El filme refleja la visión de un grupo de escolares durante una desgarradora crisis civil en la capital de Irlanda del Norte. Foto: PULL

Belfast

Opinión

Cuando fui a ver Belfast estaba predispuesto a ver una película intensa emocionalmente, enternecedora y provocadora de lágrimas. Y no me equivoqué. Belfast es una de las películas más emotivas que he visto en los últimos años. Desarrollada en un entorno de duro drama familiar con ácidos toques de humor, repleto de magníficas actuaciones, con una fotografía fuera de lo normal y una intrépida mezcla de sonidos que en ocasiones llegan a resultar crueles, superpone música alegre sobre duras secuencias de tortura y matanza callejera.

Dramática y sarcástica, fría y cruel, a la vez que inteligente, romántica y realista, el filme refleja la visión de un grupo de escolares durante una desgarradora crisis civil en la capital de Irlanda del Norte. Todos estos recursos son empleados por el director y guionista, Kenneth Brannagh, con el fin de mostrar su propia y dura infancia a la que una vez estuvo encadenado.

A su finalización, muy probablemente, nos lamentaremos de haber agotado el impacto que genera visualizarla. En resumen, Belfast se ha ganado por sí sola el respeto de quienes amamos el cine por su gran guion y realismo, encumbrándose hasta llegar a postularse al Oscar a mejor película.