Hace poco más de un mes, la prensa española se unió para reclamar un salario digno. Foto: PULL

Periodismo teñido de negro

Opinión

Resulta paradójico pensar que los seres racionales solo defendemos aquellos derechos de los que gozamos cuando los creemos en peligro. Por obvio que parezca, para nadie debería ser un lujo del que disfrutar recibir información veraz. Que cuando hablamos de privilegios hablamos, en consecuencia, de exclusividad y ventaja. De algo que no te pertenece por tu condición de ser. Pero, ¿en qué realidad distópica la información podría convertirse en un servicio excepcional? Y es que hablo de distopía porque si construyo un Mundo sin noticias lo imagino ciego, sordo y mudo. Manipulado. Carente de valores y de derechos. Esclavo de lo irreal y de lo que no es ni será capaz de conocer. 

Leí una vez, en una de esas frases que aparecen en las redes para fomentar el falso positivismo, que «no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos». Supongo que algo así es lo que han intentado defender  periodistas de diferentes grupos editoriales y medios de comunicación en las últimas semanas. Entre tanto debate político y campañas electorales se olvidó escuchar a quienes siempre tienen la predisposición de hacerlo. 

Desde hace poco más de un mes, la prensa española se une cada miércoles para reclamar un salario digno. La Federación de Sindicatos de Periodistas se ha hecho eco de las protestas y grupos de periodistas recuerdan al conjunto de la ciudadanía que «nuestra precariedad es tu desinformación».  Son los denominados miércoles negros que tiñen el Periodismo del mismo color porque, sin margen para la duda, poca luz se le puede aportar a los hechos que, sin el buen Periodismo, reposarían mejor en la oscuridad. De color negro, para pasar desapercibidos sin que tú, persona que tiene el derecho a recibir información veraz, sepas qué pasa en el lugar del que también formas parte. 

«Que el Periodismo garantiza la democracia no se acerca a una hipérbole»

La reflexión social brilla por su ausencia pues, probablemente, no haya trasladado sus más remotos miedos a un universo paralelo en el que no hay hueco para la prensa. Tememos por la sanidad pública, también lo hacemos por la educación y por el elevado precio de los alquileres. Lógico. Pero también deberíamos hacerlo por el poco cuidado que se le presta a los medios de comunicación y periodistas porque que el Periodismo garantiza la democracia no se acerca, ni tan solo un poco, a una hipérbole. Quizá, reside ahí el motivo por el que en ningún discurso político se menciona la protección del que era el cuarto poder.

Dejando atrás comparaciones, intuyo que es propio del primer mundo confiar en la garantía de que las represiones, entre otras muchas cosas, son propias del más allá, de los países de tercera. Sin embargo, creo que es digno de análisis el camino que están tomando algunos aspectos que pensamos como nuestros y son más vulnerables y frágiles de lo que, en algún momento de lucidez, hemos podido imaginar.

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