Los que se van, se quedan

Opinión

Una de las verdades más grandes que he escuchado es que la vida es un ciclo constante. Por regla general, nacemos, crecemos, nos reproducimos (o no) y morimos. En algunos casos, simplemente estamos en un sitio y, luego, nos vamos. Tanto si hacemos las cosas bien como si cometemos algún error, dejamos un hueco detrás de nosotros que se convierte en algo irremplazable: cada cual es diferente y aporta una chispa especial. Ayer, viernes 27 de julio, la VII Promoción de Periodismo de la Universidad de La Laguna, se graduó. Y llegan las despedidas.

Empiezo a tomar conciencia y a darme cuenta de que las personas que me han enseñado gran parte de lo que sé a día de hoy se marchan, ya no los veré por los pasillos de la Facultad. Al mismo tiempo, sé que esas ausencias no serán dolorosas: un pedacito de todos ellos y ellas se queda incrustado en las paredes de la pirámide de Guajara. Han pasado cuatro años subiendo y bajando escaleras, intentando comprender en qué consiste esta profesión, luchando por un sueño, por un objetivo: ser periodistas. Lo han conseguido y, por ello, ¡enhorabuena!

Gracias, gracias y gracias


Hoy no puedo recurrir a ninguna autoridad, a ninguna institución o ni a algún intelectual porque escribo desde el corazón y con los sentimientos a flor de piel. Lo primero de todo, quiero mostrar mi agradecimiento a todos esos compañeros que ahora se despiden de la vida universitaria para emprender una nueva etapa: quizás estudien un posgrado, se vayan a conocer mundo o tengan la suerte de empezar a ejercer desde ya. Quién sabe. En cualquier caso, estoy convencida de que les irá genial. Si han llegado hasta aquí, habrá sido porque las ganas, la fuerza y la ilusión no les ha abandonado.

Les doy las gracias a los que se graduaron ahora, a los que lo hicieron hace un año y a todos los demás por no haberse rendido y por haber luchado para que las cosas mejoraran: las nuevas generaciones podemos disfrutar de muchas herramientas de aprendizaje que ellos consiguieron, como el aula multimedia, la Revista 360 o PULL, el periódico digital donde ahora lees este artículo.

Avanzamos


Comienza a dar vértigo la velocidad a la que pasa el tiempo. Un grado de cuatro años se pasa, en realidad, en un suspiro, en un abrir y cerrar de ojos… En un abrir y reabrir de mente. Entramos siendo niños con una manera de ver y entender el mundo infantil, pero salimos con una sonrisa de oreja a oreja y un título bajo el brazo que no solo acredita que estamos preparados para ejercer, en este caso, como periodistas: también es un certificado de madurez.

Por su parte, a los compañeros de cursos inferiores decirles que el camino no está hecho de nubes de algodón, que nos caeremos una y otra vez y dolerá, por supuesto. Y, ¿saben qué? Las heridas siempre acaban sanando y nos hacemos más fuertes. No decaigan, no se desanimen: ya queda muy poco. Cuando llegue el momento de que alguien les dedique una carta de agradecimiento y admiración, tampoco dejéis que os invada la pena. Al final nunca nos acabamos de ir del todo. Ellos se van en cuerpo, pero se quedan en alma. «¡Hasta siempre!», a unos; «¡hasta el próximo curso!», a otros.

Conviértete en una cita célebre. Vive en la sonrisa de las palabras. Aférrate a la magia del periodismo.

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