Un ave diminuta pero hogareña que me invitaba a pecar... a abrir las alas como antaño. Foto: PULL

Pecado capital

Literatura

En el turbio y espeso manto de mi alma se posó un dulce pajarillo. Un ave diminuta pero hogareña que me invitaba a pecar.

Sobrevolando cada noche mi tejado, me anunciaba la llegada de la madrugada.

En su canto, una oscuridad tentadora se apreciaba. No sabía si era la muerte o el nacimiento de un ignoto verso de mi yema magullada.

El ave no era rapaz, sino doméstica. Y es que ya era costumbre su visita a la misma hora y minuto.

Cada luna llena, se perpetuaba más su canto en mi oído. Tanto que despertaba tarareando su melodía pegadiza.

Quizás todo era producto de mi imaginación o, quizás, una invitación a desplegar de nuevo mis alas.

Lo último sobre Literatura

Ir a Top