Misivas sin remitente

Opinión

Las rutas migratorias por el Mediterráneo es el tema principal que Paula Palacios retrata en Cartas Mojadas, nominada en los Premios Goya como mejor película documental. Multicines Tenerife acogió recientemente, con la colaboración de Charlas de Cine y Aula de Cine ULL, el visionado de esta pieza audiovisual estrenada en octubre del pasado 2020. La proyección contó con un coloquio posterior que brindó la oportunidad de hablar por streaming con la directora del filme.

La crudeza del ser humano se ve reflejada de manera escandalosa, la falta de empatía que nos divide se aprecia desde el primer minuto. El cómo las historias que no se cuentan, simplemente no suceden. Sus protagonistas carecen de voz propia, del mismo modo que expresa el reflexivo audio en off con toque francés que conduce la película. Así, a través de la figura narrativa de una niña, se representa a esas almas que, por estar desperdigadas en el océano, no computan en las listas que llegan a Europa. No se han encontrado sus cuerpos, y nadie podrá recordarlas.

Lo mismo ocurre con esos mensajes que se mojan y no arriban a su destino final. No tienen la ansiada suerte de algunos ni el destino correspondiente a otros. A través del sollozo y la convulsión se refleja la catástrofe que se expande en alta mar. Resulta muy fácil escribir un artículo desde la comodidad. Intentar relatar, desde la distancia, una situación que empeora cada día sin cesar. Palacios, que tomó cuatro años en componer esta pieza, muestra de manera elegante la tortura, el egoísmo y el esclavismo que padecen estos individuos.

«Ya no se trata de una cuestión de países y religiones, de culturas o ideologías, se trata de humanidad»

Así manifiesta uno de los testimonios presentados en la cinta. Nadie abandona su hogar por voluntad propia, y menos, en condiciones paupérrimas. Nadie deja el lugar que lo vio nacer si no es en busca de un futuro mejor. Nadie se espera que, después de tanto recorrido y sufrimiento por llegar a la otra orilla, los tratos que recibirá serán inhumanos. ¿Qué podemos decir, que no se haya dicho ya, sobre esto? ¿Con qué facilidad seguimos nuestra vida sin ampliar el prisma? ¿Cómo no salimos corriendo a prestar ayuda? ¿Cómo no intentamos denunciarlo por algún medio?

«Me cuentan que en Europa cierran las puertas incluso sabiendo que pueden quedarse dentro bloqueados», añade un testigo. ¿En qué momento nos dividimos tanto como seres humanos? Ya no se trata de una cuestión de países y religiones, de culturas o ideologías, se trata de humanidad. De comprender el dolor del otro como si fuese nuestro, de empatizar, de estudiar esas cartas que son el testimonio real de muchas personas y no olvidarlas. Tomarlas en consideración y leerlas en alto. No dejar que se hundan en las profundidades de la indiferencia. Eso también nos hace culpables.

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