Un último vals, la primera canción del último concierto. La voz ronca y melancólica de siempre. Y la mirada cautivadora del maestro. Un hombre que al aparecer en el escenario enloquece al público. Las once mil personas que llenan el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife están de pie en honor a él. En honor a Joaquín Sabina. No es la primera vez del andaluz en la Isla, pero sí el espectáculo final. El show es uno de los que concluye una trayectoria de 47 años cantando con la gira Hola y Adiós.
Las primeras notas de Lágrimas de mármol se pierden entre los gritos del público, que calla cuando Sabina les canta que nunca dejará de celebrar ser superviviente, ¡maldita sea! Cuando termina se dirige al público con nostalgia y cariño y asegura que «uno se siente cada vez más guanche y menos godo».
Lo niego todo, Mentiras piadosas y Ahora que entristecen el ambiente con esa dulzura que esconde la voz del cantautor. Tras un solo de guitarra que cierra el quinto tema de la noche, Sabina habla de sus primeras canciones, poniendo la miel en los labios de quienes le llevan adorando desde que vivía en el «número siete, calle Melancolía», desde que tardó en aprender a olvidarla «19 días y 500 noches» o desde que le robaron el mes de abril.
«Cómo me gusta cantar con ustedes»
Tras interpretar sus éxitos más aclamados Sabina le agradece al público: «Cómo me gusta cantar con ustedes, que lo hacen de maravilla». Y narra más de cien palabras, más de cien motivos y Más de cien mentiras que valen la pena. Durante la canción presenta a la banda con fotos de su infancia.
El jienense da paso a la corista para que cante y se retira. Tras una canción entonada por ella y otra por el guitarrista, Sabina regresa al escenario con un outfit nuevo y Donde habita el olvido entre las melodías. Peces de ciudad y Una canción para magdalena dan paso a un recuerdo que el cantante guarda con cariño, Por el Boulevard de Los Sueños Rotos evoca a Chavela Vargas y esa nota donde la mexicana le dice: «Te amo Joaquín, tu amor, Chavela».
Y sin embargo te quiero empieza a retumbar en la recinto a manos de la corista, Sabina interactúa con ella de forma graciosa y gentil mientras se prepara para cantar Y sin embargo. El público comienza a cantar con él a pleno pulmón y al final del tema el protagonista de la noche cede el trono a la audiencia que entona con la pasión de once mil corazones unidos: «Y al cielo de tu boca, el purgatorio. Y al dormitorio, el pan de cada día».

Noches de boda junto con Y nos dieron las diez arropan la ida del cantautor del escenario. El público suplica por una última canción. La generosa banda interpreta La canción más hermosa del mundo y bajo las últimas melodías del delicado tema reaparece Sabina para explicar que «hasta aquí ha llegado la parte de ‘hola’ y ahora viene la parte de ‘adiós'».
Tan joven y tan viejo se difumina en Contigo. El jienense ablanda los corazones y humedece las miradas del público: «Yo no quiero contigo ni Tenerife sin ti. Lo que yo quiero, Canarias de ojos tristes, es que mueras por mí». Tras esta sutil y pensada dedicatoria Sabina canta Princesa, su última canción en la Isla. Las últimas melodías de esa voz ronca empujan a todo el mundo a ponerse de pie. Sabina se quita el sombrero y dice adiós.