 había tan solo cuatro en funcionamiento. El resto, afirma Natalia Arroyo, también ingeniera en obras públicas especializada en hidrología, «se montaron y se dio el espacio en cada municipio, pero ahí se quedaron». Tenemos las depuradoras sin la red de depuración. Arroyo explica que las depuradoras EDAR disponen de tres tratamientos consecutivos sobre el agua. El primero, el pretratamiento, que es un desbaste, desarenado, desengrasado y tamizado, para quitar los contaminantes de mayor tamaño. El segundo, llamado tratamiento primario, elimina las partículas de menor tamaño que escapan del pretratamiento. Por último, el tratamiento secundario se hace mediante bacterias que disuelven la matería orgánica más pequeña. En la Isla no siempre se aplica este último, pues las aguas no siempre son reutilizadas, sino directamente enviadas a una emisario que las suelta al mar.
Juan José Braojos insiste en que «el Cabildo y la administración están volcados en la depuración y regeneración de las aguas» como máxima prioridad en la actualidad. Sin embargo, en el lado contrario del espectro, Soler es de la opinión de que la administración de estas depuradoras está estructuralmentemal diseñada. El ingeniero afirma que el carácter comarcal de estas estaciones no tiene sentido, pues se bombean aguas sucias. Además, cree en la efectividad de las depuradoras biológicas, que hacen el proceso de limpieza mediante un escalonado gradual. Sin embargo «no interesan porque son muy baratas». Habiendo trabajado en la Dirección General de Aguas del Gobierno de Canarias durante veinte años, afirma que «con el 20 % del dinero que nos llegaba teníamos para arreglar los problemas, pero nos decían que teníamos que gastar el 100 %, porque si no el año que viene nos darían menos».
Sal, ¡sal por donde has venido!
Por último, pero para nada menos importante, las desaladoras. El tema que más división causa. Juan José Braojos expone las cifras que se obtuvieron durante el SPA-15: En la treintena del año 45 al 75 el índice pluvial anual era de unos 1060 hectómetros cúbicos. Los siguientes 25 años muestran un decrecimiento de 201 hectómetros cúbicos en esa misma media. Pero lo más alarmante es la bajada en los últimos diez años, de 198 hectómetros cúbicos en bastante menos tiempo. Braojos menciona también las requisas. Esto era una estrategia empleada en periodos de sequía, en la cual se le requisaba parte del agua a los agricultores del sur para poder abastecer la capital, ya que el consumo humano es siempre prioritario. En 2020, en plena pandemia, tuvimos una etapa de sequía, frente a la cual «nadie tuvo restricciones hñidricas. Ningún agricultor se quejó por falta de agua». Esto fue posible por dichas desaladoras.
Sin embargo, estas desaladoras no son especialmente baratas de mantener ni contruir. Hace escasos tres días, el nueve de julio, el Gobierno de Canarias aprobó la financiación de ocho de las diez nuevas desaladoras que se plantean contruir en terreno canario para paliar la falta de agua en la agricultura. Las contrucción de desaladoras, según Soler, se da por dos motivos «el desconocimiento y la corrupción». El desconocimiento porque muchos de los cargos de importancia en la administración hídrica estan ocupados, según el hidrólogo, por profesionales de la historia, la filosofía y, en general, gente que no sabe del tema. Las desaladoras están construidas casi siempre por multinacionales que ofrecen comisiones. «No es que me lo hayan contado, me las han ofrecido a mí», admite el ingeniero. «En La Gomera me ofrecieron el 10 % del coste de tres desaladoras que pretendían instalar», confiesa.
El coste, sin embargo, no es solo monetario. Por cada litro de agua desalado se saca una cantidad equivalente de salmuera, que es desechada al mar, exactamente igual que el agua semidepurada mencionada con anterioridad. Ante esta doble fatiga contaminante sumada al ralentizamiento de las corrientes marinas, no es de extrañar que cada tanto veamos en la televisión noticias de la contaminación de nuestras playas. La conversación de los microplásticos, que tanto preocupa en la última década, también es muy tangente en este asunto, ya que como afirmaron en SMAGUA 2023, una feria de divulgación sobre nuevas actualizaciones y tecnologías en el sector hídrico, las desaladoras no los filtran.
Las presas han demostrado no ser una buena alternativa, pues los suelos volcánicos de Tenerife tienen un nivel demasiado elevado de porosidad, que hace que el agua se infiltre. Infraestructuras tan difíciles de construir como la presa de Los Campitos, la de Barranco del Rey o la de Curbello han sido completamente abandonadas, y otras que lo fueron, como la de Río, son permeabilizadas con el fin de volverlas a usar, pero es un proceso que también requiere un alto coste y tiempo. En las islas orientales, por otro lado, hay menor permeabilidad superficial, y por tanto son más factibles.

«Mientras haya energía habrá agua. Eso es antinatura. Porque lo estás haciendo al revés»
Las figuras que presenta un experto como Braojos, que tiene un libro de casi 700 páginas hablando sobre todo lo relacionado a las galerías de la isla, muestran descensos tanto en la pluviometría como en la recarga de los acuíferos. También es cierto que por debajo de determinadas cotas y en zonas concretas incluso el agua de las galerías sale de baja calidad, y debe ser desalada. ¿Pero es de verdad un modelo que lucra a las multinacionales, contamina el medioambiente, y no tiene nada de especial históricamente, la única alternativa?
«Desde los jardines colgantes de Babilonia, siempre se le ha sacado la energía al agua. El Gerente del Consejo Insular de Aguas dice: mientras haya energía habrá agua. Eso es antinatura. Porque lo estás haciendo al revés», interpreta Soler sobre la depuración biológica. Quizás, si aprendemos sobre estas cosas, la próxima vez que levanten las calles para arreglar los sistema de canalización, no nos molestará tanto.