La sociedad cada vez va más rápido y demanda una mayor inmediatez. Se compran productos que llegan al día siguiente; y los viajes en barco y avión cada vez duran menos. En definitiva, las cosas se quieren para: YA. Sin embargo, este comportamiento de lo inmediato tiene un coste y no son las personas quienes lo pagan, sino la naturaleza. La industria aérea satisface la necesidad con un tránsito óptimo para la clientela. En cambio, la marina está aún por llegar a su punto álgido y se espera que se desarrolle y aumente el tráfico en los próximos años. Pero, ¿qué ocurre con los animales que habitan en el medio marino?
El ecosistema terrestre y el marino están delimitados por una fina línea. Donde rompen las olas. No obstante, la sociedad no sabe qué hay más allá, ni de la importancia para la salud del planeta que reside tras esa frontera. Una vez se cruza se pueden encontrar desde pequeños organismos hasta grandes mamíferos: los cetáceos. Quienes son los principales damnificados por el tráfico marítimo. Y con el paso de los años las colisiones se han convertido en el principal factor de riesgo para sus poblaciones.

Los archipiélagos son oasis dentro del gran océano azul
Canarias es una de las zonas donde se han avistado más especies de cetáceos del mundo; treinta y una de las alrededor de cien que hay descubiertas. Natacha Aguilar, investigadora y bióloga del Instituto Español de Oceanografía (IEO), explica que se debe a que «los archipiélagos se convierten en un oasis dentro del gran océano azul. Puntos de mucha productividad alimentaria para los grandes buceadores». Es una ubicación donde se juntan aguas someras (poca profundidad) y profundas. «Aquí, entre las islas, tenemos canales de hasta tres mil metros de profundidad», señala.
Por latitud, el Archipiélago canario tiene aguas cálidas. Sin embargo, a través de la corriente canaria, que cruza el Atlántico y aporta aguas frías y con alta carga de nutrientes, se da el fenómeno oceanográfico del afloramiento sahariano. «Las aguas calientes, pobres en alimentos, quedan en la superficie, mientras que las frías en el fondo. Pero dada la rotación de la Tierra hacia el Este, las segundas suben y enriquecen las que quedan por encima», explica Aguilar. Este hecho atrae a los cetáceos para que se alimenten en Canarias y que, incluso, se establezcan poblaciones de especies como cachalotes y calderones tropicales.
Sin embargo, entre las Islas, a lo largo del año se producen más de veinte mil trayectos de embarcaciones comerciales. Lo que supone un riesgo para las poblaciones que residen o transitan por el agua sobre la que se navega. Al igual que las personas con los vehículos, los animales pueden sufrir atropellos; colisiones. De acuerdo a un estudio presentado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, aproximadamente 12 de las especies varadas al año, presentan signos de haber chocado con un barco. Y el principal factor de riesgo es la velocidad. Se estipula que a quince nudos, existe un 80 % de probabilidad de que el impacto sea fatal para el animal. Los fast ferris que circulan en el Archipiélago llegan a ir a treinta nudos.

«Es urgente reducir la mortalidad por colisiones»
A través de un estudio de la Universidad de La Laguna (ULL), en el que ha participado Natacha Aguilar, se ha detectado que las colisiones con cachalotes se han reducido en los últimos años, pero que su población ha disminuido a la mitad. Aguilar, matiza: «Puede que haya una variedad de factores produciendo el dramático declive en la abundancia de cachalotes en Canarias. Pero no se puede descartar en base a los datos de varamientos con signos de colisión, que el declive haya sido causado por esta». De manera que, al ser un factor que es controlable, «es urgente reducir la mortalidad por colisiones».
Los fast ferries se implantaron en Canarias en 1999. En la década hasta dicha fecha, la estadística científica mostraba de media 1 cetáceo con signos de colisión muerto al año. Al instalarse la nueva tecnología, la cifra ascendió hasta los 5,6 anuales. Los antiguos barcos tenían una velocidad máxima de dieciocho nudos, unos treinta kilómetros hora; mientras que los rápidos, navegan a treinta, más de cincuenta por hora. En lo que respecta a los cachalotes, los datos antes indicaban una media de 0,6 cachalotes con magulladuras por choque. Y aumentó hasta los 3,6.
Para combatir los daños que se pueden ocasionar, existen una serie de recomendaciones por parte de la Organización Marítima Internacional en la Guía para la reducción de colisiones; Formar a la tripulación, implementar tecnología para prevenir el atropello, realizar cambios de ruta y reducir la velocidad de navegación. La naviera Fred Olsen, principal operadora en Canarias, está implicada en proyectos para mitigar los efectos negativos sobre los grandes buceadores e incorpora y testa nuevas tecnologías en sus buques. Las medidas se reflejan en su página web. Además, colabora con la ULL en la fase experimental de un sistema térmico de detección de mamíferos.
«Los animales varados que llegan a las costas son solo la punta del iceberg»
Francis Pérez, fotógrafo y submarinista profesional, explica que «los animales varados que llegan a las costas son solo la punta del iceberg» y se pregunta sobre cuántos serán los que realmente mueren. Pérez usa su fotografía como herramienta de conservación para que científicas como Natacha Aguilar, con quien ha trabajado en muchas ocasiones, pueda realizar investigaciones y estudios sobre las poblaciones de cetáceos. Además de haber viajado por todo el mundo y participar en numerosas grabaciones medioambientalistas. Como el documental collission.
Sumergirse para ver estos grandes animales parece una actividad pacífica y alegre. Sin embargo, él se ha encontrado con ambas caras de la moneda. «Lo que más me gusta es fotografiar el patrimonio natural, mostrarlo y hacer un inventario de lo que tenemos ahí fuera», comenta. No obstante, no siempre ha tenido inmersiones felices: «Fotografías como la del calderón con la aleta colgando es un boom para el cerebro, pero es un problema que existe». Además, se lamenta porque «la gente no sabe lo que tenemos y eso que disponemos de catálogos de todo tipo. Preguntan, ¿esa ballena la tenemos aquí?».

