Además de neurocirujano, Jesús Martín es compositor y estudia un máster en Dirección de Orquestas. Foto: PULL

«Para aumentar la supervivencia hay que extenderse más allá del tumor»

Sociedad

«Ahora llegamos a zonas críticas para el procesamiento emocional»

Jesús Martín es neurocirujano. Pionero en cirugías despiertas en el hemisferio derecho para pacientes con tumores cerebrales. Es palmero y tiene treinta años. Estudió Medicina en la Universidad de La Laguna. Hace una semana operó a un paciente al que habían desahuciado en varios centros hospitalarios de España. Pronto será el turno de un argentino. También es compositor y estudia un máster en Dirección de Orquestas. Hace música para cine y teatro. Para él, las emociones son absolutamente todo.

El procedimiento de la cirugía despierta en el hemisferio derecho es sencillo, según afirma el médico. El cerebro no tiene receptores del dolor. «Por ello, anestesiamos la zona del cráneo y, una vez abierto, despertamos a la persona. Ahí empezamos a hacerle preguntas o tareas específicas, mientras con un estimulador tocamos cada zona», explica. Si lleva a cabo alguna misión y al estimular deja de poder realizarla o la hace mal, el doctor asume que esa parte es vital para la labor en la que falla.

Es un procedimiento totalmente revolucionario. La cirugía despierta no es más que una manera de proceder. La novedad es que su uso permite identificar zonas críticas de la cognición social. Revela que «es crucial preservar cómo interpretamos el comportamiento de los demás, la percepción de emociones, nuestra personalidad y la capacidad de mantener la atención y la memoria a corto plazo».

Añade que aplicar la Inteligencia Artificial (IA) para tener más sensibilidad al identificar las zonas más críticas del cerebro ayuda a procesar las emociones. No obstante, su papel, recuerda, es menos trascendental de lo que la gente piensa. La IA no dice dónde están las zonas del procesamiento emocional en el cerebro. «La utilizamos para crear unos metahumanos con los que la persona tiene dos opciones para decidir qué tipo de emoción tiene la imagen que está viendo», apunta. Por tanto, solo convierte clips en movimiento en metahumanos que reproducen emociones complejas para modificar la expresividad o poder mover, por ejemplo, una ceja para arriba. «Lo adaptamos a cada paciente, pero no es más que una herramienta», concluye.

«Ahora me iré a Brasil y a Argentina para llevar la filosofía de la cirugía despierta para las emociones»


El test, por ahora, se ha usado en cuatro pacientes. «Todo ha ido muy bien. Ha sido muy satisfactorio», comenta el neurocirujano. No obstante, recuerda que para terminar de validarlo de manera científica deben hacerlo en alrededor de quince. «Ahora me iré a Brasil y a Argentina para llevar esta filosofía de la cirugía despierta para las emociones», desvela. Entre esos y los casos de Francia y España, acabarán de validarlo. Los resultados se ven de manera inmediata y aún más después de las dos semanas que es cuando la recuperación y la plasticidad comienzan a hacer su efecto.

En una de las publicaciones de su Instagram, el facultativo hace mención a su mentor, el profesor Hugues Duffau, al recordar una de sus lecciones: «Olvidemos la cirugía del tumor y enfoquémonos en la cirugía del cerebro». Jesús Martín explica que la neurocirugía siempre ha estado centrada en quitar el quiste, pero si no se fija en las conexiones del cerebro y en todo su conjunto, nunca se sabrá hasta dónde se puede llegar.

«Hay que extenderse más allá para aumentar la supervivencia de la persona. Con la cirugía despierta puedes descubrir los límites», resalta. La propuesta del experto es una forma de conocer el cerebro y proporcionar una mejor calidad de vida. Su objetivo es que la persona pueda volver a trabajar. En referencia, puntúa que «lo tomamos como el criterio para decir que esa persona está en todos sus cabales». Pretenden que tenga una vida normal, a nivel familiar, sexual, económico…

«La enfermedad de mi tío fue lo que propició que me decidiera por la neurocirugía»


Desde muy pequeño sentía interés por la medicina. Sin embargo, revela que mientras estudiaba su tío necesitaba una operación similar a las que practica hoy en día. Eso fue lo que propició que se decidiera por la neurocirugía. «En ese punto, nunca pensé tener en mis manos un test creado por mí, con IA, que pudiera ayudar a ser más accesibles en zonas fundamentales relacionadas con el procesamiento de las emociones», comenta.

No obstante, el cirujano no deja que la presión mediática a la que se ha sometido durante los últimos meses le sobrepase. «Lo que ha salido en la prensa está bien, pero ahora hay que validarlo y demostrar que el test sirve», asegura. Sin los resultados, asevera, nada tendría sentido. Según dice, el impacto periodístico no debe ser un objetivo en su profesión, pero debe servir como un método de divulgación. Califica al interés mediático como «la esperanza de la gente que está lejos». «Para mí, con treinta años, lo difícil es aguantar el tirón. He recibido muchos palos. Iré con la bandera de los resultados para demostrar que necesitamos un cambio», reconoce.

Este último mes ha visto portadas de todo tipo sobre su persona. Sin embargo, no piensa en premios ni reconocimientos de ningún tipo. «Ni siquiera estoy de acuerdo cuando leo que me califican de genio. Si te desvives por tu trabajo y piensas en recibir un premio, está todo mal», recuerda.

«Más que un Nobel, preferiría un sistema de salud que nos permitiera hacer operaciones cerebrales a la carta»


Opina que los galardones son solo fuegos artificiales, el verdadero premio es que el conjunto de pacientes al que ayuda logre recuperar su procesamiento emocional. Está muy centrado en mejorar y en convencer de que la cirugía de tumores cerebrales debe ser despierta porque hay una gran variabilidad entre una persona y otra. «Más que un Nobel, preferiría un sistema de salud que nos permitiera hacer una cirugía a la carta donde la persona elija lo que quiere preservar», argumenta.

La neurocirugía y la música son sus dos pasiones. El yin y el yang, como él las define. La línea que las divide y a la vez le permite unirlas quizás sea los estudios que realiza junto a diferentes profesionales. Hace dos años, por ejemplo, publicó una investigación viral sobre la música clásica y el reggaetón a nivel cerebral. No obstante, subraya, «son cosas muy complejas y sigo buscando el equilibrio». La canción no es solo un hobby. Hace música para cine y teatro. Es compositor y ha dirigido la orquesta sinfónica de Budapest.

Para la comunidad científica universitaria, su figura es un orgullo. También una motivación. Jesús Martín quiere lanzar un mensaje para el alumnado de Medicina: «Al contrario de lo que nos enseñan, el cerebro es un órgano en cuatro dimensiones que cambia a lo largo del tiempo por la plasticidad». De forma más general, recuerda luchar por los sueños, «porque de verdad se cumplen». «No busquen la popularidad como un símbolo de éxito porque es mentira», concluye.

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