Aquarius: navegando a la deriva

Opinión

Dice la leyenda griega que Aquarius, hijo de Prometeo, fue un titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos. Al igual que su predecesor, él también dio su vida a la humanidad para rescatarla, fabricando un barco que los salvase de un catastrófico diluvio. Una vez más, la mitología está muy presente dentro de nuestras vidas, y lejos de honrar la acción de un pueblo, nos pone de frente una problemática que nos afecta a todos. El hecho de acoger a los refugiados provenientes de esta tropa barcos, que ocupa noticieros y remueve conciencias por su gravedad, no camufla el problema que existe en Europa frente a esta clase de situaciones. Es más, deja en evidencia que necesitamos con urgencia un sistema de asilo para los emigrantes que sea igualitario y ciudadano.

La acción, que es honorable, debe ser un punto de partida para lograr recuperar todos esos valores que nos hacen humanos. Es hora de que los Estados adquieran la responsabilidad que se les confiere y desarrollen, de una vez, la empatía que tanto se les reclama para elaborar unas políticas de acogida sensatas y humanitarias. No se puede volver a fracasar.

Nadie elige tener que partir, dejar atrás sus raíces y, a veces, por el camino, a su familia. Desgraciadamente, esta es la situación que viven todas las personas que, con suerte, han podido embarcar en algún navío de la flota Aquarius. El motivo creo que todos lo sabemos, aunque a veces no lo queramos ver. Y es que vive en algunas mentes la reticencia a acoger a estas personas que buscan desesperadamente un nuevo hogar. Motivos que, permítanme que les diga, no tienen justificación alguna. Esta situación va más allá de lo económico, lo que demuestra que, mientras exista gente con estos pensamientos, nos queda mucho por avanzar.

Se me torna incomprensible que existan mentalidades ancladas en la negación, ya que, en algún momento del pasado, nuestro país sufrió una circunstancia socialmente similar. Muchos ciudadanos tuvieron que marchar, muchas veces dejando atrás a sus allegados, para poder asegurarse un futuro. La historia no deja indiferente a nadie y, tristemente, no deja de repetirse. Llegó el momento de que, de una vez por todas, levantemos la cabeza y dejemos de observar con los brazos cruzados como los seres humanos pierden su vida al buscar eso por lo que antaño luchamos a ultranza: nuestros derechos. Démosles la oportunidad.

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Estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna. A ritmo de ciencia y Rubén Blades. Jefe de la sección de Ciencias de la Salud y Radio en Periodismo ULL.

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