Sukeina Ndiaye nació en el Sáhara Occidental cuando aún era provincia española. Foto: I. Mederos

Sukeina Ndiaye: «Sacrifican al pueblo saharaui por intereses sin garantía»

Solidaridad

El cambio de postura del Gobierno de España sobre la autodeterminación del pueblo saharaui reabre el debate sobre un tema aún sin resolver. Sukeina Ndiaye nació en el Sáhara Occidental cuando era una provincia española y vivió veinte años en el campamento de personas refugiadas de Tinduf, Argelia, a causa de la invasión marroquí en 1975. Tras su llegada a Tenerife en 1999, en la actualidad es presidenta de la Asociación por la Libertad del Pueblo Saharaui, además de representante de las mujeres saharauis en Canarias y activista por los derechos de la mujer. 

¿Cuáles eran las condiciones de su país antes de la invasión marroquí? «Las condiciones eran buenas. Cuando estaba en mis primeros años de estudio vivíamos bajo bandera española en unos colegios que combinaban la cultura española y saharaui. A pesar de que somos árabes y del continente africano, con una cultura religiosa musulmana, no había una brecha social por el tema cultural ni religioso y eso hizo una buena convivencia. Es una etapa inolvidable porque vivíamos juntos y bien. No te imaginas que de la noche a la mañana tu mundo cambia, tu vida y todo tu pueblo».

El inicio de la invasión marroquí le hizo abandonar su país. ¿Qué supuso para usted? «Pues fue muy duro, porque sales de una casa en la que tenías todas las necesidades básicas cubiertas, e incluso con lujos que desconocías. Cuando se movilizó la población salimos corriendo con lo puesto. Yo al menos salí sabiendo que iba a escapar, otras personas salieron en una especie de “sálvese quien pueda”. Es injusto porque como pueblo no hemos buscado esta situación. Nos la han impuesto porque tenemos mucha riqueza y, cuando hay riqueza, los seres humanos somos mercancía».

El papel de la mujer en tiempos de crisis


Vivió en el campamento de refugiados de Tinduf, en Argelia, durante veinte años. ¿Cómo recuerda su vida durante esos años? «Trabajaba como técnica de laboratorio clínico e intérprete con las comisiones médicas. La parte emocional fue muy buena, es una etapa en la que trabajaba con mucha fuerza y con muchas ganas de cambiar la sociedad. Mis hijos e hijas nacieron allí y lo recuerdan con cariño, paro hacía falta cubrir muchas necesidades, y sigue haciendo falta».

¿Qué papel ocupaban las mujeres en los campamentos? «El campamento lo llevaban las mujeres, empezamos a empoderarnos allí trabajando en todos los ámbitos. Somos un pueblo en el que la mujer tiene un puesto dentro de la sociedad muy visible».

A pesar de ello, hay muchos estereotipos alrededor de la mujer árabe o musulmana… «Sí, hay gente que solo por tu forma de vestir tiene prejuicios y estereotipos hacia ti con los que asumen que eres una mujer atrasada. Y no, la mujer saharaui ha demostrado su valía y ha roto estereotipos y prejuicios a nivel mundial. La población española desconoce mucho el papel de la mujer saharaui, eso me indigna».

Tras llegar a Tenerife, ¿por qué comienza su carrera como activista? «Empecé el activismo porque sé que en nuestra lucha nos necesitamos todas y todos, ya que, si no trabajamos cada persona desde nuestra posición, no vamos a tener un Sáhara libre nunca».

«Desde nuestra posición sentimos la traición y la indignación, no damos crédito»


Llevan 47 años luchando a favor de los derechos del pueblo saharaui. ¿Qué supone para el ánimo de las miles de personas que no ven reconocidos sus derechos? «Cuando te hacen una traición decaes y te desanimas, pero el pueblo saharaui, en general, cuenta con la ayuda de otros países y, en concreto, con Argelia como nuestro mejor aliado. Aunque, sobre todo, contamos con nuestro pueblo. Cada vez que nos traicionan sacamos más fuerza, no sabemos de dónde, pero, cuando sentimos que nos han herido, más alzamos la cabeza y sacamos más fuerza para trabajar conjuntamente y evitar que esto llegue a más».

¿Cuál fue el sentimiento con respecto al cambio de posición de España? «Si te lo hace otro país no te duele, no nos alegraríamos, pero no duele. Si lo hace España, que tiene la ética moral histórica de proteger a la población saharaui ante cualquier cosa, sí duele. Lo mínimo que podía hacer era mantenerse neutral. Han tomado una decisión que es vista por todo el mundo y que les posiciona de una forma en la que violan los derechos humanos. Desde nuestra posición sentimos la traición, la indignación, no damos crédito. Sacrificas a un pueblo por intereses que, además, no tienen garantía».

Y en consecuencia, ¿qué supone para la población saharaui que no se reconozca la autonomía de su país? «Las consecuencias son nefastas. Al dar libertad a Marruecos sobre la población civil, tiene capacidad para aniquilar, torturar y matar a la población saharaui. La hace desaparecer porque es un pueblo pequeño en el que ya desaparecen a diario personas o se las condena a prisión, por crímenes que no han cometido, solo por el hecho de ser saharauis».

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