Es posible que cuando se mencione la palabra superdotado venga a la mente la imagen del joven Sheldon Cooper, un niño con mente privilegiada que no entiende los comportamientos sociales-afectivos. Este es un ejemplo del reflejo que muestran las películas y series de televisión de la definición de las personas de altas capacidades intelectuales, basado en mitos que dan a entender que, para serlo, tienen que destacar en clase y tener cierta personalidad. Sin embargo, la realidad de este colectivo es mucho más compleja y diversa.
El nuevo título en Características y Necesidades de Altas Capacidades Intelectuales de la Universidad de La Laguna tiene el objetivo de informar sobre las características reales de este alumnado y responder a las necesidades de formación de quienes tratan y educan a este colectivo. Esta formación online posee una carga lectiva de 15 ECTS y se impartirá desde el 10 de enero al 31 de mayo de 2025, con un costo de 450 euros. La preinscripción para acceder a una de sus 30 plazas ofertadas estará abierta hasta el 31 de octubre de 2024.
África Borges, catedrática de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad de La Laguna y directora del Título, explica que, en la actualidad, «no hay formación reglada específica sobre este tema, por lo que el profesorado que se encuentra con alumnado de altas capacidades no tiene conocimientos sobre qué necesidades tienen», influyendo también los diversos estereotipos que existen en la sociedad.
El profesorado, a la hora de detectar la alta capacidad intelectual, no va a poder identificarlo porque «están esperando al alumnado más brillante, al que saca mejores notas y no siempre es así», aclara Borges. «En muchas ocasiones, aunque captan rápido la información que se les da, no rinden adecuadamente porque van sacando el mínimo, mientras que el profesorado espera a alguien que tenga el mejor rendimiento», explica.
Por otra parte, Borges destaca el mito sobre que los niños y niñas van a tener problemas tanto en el ámbito personal y social como en sus relaciones interpersonales, y recalca que ello provoca que sus progenitores estén preocupados por «lo que se viene», un temor que muchas veces no corresponde a la realidad.
Principales desafíos
El estudiantado de altas capacidades puede hallar numerosos desafíos en el ámbito educativo. El reciente estudio del Ministerio de Educación Alumnado con necesidad específica de apoyo educativo muestra las cifras de estudiantes con altas capacidades de enseñanzas no universitarias, que ascienden a 51 396, de los cuales 2320 son de Canarias.
Por otra parte, «si el profesorado no está preparado, ¿cómo va a realizar adaptaciones curriculares en condiciones?», se pregunta Borges. «Para el cuerpo docente también supone una carga excesiva porque no tiene la formación necesaria», añade. Al darse esta situación, el alumnado no tiene los retos necesarios que les haría falta y esto puede llegar a que no rindan lo suficiente.
El bajo rendimiento en alumnado de altas capacidades es uno de los asuntos centrales en la investigación internacional sobre este colectivo porque «cuando no reciben ese reto, esa formación específica que les hace falta, no desarrollan hábitos de estudio y aprenden que con poco esfuerzo tienen éxito», menciona Borges. Ello acarrea consecuencias negativas a largo plazo, según vaya creciendo la necesidad de trabajo y esfuerzo, encontrándose con dificultades como no acceder a las carreras que desean, no obtener becas y no llegar a desarrollar todo su potencial.
Elena Rodríguez, profesora de este diploma y directora del Aula de Altas Capacidades y Talentos, destaca la importancia de esta certificación respecto a los desafíos que existen: «Por un lado, conocer cuáles son las características que presenta este tipo de alumnado para saber identificarlo, y por otra, que los y las profesionales puedan llevar a cabo labores de evaluación de diagnóstico de este colectivo». Además, recalca que tener esos conocimientos es fundamental para poder impartir la formación de manera adecuada.
La profesora de este título especifica que no solo va dirigido al profesorado, sino «también a los tutores de los jóvenes para conocer qué les caracteriza, qué dificultades pueden encontrar y, a partir de ahí, orientar bien su educación».
Una formación clave
Rodríguez comenta que este diploma permite tener profesionales cualificados desde el primer paso: la identificación y evaluación del alumnado. Para ello, durante la formación, las personas interesadas «verán cómo es ese proceso de diagnóstico, de pruebas que se aplican y la importancia de que el profesional las sepa utilizar, implementar e interpretar para que puedan trabajar y dar una respuesta educativa específica», apunta.
Triana Aguirre, docente de este título y coordinadora del Programa Integral para Altas Capacidades (PIPAC) en la Universidad de La Laguna, pone el énfasis no solo en cómo se aborda todo lo necesario para la identificación del alumnado desde el punto de vista del profesorado, sino que también «se aportan temas que tienen que ver con la intervención intraescolar y las relaciones familia-escuela, lo que puede ser beneficioso para todas las personas que quieran cursarlo».