En Tenerife está la ZEC de Teno-Rasca, donde es frecuente poder ver calderones de aleta corta. Son de los cetáceos que más se acercan a la costa y una de las especies que habitan de manera regular en el Archipiélago. Sin embargo, en la zona hay un gran número de puertos recreativos y es una zona de tránsito de los fast ferris en dirección a La Gomera, La Palma y El Hierro. También circulan numerosas embarcaciones y algunas realizan avistamientos de ballenas de manera legal e ilegal. Quizá Canarias necesita una mayor defensa del entorno por parte de las autoridades.
El caso del Mediterráneo
El desarrollo de la industria comercial de transporte naval surge como respuesta a las demandas de la sociedad. Se pide inmediatez y velocidad. Se espera que para la década de 2030, el tránsito marítimo comercial sea el doble que el actual. El mar es el nuevo campo a maximizar su rendimiento económico.
El principal puerto en número de contenedores en España es el Puerto de València, con un volumen de cinco millones. Traducido a siete mil quinientos buques de pasajeros y mercancías. En sus instalaciones se va a llevar a cabo la ampliación de la Terminal Norte, la cual ampliará la capacidad del puerto y también su conexión con el mundo. «Para 2032 (cuando acaben las obras) prevemos que duplicaremos el tráfico de barcos actual y tener otros cinco millones de contenedores más de capacidad», apuntan desde la Autoridad Portuaria de València. «Cada vez los botes tienen mayor tamaño, por lo que puede que el número de grandes naves se reduzca», añaden.
El mar Mediterráneo no es un caso aparte. De hecho, es una zona de migración de cetáceos; entran por el Estrecho de Gibraltar y suben entre la costa balear y peninsular hacia el norte. Estas aguas son menos ricas que las de Canarias. Sin embargo, los animales sufren los mismos daños: las colisiones. En cambio, existen otros factores que atentan contra ellos, principalmente asociados a la disponibilidad de alimentos, ya que compiten por los recursos tróficos con la actividad pesquera.

Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM)
Juan Antonio Raga, Zoólogo de la Universitat de València, explica que las colisiones son el primer factor de riesgo en el Mediterráneo y que el rorcual común es el mayor damnificado. Esta especie es la segunda más grande de los cetáceos y la primera en este mar. A lo largo de los años ha habido una evolución en la defensa y conservación del entorno para salvaguardar las especies que habitan en el agua. En 2018 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) estableció una ZEPIM en el corredor de migraciones de cetáceos del Mediterráneo, una zona que abarca desde Alicante a Girona en paralelo a las Islas Baleares. Y que prohíbe las prospecciones de recursos en el lecho marino que generan mucha contaminación acústica, para proteger los ecosistemas submarinos.

«El Ministerio de Industria había configurado una zona para obtener recursos marinos en el fondo del mar mediante explosiones, y gracias a la movilización social en las Baleares, el MITECO implantó este área para impedirlas», detalla Raga. No obstante, en el Mediterráneo y en la actividad pesquera, parece que se ha dado una mayor concienciación e implicación. «Cuando notan que algo va mal (porque se ha enganchado algún animal grande a sus redes), avisan, e incluso llegan a sacrificar su pesca cortando las cuerdas. Es un oficio duro y hay que entender lo que esto supone económicamente», añade Raga.
La pesca presenta un problema difícil de atajar. La Unión Europea prohibió la utilización de las llamadas ‘redes de deriva’ -de tamaño kilométrico y de captura sin cribado-, pero solo tiene jurisdicción sobre los Miembros. «No podemos obligar a los países norteafricanos a que no las usen», recalca Raga. Además, por la manera de funcionar de sus Estados, no hay información disponible sobre las especies que pueden capturar. «Aquí tenemos un control, allí no».
Hay que entender la proporción de cuando un animal muere, respecto a su grupo. «No es lo mismo que fallezca uno de mil, que uno de cuarenta», matiza el zoólogo. El problema con Canarias es compartido, ya que se ponen en riesgo las poblaciones que más frecuentan la zona o que llegan a establecerse. Asimismo, las soluciones también se comparten y todas pasan por un desarrollo tecnológico y una concienciación social.
Si el principal factor de riesgo en las colisiones es la velocidad, “¿prevalece llegar media hora antes al destino que poner en riesgo la vida de un animal?” Esta misma incógnita se planteaban Aguilar, Pérez y Raga, pero quien debe contestar es la sociedad, ¿Vale la pena?